Regreso a clases… Sin mochilas y con un hartazgo a flor de piel
Sábado Sudaca
Por @LaFlacadelAmor
Si sacamos cuentas, hace poco que comenzó el nuevo ciclo escolar. Todavía no pasamos el medio año de clases y regresar en pandemia es como una patadita en las encías, o por lo menos así lo siento como mamá de dos: una en secundaria y el otro en primaria.
Otra vez a rogarle al universo que haya buena conexión a internet, que la compu “arranque” rápido, que no se cuelgue, que no los saque, que los escuchen, que ellos escuchen y todos los derivados de las clases por Zoom que ya nos conocemos como las palmas de nuestras manos. Y que entiendan la clase, a los maestros, que hagan la tarea, que se conecten en tiempo y forma y todo eso también…
Aunado a esto, tengo a la mayor con los sábados ocupados cursando por Microsoft Meet el propedéutico para ingresar a la Prepa 1 (recen por ella) y esto nos provoca más ansiedad y cansancio.
Añoro preparar mochilas, viandas, verlos irse dormidos y regresar a casa con novedades de cómo la pasaron en la escuela. Añoro también no verlos durante varias horas, extrañarlos y abrazarlos cuando regresan. Añoro más que no haya confinamiento ni pandemia y que ellos puedan sociabilizar medianamente como lo hacían antes, porque la realidad es que están encerrados desde marzo del año pasado. Está cabrón.
En varias notas y columnas abordé el tema de la invisibilización de los chicos en pandemia y cada vez me preocupa más el tema. En algunos países ya volvieron a las escuelas y en otros el regreso a clases presenciales es un debate nacional porque los niños -sin comorbilidades y la mayoría asintomáticos al covid-19- no padecen el virus como un adulto.
Aquí en México ni se menciona el tema del regreso a clases presenciales… Es más, Chiapas y Campeche están hace semanas en semáforo verde y los chicos siguen en confinamiento. Ni el exhorto de esta semana pasada del presidente Andrés Manuel López Obrador a volver a clases en las escuelas ha hecho reaccionar –hasta ahorita- a las autoridades de estos dos estados.
Ya sé, paciencia… El virus no se fue a ningún lado, sigue entre nosotros y la situación está complicada en todos lados. Lo que más me inquieta y me pone mal es que no se piense en los chicos ni un poquito. Porque por un lado no vuelven a clases y por otro no serán vacunados los menores de hasta 16 años hasta 2022, aproximadamente, ya que no se han realizado ensayos de las vacunas en estos rangos de edades.
Pero los chicos están, como el virus, ellos tampoco se fueron a ningún lado. Y sienten, piensan, están hartos, cansados, ansiosos y viven la pandemia con tantas incertidumbres como nosotros. Pero seguimos invisibilizándolos, siguen encerrados y muchos viviendo situaciones tremendas entre cuatro paredes ¿Alguien los ayuda? ¿Qué autoridades ve por ellos? ¿Quién los protege? ¿Adónde llaman o con quién acuden si tienen un problema en casa?
Sin embargo la nave va… O no va, no se mueve, pero todo fluye de alguna extraña razón, nos guste o no. Y el lunes arrancan de nuevo las clases y ojalá los maestros sean más empáticos que nunca con los chicos y los papás o quienes los cuidan también. Si nos toca vivir un 2021 incierto, no nos olvidemos que a ellos también y la mayoría de las veces la resiliencia que los más chicos tienen nos enseñan a nosotros los grandes a ser mejores.
Mucho amor, paciencia, salud, disfrute y futuro más claro para nuestros chicos, de todo corazón.