Sacar la mugre de debajo de la alfombra y colgar los trapitos al sol
Sábado Sudaca
Por @LaFlacadelAmor
Para mi amiga y “sis” Nancy, con mi corazón despanzurrado
Hago un medio de noticias digital sola y vivo de eso. Gano poco dinero y me muevo mucho para lograr otras chambas que tengan que ver con escribir. Además, me ocupo de la casa, los hijos, la comida, las compras, trámites, pagos de servicios… Un etcétera que engloba un TODO GIGANTE. Si pienso notas para publicar, también se me cruza por la cabeza el almuerzo que tengo que tener listo al día siguiente y debo estar pendiente si falta papel higiénico o si se terminó el garrafón de agua. Se me rompió el lavarropas y voy y vuelvo de la lavandería una vez por semana cargada como un ekeko. Estoy agotada.
Trabajo la mayor cantidad de notas desde casa porque #pandemia. Así estamos todos desde hace casi 365 largos y agotadores días. El espacio público y privado tan marcado antes del confinamiento está totalmente desdibujado, los horarios laborales se mezclan con los escolares y los quehaceres domésticos y una de las cosas que más visibilizó la pandemia fue las “tareas invisibles” que hacemos muchas mujeres a diario y saltó, claramente, la desigualdad.
Y digo mujeres y les pido perdón a los hombres que invisibilizo en esta nota. Hablo por mí, por mi experiencia. En la pandemia me pasa la vida por encima. Es como que se borró esa línea que diferenciaba lo que hacíamos en casa y fuera de ella y nos estalló en la cara lo que significa hacerse cargo de lo que implica un hogar con todos adentro.
Y ustedes saben que un tema que me toca de cerca es ver cómo viven los niños invisibilizados en la pandemia. Sin embargo, leía algo muy interesante ayer en el Diario El País de España sobre cómo el confinamiento “los muestra” a nuestros hijos, cuando muchas veces los “invisibilizábamos” antes de la pandemia ¿Loco, no?
La nota explicaba que muchas mujeres acostumbramos en nuestros trabajos a no hablar de nuestra maternidad, a esconderla. Pero ahora, trabajando desde casa y con nuestros hijos ¿Dónde los guardamos para que no aparezcan en nuestro zoom laboral? ¿Qué hacemos cuando nos piden algo y estamos en una entrevista telefónica? ¿Cómo atrasamos una reunión si hay que ayudarlos con la tarea o correr a la papelería a comprar cartulina para un trabajo práctico de último momento? ¿Qué hacemos si lloran mientras necesitamos concentrarnos? ¿Y si se enferman y hay que participar en una reunión online?
Decía la nota: “La sensación general es que todo el mundo debería adoptar la amable ficción de que después de unos meses de baja por maternidad, el niño desaparece en un vacío del que emerge solo durante el horario no laboral”. Bueno, esto ahora es “Misión Imposible” (Y suena de fondo Lalo Schifrin).
La desigualdad que trajo todo este rollo en parejas heterosexuales es grande, enorme, inmensa. Y por ende agotadora, desgastante, que fulmina. Y para muchas parejas el “piloto automático” con el que funcionaban antes del coronavirus –con sus trabajos afuera de casa y el tiempo no laboral repartido entre hijos y hogar- dejó de funcionar y naufragó. Las mujeres no necesitamos “ayuda” ni “cooperación” en la casa y con los hijos, necesitamos que se hagan cargo. Son tan adultos, autosuficientes, dueños de sus casas y padres de sus hijos como nosotras. No jodamos.
Es un bajón todo, lo sé. Y me cuesta mucho terminar esta columna con los ánimos para arriba. Es la realidad que nos toca, pero hundirnos en la depresión sólo nos enfermará. Las cosas no se hacen solas, los hijos no se van de viaje y regresan vacunados contra el covid y hay que seguir chambeando para comer y darles de comer a ellos.
El lado bueno de todo esto es que logramos visibilizarlo y lo genial sería que hagamos algo para mejorarlo. Platicar con tu pareja para dividir tareas, que los hijos tengan la independencia de poner y levantar la mesa, hacer sus camas, ordenar sus cuartos, cocinarse cosas sencillas si ya tienen edad (esto es fundamental) y tratar, sobre todo, de que tengan la mayor autonomía posible con sus tareas escolares, aunque la misma educación no abogue por esto y sea tan difícil de lograr. Pareciera que les encanta que los papás metamos las narices en los trabajos de nuestros hijos y hasta en sus exámenes ¿Cuándo vamos a criar así gente independiente en la vida?
Algunas de las cosas que enumeré en el párrafo anterior –no todas- las logré y realizo en pandemia. Es lo que me ayuda a sobrevivir. Además intento, en la medida de todas mis posibilidades, de tener un tiempo chiquito para mí, en el que nadie entre, ni me hable, ni interrumpa: es sólo mío.
… Y así la llevamos: sacando la mugre de debajo de la alfombra, tendiendo los trapitos al sol y tratando de visibilizar lo feo para transformarlo en algo más vivible. Por la salud física y emocional de todos. Que así sea.