“Somos lo que comemos” pero ¿Qué capacidad de decisión tenemos?
La alimentación saludable, completa y variada requiere condiciones de acceso como también una educación alimentaria efectiva, clave para la salud y la calidad de vida. En el Día Mundial de la Alimentación, vale la pena leer esta reflexión de una nutrióloga:
Seguramente conocen la frase “somos lo que comemos”. Nadie es ajeno a la evidencia de que una alimentación saludable es fundamental para lograr un crecimiento y desarrollo adecuados en la infancia, y es vital para mantener un óptimo estado de salud a lo largo de los años. Pero ¿qué capacidad de decisión tienen los consumidores? ¿Cuán informados están?
Elegir comer en forma saludable para lograr una buena alimentación está lejos de ser una decisión consciente de la población. Sin embargo, existe un grupo de consumidores que tienen una mayor capacidad para elegir qué comer y cuándo y que además, pueden prestar más cuidados y atención por los efectos sobre el medio ambiente.
Estas personas así también están optando por otro tipo de alimentos fuera de los mercados masivos: orgánicos, sin agroquímicos, veganos e incluso construyen huertas caseras.
Si bien se han generalizado estas tendencias de consumo, acompañadas de un crecimiento de las redes de productores de alimentos saludables y mercados agroecológicos; la realidad más extendida es otra. En países en desarrollo, las personas no pueden elegir, por un tema de costos, distancias o limitaciones asociadas a la desinformación, entre otros.
Entonces, cuando lo importante es “tener comida en la panza” la decisión es tomada desde la necesidad, el desconocimiento y tiene como contrapartida la desnutrición, es decir, una deficiencia generalizada de elementos esenciales para el cuerpo y la salud, y que no tienen que ver con el consumo calórico.
Las sociedades actuales están caracterizadas por un aumento creciente de enfermedades relacionadas con la alimentación, entre las cuales se destacan el sobrepeso y la obesidad, la anemia, diabetes y la hipertensión además de la desnutrición, entre otras.
La obesidad en niños, lamentablemente, es cada vez mayor, y esto tiene que ver fundamentalmente con las dificultades de acceso a alimentos de calidad primordiales para su desarrollo, y en igual medida a la falta de educación alimentaria no solo de ellos sino también de los padres y así sucesivamente de generación en generación.
LA IMPORTANCIA DE LA ETAPA DE DESARROLLO
El verdadero problema radica en que los nutrientes que no se consumen en la etapa de desarrollo, difícilmente puedan compensarse en una etapa posterior. Una dieta balanceada baja el riesgo futuro de obesidad, ya sea durante la adolescencia o la edad adulta.
Si bien el acceso a los alimentos puede ser un límite para comer bien por problemas con los recursos como dinero, información y tiempo (para sembrar y cultivar huertas); otro de los principales limitantes es la falta de educación alimentaria. Ejemplo: la dieta monótona, los desayunos incompletos que a veces incluso se suprimen y optar por ingerir muchos alimentos en una sola comida.
El rótulo de los alimentos es parte de la solución de este último problema ya que ayuda a entender qué consumimos. La denominación de venta de un alimento es el nombre específico -y no genérico- que nos indica la verdadera naturaleza y las características del producto.
No es lo mismo comer una “galletita de avena“, que una “galletita con avena” o “sabor a avena”. Mientras que en la primera el ingrediente principal es avena, en la segunda la avena es uno de los ingredientes -no el mayoritario-, siendo que en la última podría incluso no contener avena.
En el rótulo también encontramos información relevante a la hora de almacenar y conservar los alimentos y si miramos con detenimiento el listado de ingredientes, figura la lista de elementos que componen ese alimento, enumerados en orden decreciente de su peso inicial.
Alimentarse bien significa elegir con conciencia la comida que, en forma equilibrada, nos aporta todos los nutrientes necesarios para el buen funcionamiento del organismo: hidratos de carbono, proteínas, grasas, agua, vitaminas y minerales. Y es importante el concepto de variedad. También tiene que ver con su variedad, respetar el orden y la frecuencia, la limpieza y la higiene.
Brindar respuesta a los desafíos alimentarios de las personas que no tienen acceso a la información básica o los recursos para frenar al Hambre es una tarea de toda la sociedad. El Pacto Global de Naciones Unidas trabaja en esta problemática desde hace años con guías de acción y transparencia.
La alimentación saludable, completa y variada requiere condiciones de acceso como así también una educación alimentaria efectiva como clave para la salud y la calidad de vida.
(FUENTE: Laura Bousoño, Clarín).