“El amor por mi trabajo es más fuerte y sale para la comida”
Personaje de la ciudad: Payaso
En pleno mediodía y en un camión que va a Francisco de Montejo, nos encontramos al payaso Tunki Loons, quien tiene la titánica tarea de que los pasajeros se olviden del calor y sonrían, a cambio de unas monedas. Conócelo
Con el sol más rabioso sobre nuestras cabezas y cuando dan las 12:40 pm, Tunki Loons se sube a un camión de los amarillos que hacen la ruta Francisco de Montejo R1. Trae la cara pintada, sombrero, peluca, un traje súper colorido y claro, zapatos de payaso.
Arriba del camión no hay ambiente propicio para recibir a un payaso, francamente. La gente tiene calor y cada quien está en la suya, la mayoría husmeando sus celulares. Tunki Loons lo percibe inmediatamente, pero nada frena su show, que realiza todos los días durante ocho horas arriba de diferentes camiones de la ciudad. La premisa es sacarte una sonrisa, que le pagues y que él saque para su comida diaria.
El show que ofrece el payaso es corto, incluye una canción y mucho humor blanco. Y la gente le celebra la actuación con monedas, casi todos pagaron el espectáculo y Tunki Loons está contento.
Sumario Yucatán platicó con él antes de que bajara del camión para seguir trabajando. Nos contó que tiene 28 años y que aprendió el oficio de payaso de su mamá, quien era payasita y animaba fiestas infantiles.
“Cuando mi mamá falleció, conocí a unos payasos, quienes fueron mis maestros y me enseñaron todo lo que sé hasta ahorita. En Cancún, de donde soy, comencé a trabajar con ellos y hace cinco años me vine a Mérida”, nos cuenta.
Y el trabajo de payaso no es fácil, remarca. “Animo fiestas infantiles, voy a los tianguis y trabajo ocho horas por día arriba de los camiones. Es un trabajo duro porque a veces te topas con gente que te humilla o te insulta pero el amor por mi trabajo es más fuerte y sale para la comida diaria”, explica.
Tunki Loons nos cuenta que las rutas de camiones más “amables” para trabajar son Mérida 2000, 52 Norte y todos los que van a Gran Plaza. “Ahí la gente paga más y es más buena onda”, detalla.
A pesar del calor del mediodía, el payaso tiene el maquillaje intacto y parece que no suda debajo de una peluca de pelos negros y duros que le asoman por el sombrero. Le preguntamos a Tunki Loons cuál es su sueño y tímidamente nos cuenta:
“Me gustaría tener un puesto de carnitas estilo Michoacán pero ¿Sabes qué? Nunca dejaría de ser payaso porque amo mi oficio y lo vivo como todo un arte”, asegura, un poco emocionado.
Tunki Loons opina que hoy su trabajo para animar fiestas infantiles no está tan bien pago porque la gente se va por lo más barato. “Hay quienes no pagan al payaso, pagan la cara pintada sin fijarse en el trabajo que se hace. Para ser un buen payaso hay que tener, ante todo, humildad, debes ser buen actor, saber cantar, bailar, hacer malabares, clavos, aros… Es todo un arte ¿No te dije?”, pregunta.
Y se despide con un apretón de manos, sin nada chusco. Se dirige hacia donde está el chófer, le da una monedas y se baja saludando con la mano en alto. El sol le pega de lleno en la cara pero el maquillaje sigue intacto.- Cecilia García Olivieri.