“Quiero que mi mamá me prepare escabeche o relleno negro”
Falta poquito más de una semana para que Luis y José abracen de nuevo, después de casi dos décadas, a María Isidra y Avelino, sus progenitores. Gracias al programa “Cabecitas Blancas” que tramitó Luis, los papás de Tahdziú vivirán en carne propia la felicidad de reencontrarse con sus hijos. Aquí Luis nos relata cómo cuenta las horas para el abrazo:
¿Por qué migramos? ¿Por qué dejamos la tierra que nos vio nacer y apostamos por otra, lejana, fría o calurosa, tan distinta? La mayoría de las veces es porque apostamos a una mejor calidad de vida y eso lo tenía muy claro Luis Antonio Valle Ku, hace como 20 años, cuando dejó su natal Tahdziú. En unos días volverá a abrazar a sus padres, después de muchos años y eso lo llena de felicidad.
Luis tenía como 17 años la primera vez que se fue a California, Estados Unidos, buscando una mejor vida. Era un chavo pero tenía la cabeza clara: “Vine a juntar dinero”, dice sin dudarlo, en un español que no tiene ni una pizca de yucateco, perdida la tonada aporreada después de tantos años en el exilio.
No se acuerda bien los años, pero calcula que dejó su natal Tahdziú en 1999 o 2000, regresó en 2003 y se volvió a ir para nunca regresar. Vive y trabaja en Petaluma, California, un lugar que describe como “frío” de clima y donde tuvo logros laborales y de vida. Luis es consciente de sus triunfos y eso lo hace sentirse orgulloso de él mismo, aunque no lo diga.
Hace poco más de medio año, se enteró por su cuñada del programa de Gobierno “Cabecitas Blancas”, que permite que papás vuelvan a ver a sus hijos migrantes, quienes no pueden salir de Estados Unidos porque están ilegales. Hoy día y aunque cueste creerlo, el mismo Consulado de Estados Unidos en mancuerna con el Gobierno del Estado, tramita la visa de estos papás para que reencuentren 40 días con sus hijos.
“Cuando mi cuñada me avisó del programa Cabecitas Blancas puse mucha atención y pensé que era la mejor oportunidad para que vengan mis padres aquí un rato y poder verlos de nuevo, si Dios lo permite. Hace como ocho meses empecé a meter todos los papeles y cartas que me pedían y salió todo perfecto. Me enteré que tenían la visa para viajar ayer, cuando vi el vídeo”, nos cuenta.
Luis tiene un hermano –José-, quien vive en Santa Rosa, California, como a 20 minutos de su casa. Nos cuentan que no se ven seguido por sus trabajos y ocupaciones, pero que los dos esperan ansiosos la llegada de sus papás María Isidra y Avelino.
“Vivo en un apartamento y se quedarán conmigo durante su estadía, gracias a Dios tengo todo para recibirlos. Claro que veremos a mi hermano José y pasaremos tiempo todo juntos. Iré a buscarlos al aeropuerto de San Francisco, no veo la hora que lleguen”, nos relata.
Más allá de que Luis se siente cómodo y acostumbrado a su vida en Estados Unidos, también piensa en el regreso a Yucatán para un futuro.
“Llegas aquí y se acostumbra uno al trabajo y al estilo de vida y vas olvidando tus costumbres yucatecas. Pero pienso que tengo que regresar porque mi familia está allá y hasta me construí mi casita en Tahdziú. Mis papás y mis hermanos y hermanas son lo único que tengo en la vida”, asegura.
Luis dice que lo primero que hará cuando los vea llegar el 13 próximo al aeropuerto será abrazarlos. “Les diré qué tanto los quiero y los abrazaré por todo el tiempo que no estuve con ellos”, relata.
También piensa en comida… “Mi mamá cocina bien y quiero que me prepare el escabeche o relleno negro, bien sabroso. Aquí se consiguen todos los ingredientes para que lo haga así que no veo la hora de que lleguen…”, concluye, feliz.- Cecilia García Olivieri.