Volverse a ilusionar, SIEMPRE
Columna de Domingo Sudaca y Campeones del Mundo
Por @LaFlacaDelAmor
Cuando alguien muere, dicen que las ánimas tardan un año para venir a visitarnos, no llegan antes. Y los mundiales pasan cada cuatro años. Diego Armando Maradona se murió el 25 de noviembre de 2020 y, para Día de Muertos, anduvo por acá y por allá. Es más, no volvió al cielo (o donde esté): el 10 se “hizo la rata”, se fue a Qatar y ahí se quedó. Todavía está allí. Y festejó como loco que ya no está y que la Selección Argentina LO LOGRÓ, le ganó a Francia en el Mundial Qatar 2022, con él muerto y alentando feliz.
A los argentinos todo nos cuesta, no tenemos una vida fácil, la remamos mucho. Y no es un tango, se los aseguro. Vivir en México me mostró que vivir en Argentina es más contracorriente, soy un caso viviente. Acá trabajas, estudias, te esfuerzas y las cosas fluyen. Allá, trabajas y estudias (al mismo tiempo), pero todo cuesta mucho, cuesta más. Y no nos hacemos las víctimas, ojo, somos así y por eso también “somos como somos”.
Dicen que el fútbol es sólo eso: fútbol, pero siento que no. O para los argentinos no es sólo eso. Desde chiquitos estamos adoctrinados para que nos guste un equipo, a que juguemos a la pelota si eres varón, a sentirte parte de los colores de una camiseta, a aprenderte cantitos, a tener el pulso acelerado cada domingo, a pelearte en la escuela o en el trabajo si tu equipo perdió, a ponerte eufórica/o y a sufrir siempre ¿Somos exagerados, fanfarrones, soberbios, mamones? Un poco sí, pero somos buenas personas y sobre todo somos transparentes como el agua. No tenemos tres o cuatro caras, somos lo que somos y así te lo demostramos. Y te aseguro que, por eso mismo, es re fácil querernos.
Diego se murió hace más de dos años y este equipazo salió a la cancha sin su sombra. Messi se liberó con la muerte de Diego y los chicos que lo acompañaron le hicieron el aguante, lo bancaron y jugaron como nunca. Porque no habían nacido en 1986 como muchos de nosotros, porque crecieron con Lio, lo respetan y lo aman y saben y entienden a la perfección de qué se trata ese sentimiento del 10 de jugar por el gusto de jugar, clavado en la pelota, sin frases monumentales ni soeces como tenía Diego, con muy poca labia pero con el cuerpo, corazón y alma clavados en el juego. Ese es Messi, ese es el 10 que muchos no entendíamos porque crecimos con Diego, ese es el tipo que dejó todo en este mundial y se llevó la copa.
Yo le pido perdón a Messi. Nunca lo consideré “pecho frío” como muchos, pero me costó entenderlo hasta este mundial. Crecí con Maradona y ahora sé que hay más de un “10” y que los dos son geniales y distintos, los dos únicos en su forma, los dos con la camiseta tatuada en el alma.
Escribo esto y llorisqueo como una boba… Y si Messi me viera, haría risitas y sin retarme me diría: “Boba, boba, andá pallá, boba”. Y yo, si pudiera, le daría un abrazote apretado y lo levantaría por los aires: “Bobo vos, gracias por el fútbol, gracias por esta alegría, gracias por todo, papá”, le diría.
Maradona estuvo ahí en Qatar, no tengo dudas. Diego, que ama el fútbol hasta muerto, celebró con los chicos, acompañó a Messi hasta donde estaba el balón de oro y le acarició la cabeza mientras Lio lo besaba, se mató de risa con la imagen del Dibu posando con el guante de oro entre las piernas y estuvo ahí, posando con todos entre los fuegos artificiales ¿Les queda alguna duda? Y si no son místicos en estos momentos váyanse bobos pá allá…
Argentina, otra vez en la historia, no está en su mejor momento como país y esto le da a la gente una alegría tremenda. Y si, el fútbol es también el opio de los pueblos, pero estaría bueno que esta vez aprendiéramos de este juego hermoso para ser un cachito mejores fuera de la cancha.
Qatar 2022 nos enseñó que como equipo funcionamos tremendamente bien, que somos buena gente, que si vos me la pasás a mi, yo se la paso al otro para hacer el gol, sin estrellatos. Que ponemos el cuerpo para defender y nos volvemos a poner de pie siempre, aunque nos duela todo. Fluimos adentro de la cancha, somos enormes y también lo somos afuera: en la calle, en nuestras casas y trabajos, en la escuela, en la vida. Y si, como dice la canción, “Nos volvimos a ilusionar”, metele siempre para adelante porque las cosas salen bien al final casi siempre, no hay imposibles y los sueños se hacen realidad.
¿Te queda alguna duda? Tres veces campeones del mundo.
Gracias, Scaloneta, son capos todos.