Transporte público: El “cuello de botella” que impide que los contagios bajen
Con contagios y muertes en ascenso por la pandemia del nuevo coronavirus, el Gobierno del Estado advirtió ayer que podríamos regresar el lunes al semáforo rojo. Y la movilidad es un tema clave en esta situación sin freno de casos positivos por covid-19 en Yucatán. El doctor en Sociología Luis Ramírez desentraña la situación del transporte público en Yucatán y también brinda soluciones, entérense:
“El Talón de Aquiles de la pandemia es el transporte público” afirma, sin temor a equivocarse, Luis Ramírez Carrillo, doctor en Sociología, yucateco, académico y hombre comprometido con su tierra, a la que quiere muchísimo.
Preocupado y ocupado por la pandemia del nuevo coronavirus que nos tiene sin respiro en Yucatán, Luis desmenuza con precisión el tema del transporte público en Mérida y en Yucatán y hasta analiza el impacto que tiene nuestra movilidad a nivel peninsular.
Tenemos una capital del estado centralizadora, paraderos que en pandemia rebosan de usuarios en horarios claves de entradas y salidas laborales, camiones y combis que no son óptimas para viajar en esta contingencia, no hay rutas que conecten a otros puntos de la ciudad -que sin duda no es la misma que hace 30 años- y así los contagios, como regla matemática, se multiplican.
Pero no todo es negativo, no señor. Luis, en base a sus conocimientos, experiencia y preparación propone un esquema que, aunque no termina con la pandemia, sí podría disminuir los contagios y las muertes. Y en esta plática habla de eso, entérate:
Cuando hablamos de “movilidad” en el estado ¿De qué hablamos exactamente?
Básicamente hablamos de la movilidad del sector de población que utiliza transporte público y en estos tiempos de pandemia por el nuevo coronavirus, se conjugan factores para hacer de este tema un problema.
¿Cuáles son esos factores?
El primero es el carácter de Mérida, que centraliza entre 60 mil y 200 mil visitas diarias, con un promedio de 100 mil por día. Las centraliza de estados vecinos como Quintana Roo, Campeche y parte de Tabasco (de ciudades que limitan con la capital de Yucatán), además del interior del estado. Mérida es la capital más poblada y grande comparada con estos estados vecinos, con aproximadamente 900 mil habitantes y si contamos la zona metropolitana (que incluyen Umán, Kanasín, Ucú y yo añadiría Progreso y Hunucmá), llegamos a más de 1 millón 200 habitantes, aproximadamente. Esto hace que, en esta época de pandemia, los contagios por coronavirus aumenten y el carácter centralizador de Mérida no ayuda en ese sentido.
¿Y hacia el interior del estado?
Tiene un impacto que gira por todos lados. No sólo contagian y se contagian en Mérida, sino que regresan a sus lugares de origen hacia los 105 municipios y esto genera una tejedera que va de la periferia al centro y viceversa y de la zona metropolitana a los municipios y la península y los contagios aumentan…
¿Cómo estamos en densidad de transporte público respecto a transporte privado como los carros particulares?
Podemos decir que la mitad del transporte es público y la otra mitad son vehículos particulares. Vienen del interior del estado y de otros estados, de tal manera que tienes una posibilidad de que en días normales visiten Mérida como 30 mil personas y en días más concurridos lleguemos a 100 mil personas y como entran en contacto social, esta situación te da una mayor razón de contagios por covid-19.
¿Y la movilidad interna en la ciudad?
Ese es otro factor clave en tema movilidad. Como decíamos, la ciudad con su zona metropolitana tiene alrededor de 1 millón 200 mil habitantes y la mitad se mueven en transporte público y esto implica uno de los primeros focos de contagio en dos puntos centrales: los paraderos donde la sana distancia, el uso de los cubrebocas y el que la gente no se toque no existe -es mentira-, sobre todo de 7 a 9 am y de 6 a 8 pm, los horarios picos.
El segundo gran foco de infección son los camiones, imposibilitados de seguir las normas de que nadie viaje de pie o sentados con sana distancia. Necesitaríamos cinco veces más camiones para que la gente viaje sentada y separada. El transporte público es uno de los principales cuellos de botella que impide que bajen los contagios y esto no es raro: apenas cambiamos el semáforo el 8 de junio y el 15 se reabrieron más actividades, los casos de coronavirus se dispararon en gran medida porque todo el mundo se volcó al transporte público y esa es la gente que tiene que trabajar, que está desamparada y sin auto y se mueve de esta forma. Es un punto que sigue siendo el Talón de Aquiles de la pandemia.
¿Por qué Mérida centraliza? ¿Por qué no cambiar esto?
La estructura del transporte de Mérida responde a un esquema centralizado de ciudad de hace más de 30 años, cuando ya no lo es. El 90% del transporte público converge en el centro, aunque ni la cuarta parte de la gente tenga que ir al centro. Eso significa que duplicas tu tiempo de movilidad y número de contactos con personas. Si vivías en Pacabtún y vas a Ciudad Industrial, tienes que pasar por el centro y allí tomar otro camión. No existe transporte público de oriente al poniente, por ejemplo. Y esto era así antes de la pandemia y no han encontrado una manera de evitarlo hasta ahora.
Además, hay otro punto clave al respecto: Mérida tiene un alto porcentaje de trabajo informal, superior a otras ciudades del país que son más industrializadas y la gente tiene trabajo fijo. Y los comercios y servicios informales son por definición de carácter móvil. Esta suma de factores que convergen en la ciudad y hacia los municipios y la península son círculos concéntricos en el agua.
¿Por qué no se ha trabajado en un cambio?
El transporte público es una actividad en semi quiebra y hace 30 años que se hacen planes para descentralizar Mérida con nuevos esquemas de rutas y ningún gobierno lo ha logrado por distintas razones. Ya está colapsado y no es redituable como actividad económica. Además, hay factores políticos, corporativos y culturales, en este último caso porque la gente está acostumbrada a ir al centro. El gran error o falta de este gobierno es haber abierto la nueva normalidad sin haber previsto lo que se les venía encima con el transporte público. No le dieron la dimensión de lo que realmente significaban los contagios. Una ciudad que depende de la movilidad para sobrevivir y que la mitad usa transporte público, es muy difícil de controlar. Sencillamente se multiplican las probabilidades de contagios y nadie puede controlarlo totalmente.
¿Consideras que es importante pasar a semáforo rojo?
Yo creo que es importante. La realidad es que la mitad de la gente que viaja en transporte público lo hace porque es pobre. Podríamos decir que en Mérida hay 33% de pobres, 33% de vulnerables y 33% que no son ni pobres ni vulnerables. Los que pueden sobrevivir son los últimos. Al otro 66% se le va a dificultar porque uno son pobres y los vulnerables dependen del trabajo diario para vivir. En Mérida hasta el 70% de la población no tiene empleo fijo y aunque no sean pobres y puedan tener su casita, vender pollos en el Mercado de Santiago, planchar en una casa, manejar un taxi, tener una peluquería o un taller, no tienen trabajo fijo y algunos ni seguridad social. Esta vulnerabilidad enorme hace más difícil cualquier medida de contingencia que tome el gobierno y eso es lo que dificulta pasar a un semáforo rojo. No son los empresarios los más afectados por esto, es la gente en situación de vulnerabilidad y gran parte de esa gente, además, recurre al transporte público.
¿Qué medidas te parece que se deberían tomar ahora para controlar el tema del transporte público? ¿Es posible implementar algún esquema en plena pandemia?
Sin necesidad de tomar una medida radical y ambiciosa, hay formas de controlar este tema para disminuir los contagios, no para desaparecerlos, porque hay otros factores como las comorbilidades que existen en el estado (diabetes, hipertensión y obesidad), así como la temporada en la playa, que también disparó los contagios porque la gente se fue a sus casas de verano a vacacionar y a hacer reuniones.
Sin embargo, considero que se pueden desaparecer los paraderos de los camiones (que paren donde el pasajero solicite, sin necesidad de llegar al centro y dándole prioridad al transporte público antes que a los autos) por unos meses y hacer una descentralización y cambio de rutas. Se necesita voluntad política, capacidad y negociación. Además, como un 40% del transporte dejó de circular por falta de recursos, el gobierno debería rentar unidades y pagarles la gasolina para aumentar el transporte de circulación. Si ganaban 10 mil, que el gobierno les de 5 mil y les pague la gasolina y así reduces la cantidad de gente aglomerada o que directamente no puede viajar para trabajar. Así el transporte se movería como debe ser.
Ojo, esto no es una panacea. El objetivo no es acabar directamente con la pandemia, sino reducir contagios y muertes.- Cecilia García Olivieri.