Relatos de fe, amor y devoción en honor de la “Milagrosa”
Cuatro historias de vida de devotos de la Virgen de la Medalla Milagrosa le dan color a esta crónica en el día de la Santa Patrona de Chelem. Allí estuvimos para acompañarlos y vivir en carne propia la fe, el amor y la devoción que trasciende creencias y se renueva todo el tiempo
Para ir de Mérida a Chelem en camión, hay que llegar primero a Progreso. De ahí te tomas una combi en el Aki que, en 20 minutos, te deja en la Plaza Principal de la comisaría costeña.
Las combis no salen hasta que se llenan, sin embargo y aunque Emilia llegó casi corriendo, la puerta se cerró delante de ella: “Ya estuvo, se puede subir a la de atrás”, le dijo el chofer a la mujer de 63 años, menuda y flaquita. Emilia hizo una mueca como de dolor y resignación… Después de tres años, debería esperar un poco más para ver a la Virgen de la Medalla Milagrosa.
Porque Emilia viene de San Ignacio y aunque cada año, para estas fechas, iba con su familia a las festividades en honor de la Santa Patrona de Chelem, hacía tres años la vida le dio un giro de 180 grados y ya no quería ver a la Virgen de la Medalla Milagrosa.
“Dejé de venir… Mi hija murió en un accidente hace tres años y yo me sentía muy dolida y estaba como enojada con la Virgen por lo que la había pasado a mi niña… (se emociona). Este año no sé qué me pasó pero me dieron ganas de regresar a ver a la Virgen y acá estoy. Siento que mi hija María Guadalupe está con la Virgen ahorita, están las dos juntas, yo ahora lo entiendo así”, manifiesta, con una sonrisa, ya sin dolor.
Mary es otra de los miles de devotos de todas las edades que hoy llegaron a la Iglesia de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa y San Telmo para celebrar a la Santa Patrona, quien hoy tuvo su procesión por las calles de Chelem y también por la ría. Hoy mismo se hizo también su subida a la iglesia hasta el año que viene.
Llegó con su mamá cuando la misa ya había comenzado y le dejó a la homenajeada un hermoso arreglo floral a sus pies. Luego se fueron a sentar y se las veía muy conmovidas a las dos, pero contentas.
Cuando le preguntamos a Mary porqué le trajo flores a la Virgen, la mujer se quebró en llantos. Sin embargo, se llenó los pulmones de aire, se secó las lágrimas y nos contó su historia milagrosa:
“El año pasado casi muere mi nieta, chiquita, de sólo un mes de vida. Tenía una bacteria y los médicos no sabían cómo curarla, se les moría…”, nos cuenta Mary, y toma aire y otra vez y prosigue:
“Se la traje a la Virgen, así envuelta en su mantita. Me arrodillé ante ella y abrí la manta para mostarle a mi nieta y se la ofrecí. Le dije: ‘Si es tu voluntad llevártela contigo, no podemos hacer nada… Pero sino ayúdala, por favor te lo pido’, le dije.
La chiquita se moría y los médicos no sabían cómo curarla. “Era un caso perdido”, nos cuenta Mary. Sin embargo, desde la visita a la iglesia y luego que ingresaron a la pequeña Leilany, empezó a evolucionar hora a hora, día a día y hasta que se curó por completo. Mary todavía no sale de su asombro y con una sonrisa enorme y la mirada vidriosa nos dice: “Ya tiene un año, mi nieta”, y nosotros nos emocionamos con ella.
Emilio, custodio. En procesión.
Emilio Manuel Valle se presenta así, con nombre y apellido completo. Está sentado primero en la fila de la misa y, junto con nueve compañeros, es un orgulloso custodio de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Hoy el párroco los bendijo y se comprometieron a seguir llevando a la Virgen donde sea y a cuidarla y protegerla siempre.
“Nací en Chelem y desde niños nos inculcan el amor a Ella. Hace ocho años que soy custodio y cargo la imagen en las festividades. Para mí la idea de llevarla me emociona porque la Virgen nos ayuda, nos da fuerzas y siempre que le pedimos que nos proteja con salud y trabajo, ella lo hace”, cuenta Emilio.
Luego de la misa y la procesión, la Virgen fue paseada en lancha por la Ría y acompañada por cientos de personas que se subieron a otras lanchas, muchos de ellos pescadores junto a sus familias.
Allí encontramos a Jesús e Isauro, papá e hijo y los dos pescadores. Isauro prepara la lancha para acompañar a la Virgen en su paseo y nos cuenta: “Hace años pasé a morirme… Estuve dos meses ingresado porque me entró materia en el hígado. Le pedimos mucho a la Virgen y ella me ayudó, así que hoy vengo a agradecerle”, relata, mientras desamarra la lancha y parte junto a su Santa Patrona.- Cecilia García Olivieri.