¿Y si no quiero dar chuchú?
Viernes Sudaca
Por @laflacadelamor
Probablemente con esta columna me meta en “el callejón de las bofetadas”, pero no me importa.
Hace poco más de 9 años vivía esta situación:
Analía y yo estábamos en un cumpleaños infantil y teníamos las dos a nuestros bebés en brazos, casi del mismo tiempo de vida. Los chiquitos pidieron comer y yo le di chuchú a mi hijo y Analía le dio biberón al suyo. En eso llegó Yamila –defensora a ultranza de la lactancia materna- y comenzó a increpar a Analía porque no le daba pecho a su nené. Analía trató de explicarle –aunque podría haber dado ninguna explicación- de miles de formas a Yamila que no podía dar pecho y que por eso se había decidido por la mamila. Yamila estaba segura que Analía sí podía dar pecho pero non quería. Y la cuestionó y estigmatizó como madre por no amamantar a su hijo. Analía terminó llorando. Y yo me enojé con Yamila por hacerla llorar.
En el cierre de la Semana Mundial de la Lactancia Materna y luego de hacer varias publicaciones a favor del acto de amor de dar chuchú –con todos los beneficios que sabemos que trae al bebé y a la relación mamá-nené- quiero en este texto hablar de las mujeres que “deciden” no dar la teta. Así de siempre y llano. “Su cuerpo, su decisión”.
La presión y el mandato social pesa, claro ¿Cómo eres más y mejor mujer cuando acabas de ser madre? Cuando das el pecho, seguramente. Amamantar a tu hijo es un acto que la sociedad ve como de “plenitud” maternal, además de amor profundo al ser que acaba de nacer y quien se va a alimentar con lo “mejor de nosotras” (Eso dice un flyer que leí): nuestra leche que lo va a proteger, inmunizar, cuidar y dar mucho amor.
¿Y si la mamá no quiere amamantar? ¿Qué pasa?
Hoy día existen tres casos por los cuales una mujer puede no amamantar a su hijo y elegir darle biberón: Porque tenga alguna patología mamaria que se lo impida o le complique dolorosamente el amamantamiento (entrevistamos a Isa hace dos días, que tiene mamas tubulares), porque está tomando algún tipo de medicación y esté contraindicado dar pecho o que, simplemente, la mamá que no quiere y aquí puede haber miles de variantes y una muy común es el caso de las madres que se reincorporan a sus trabajos y están largas horas lejos de sus bebés y si no se sacan leche, pierden producción. Pero sólo es un ejemplo, puede haber otras situaciones, claro.
¿Está mal?
No, claro que no está mal, pero socialmente muchas veces se estigmatiza a esta mujer que decide por su cuerpo y su bebé.
¿Es menos mamá por no querer amamantar?
Claro que no, es su decisión personal porque es su cuerpo y no es una mujer incompleta ni mucho menos mala madre. La maternidad tampoco se reduce a dar chuchú.
Esta decisión personal es sin duda objeto de debate y en ella se mezclan la ciencia, la salud, modelos de crianza y presiones del entorno que no suman y sólo ahogan a la madre cuando una decisión ya fue tomada.
Seguimos alimentando el mandato social de que una mujer sin hijos es “incompleta” y que, si los tiene, debe amamantarlos porque eso es ser buena madre.
Vivimos en tiempos muy locos donde ya existen las “tetanazis” o “los talibanes de la teta” y yo me pregunto ¿Suma o sólo estigmatiza esta defensa ortodoxa del amamantamiento por el simple hecho de señalar con el dedo al otro?
Está buenísimo dar chuchú pero también tiene su lado B, como todo en la vida. Y está buenísimo también respetar a las mamás que deciden –por x motivo- no dar pecho.
En la Semana Mundial de la Lactancia Materna que ya termina, más empatía hacia TODAS las mamás que traen hijos al mundo, decidan lo que decidan.