Saber, creer y sentir que siempre van a ganar
Relatos de boxeadores yucatecos en época de pandemia
¿Cómo se hace para ser, como dijo Muhamad Alí “Sabio del boxeo, maestro del baile, artista del ring?” ¿Cómo se logra, en definitiva, ser campeón? El hombre solitario, ahí arriba del cuadrilátero y frente a su oponente lo sabe: hay que tener disciplina y entrenar-entrenar-entrenar hasta el cansancio, no hay más secreto. Y de esto los boxeadores yucatecos –promesas del deporte- saben mucho y por eso el coronavirus no detiene que estén en forma, lleven una dieta estricta y entrenar todos los días. TODOS.
Y ni la pandemia los para, es cierto. Tomando las medidas de precaución pertinentes y entrenando en grupos reducidos y a puertas cerradas en Armor Box, un grupo de jóvenes boxeadores de esta tierra ponen todo de sí para ser los mejores, sabios, técnicos y aristas del ring. Los promociona Emmanuel Alcántara y son entrenados por el también matchmaker Mario Cortés.
Pablo “Rojo” Peraza es uno de ellos, “Novato del Año 2019”. Con 19 años, el boxeador yucateco se estaba entrenado en el Estado de México para un pelea a fines de marzo, cuando los carteles comenzaron a caerse por la pandemia. “Sentí una tristeza enorme porque después de eso no hubo nada y tuve que regresarme. Sin embargo desde que llegué no paré de entrenar y ojalá que pronto tengamos el ok del Gobierno del Estado para las peleas a puertas cerradas”, dice el Rojo.
Para él, el adversario es alguien a quien respeta por su fortaleza mental y física, pero siempre sube al ring con toda la actitud ganadora y sabiendo a ciencia cierta que va a ganar. El Rojo define su boxeo como de “velocidad, con golpes rápidos que abruman al rival… “Trabajo más en golpes con más contundencia a la hora de atacar”, nos dice.
Alejandro “Látigo” Morales se ganó su apodo por una zurda que sorprende con un jab que no avisa y es demoledor. Con 24 años, el boxeador veracruzano de nacimiento y yucateco por adopción es preliminarista 2019 y otra promesa del box yucateco. Cuando se enteró que la pandemia suspendía las peleas programadas, el Látigo se sintió abrumado. “Nos preparábamos para próximas peleas y vino todo esto… Me desanimé mucho pero uno no se puede quedar así, se me pasó rápido y seguimos entrenando porque el que se queda sin hacer nada, entonces pierde”, cuenta. El Látigo entrena todos los días y siente que su mayor fortaleza son sus ganas de sobresalir. “Cuando ya mi cuerpo no puede más arriba del ring, mi corazón contradice a mi mente y me dice que siga, para salir victorioso”, relata. Como Peraza y otros compañeros que ves en esta secuencia fotográfica, el Látigo no para de entrenar y seguir rutinas estrictas de alimentación, esperando que pronto aparezca ese adversario que los llevará, solos, a la gloria.- Cecilia García Olivieri.
Las imágenes son de Leslie Santos Bonilla.