Se acabó la espera
Butaca Alta
Por Roberto Acevedo
Vaya manera de terminar un juego y de paso ganar la Serie Mundial por parte de los pitchers mexicanos: Julio Urías y Víctor González lograron combinados siete ponches en cuatro entradas del sexto juego del clásico de otoño.
En una temporada atípica, los mexicanos lograron contribuir en el triunfo de 3-1 que resultó en la obtención del título de campeón de las Ligas Mayores por parte de los Dodgers de Los Ángeles, algo que no lograban desde 1988.
Tuvieron que pasar 32 años y varios fracasos para que el equipo más popular de béisbol en México -me atrevo a decir por encima de cualquier otro de ligas mayores- logrará obtener su séptimo campeonato.
No hay que olvidar que por la pandemia de Covid se decidió crear una burbuja en Arlington, Texas, para jugar la Serie Mundial sin contagios. Es decir ambas novenas jugaron un patio ajeno, algo nunca visto en más de 100 años de beisbol profesional en los Estados Unidos.
Con una de las nóminas más altas de béisbol los Dodgers, arribaron a esta Serie Mundial por tercera vez en cuatro años, teniendo enfrente en esta ocasión a las Mantarayas de Tampa Bay, que llegaban siendo marcados por los expertos como favoritos.
La ofensiva de los Dodgers no desentonó a lo largo de la serie porque siempre respondió a la hora buena con sendos “batazos” por parte de sus jugadores en especial de Mookie Betts y Corey Seagers, quienes encabezaron a los angelinos en el departamento de carreras impulsadas.
A eso súmele que la estrella del pitcheo Clayton Kershaw logró dos sólidos triunfos que rompieron con el maleficio que lo perseguía a lo largo de su brillante carrera. De toda la vida se le había señalado que era un excelente pitcher de temporada regular que se caía en los playoffs.
Los Dodgers tienen material humano para poner a soñar a sus seguidores con otros campeonatos en los próximos años, ya que por fin su tan criticado manager Dave Roberts dio muestras que ha madurado en su manera de dirigir en las Series Mundiales.
Después de dos fracasos en los últimos cuatro años, Roberts mandó la señal que aprendió de sus derrotas ante Houston y Boston en el clásico de otoño.
Por otra parte, Tampa Bay fue víctima de la “nueva manera de jugar el béisbol”.
Su as del pitcheo Blake Snell, que fue Cy Young en el 2018, había logrado contener a los Dodgers durante buena parte del sexto juego, pero ahora un abridor difícilmente llega a la séptima entrada, y así lo demostró el manager de las Mantarayas Kevin Cash, quien le pidió la pelota cuando iban ganando 1-0 y todo indicaba que tenían una buena oportunidad de empatar la serie e irse a un séptimo y definitivo juego.
En otros tiempos, ni loco un manager hubiera sacado a Snell del juego de Serie Mundial ante una demostración y dominio que estaba teniendo el oriundo de Seattle, Washington. Pero ahora se le deja la responsabilidad a los pitchers relevistas de cerrar y muchas veces de ganar los juegos. Y en este caso el relevo de Tampa sencillamente falló.
La anécdota de la serie la dio el Comisionado de la Ligas Mayores, Rob Manfred, quien al momento de entregar el trofeo a los dueños de los Dodgers fue tremendamente abucheado por la fanaticada reunida en Arlington en plena transmisión nacional.
Los fanáticos de los Dodgers y en general del béisbol no le perdonan que le tembló la mano para castigar a los Astros de Houston por el robo de señales que a la postre les dio una Serie Mundial.
Si bien es cierto se castigaron a algunos elementos de aquellos Astros del 2017, pero en realidad se le debió retirar ese campeonato, algo que Manfred no quiso o no pudo hacer y por eso el gesto de repudio a su persona.
Como lo dije 2020 fue una temporada atípica por una pandemia que hizo que se recortara la temporada, situación que en más de una ocasión generó dudas por los contagios que se dieron, pero que finalmente todos los problemas se solucionaron hasta llegar a una Serie Mundial, que no decepcionó al estar cargada de emoción en todo momento.
Felicidades a los Dodgers son justos ganadores.
(En la imagen de portada, los mexicanos Julio Urías y Víctor González, de festejos).