“Siempre puedes hacer algo para cambiar tu historia”
Por las venas de Edgar Uitzil corre el amor por la familia, los bordados, las creaciones de alta costura y la venta. Hoy te contamos la historia de un joven emprendedor de Kimbilá que no sigue estereotipos y trabaja día a día para dar lo mejor de sí y ser artífice de su propio destino
Edgar trae las telas, los bordados y el ansia de hacer negocios en las venas desde chico. Cuando estaba en sus primeros años de secundaria en Kimbilá –la comisaría de Izamal donde aún vive- agarraba su bicicleta y se iba a la plaza. Allí esperaba a los interesados en comprar vestidos y se les acercaba con un “speach” infalible de venta:
“’¿Buscan ropa?’ Tenemos prendas de calidad pero eso sí, me tienen que acompañar’, les decía. Algunos no accedían de plano y otro sí… Entonces los llevaba hasta mi casa y ahí con mi familia los atendíamos. Siempre se llevaban algo”, cuenta, nostálgico.
Hoy ese chavo tiene 31 años y ya no va en bici a vender ropa desde el parque de Kimbilá. Empresario, profesor de Español de secundaria e intérprete maya (Edgar aprendió la lengua materna de sus papás Elidé y Celestino), es dueño junto a su hermana de “Creaciones Lizeth”, una empresa familiar que surgió del amor, la creatividad y la tenacidad de hacer vestidos de alta costura con bordados maravillosos, siempre con ese toque que tanto distingue la ropa tradicional yucateca pero, a la vez, con los bríos de gente joven ¿El resultado? Un negocio sin techo.
Esta nota aborda a emprendedores jóvenes del interior del estado que tiene sueños y que los cumplen. Y si surgen piedras en el camino, las quitan y siguen. Siempre siguen. En el caso de Edgar Uitzil May, la familia es clave para avanzar porque asegura que, aunque “Todos te abandonen, siempre vas a tener el apoyo de los tuyos”. Y en esas avanza.
En Kimbilá -la comisaría más grande de Izamal- la población se dedica en un 85% a la producción de ropa artesanal. Si Tekit es la capital de la guayabera, Kimbilá es la capital de los vestidos y bordados. “Aquí nos especializamos en ropa de alta costura y nuestra bandera la damos con el toque único del bordado yucateco”, explica Edgar, orgulloso.
Después de las estrategias de venta en bicicleta y desde el parque de Kimbilá, la familia de Edgar logró establecerse en un local, hace como diez años. Y luego de terminar la universidad, junto con su hermana Lizeth, comenzaron a trabajar con todo y en equipo.
“Mi hermana se dedica al diseño, la confección y la producción y es experta en moldes, que encajan perfectos. Las clientas se prueban los vestidos y les quedan pintados. Ese es su don. El mío es vender esa calidad”, señala.
Y asegura que, juntos, hacen una excelente mancuerna. Sin embargo, después de abrir el local, necesitaron promoción y Edgar se acercó al Indemaya hace como seis años para que lo apoyaran. “Me comenzaron a invitar a ferias y ahí ofrecía nuestras prendas. Ahí empecé a hacer muchos contactos y comenzamos a abrirnos nuevos espacios de ventas para promocionar nuestros productos”, relata.
Hasta participaron en la primera “Yucatán en México” y hoy día venden sus creaciones –además de en Mérida- en distintas ciudades del país. Exportación al extranjero todavía no realizan, los trámites y requisitos son muchos, nos cuenta el empresario.
En marzo pasado, Edgar organizó junto a otros tres jóvenes emprendedores el evento “Amor al Bordado”, una pasarela de modas que superó todas las expectativas por su éxito rotundo: participaron 2,500 personas y resaltó a Kimbilá en el mapa del diseño textil.
“Nos costó mucho organizarlo porque el pueblo estaba celoso y no es fácil llevarlos al baile tan rápido. Sin embargo, el Gobierno del Estado nos apoyó y de última también el alcalde Fermín Sosa”, comenta.
El “boom” de “Amor al Bordado” fue tal, que ya trabajan en la segunda edición, para 2020. Analítico pero extrovertido, entusiasta y familiero, Edgar siente que su chamba trasciende, a pesar de que la competencia es feroz.
“Entras en Kimbilá y hay tienda, tras tienda, tras tienda, tras tienda hasta llegar al centro. Nosotros sacamos una colección nueva y a los 20 días ya existe la versión ‘chafa’ o más barata. Por eso es necesario innovar todo el tiempo”, relata.
Y esa fuerza que lo hace renovarse todo el tiempo, también la comparte con sus alumnos de secundaria, esos jóvenes de Kimbilá que ya son emprendedores en potencia.
“Con mis alumnos hablo mucho del futuro. Les pido que sean conscientes de que las cosas no están mejorando y para ellos será todo un reto. Por eso tienen que estudiar, prepararse y no detenerse nunca. Que no teman, que exploren, vean, imaginen y creen. Siempre puedes hacer algo para cambiar tu historia y la del lugar donde vives”, concluye.- Cecilia García Olivieri.