“Quiero saber qué clase de hombre he sido, soy y quiero ser”
Finalizó el taller de masculinidades y prevención de violencia de género “Menos machos, más apapachos” y Raúl Medina dice que no es el mismo hombre que antes de empezar, afirma que es mejor. Como participante nos contó cómo les fue y porqué es necesario continuar con este ejercicio de masculinidades diversas
“Entre menos machos, más apapachos”, así se llamaba el taller y a Raúl Medina Quintal le dio muchísima curiosidad. Porque era un espacio orientado a hombres, porque él es hombre, porque trataba el ejercicio de las masculinidades y prevención de violencia de género… Pero sobre todo porque Raúl quiere trabajar en tres temas y lo dice así: “Quiero saber qué clase de hombre he sido, soy y quiero ser”.
Estos talleres exclusivos para hombres y organizados por el Instituto de la Mujer de Mérida se realizaron en varias sesiones durante el mes pasado y fueron un éxito rotundo, sin deserciones y asistieron hombres de todas las edades, oficios y profesiones. La diversidad fue notoria y bienvenida para un trabajo fluido. Y los talleres continuarán, estén pendientes…
Y nosotros quisimos saber de qué se trató este tema de “Menos machos, más apapachos” y Raúl -32 años, licenciado en Comunicación Social- se prestó encantadísimos a darnos una entrevista contarnos con detalle y desde su óptica de qué se trató el taller y porqué es necesario que haya más actividades de este tipo. Entérense:
¿Estabas nervioso o ansioso antes de comenzar el taller? ¿Por qué?
Nervioso y ansioso porque desconocía exactamente de qué iba a tratar. Sobre todo por el título: “Entre menos machos, más apapachos”. Sin embargo, el tema me interesa desde que tomé un curso sobre violencia de género por mi trabajo en la Secretaría de Seguridad Pública.
¿Te juzgaron por tomar este taller? ¿Qué te dijeron? Hombres y mujeres
Nadie me dijo nada negativo, realmente. A las mujeres de mi círculo cercano a las que les platiqué que tomaría el taller, me felicitaron por ocuparme del tema. Yo lo hice para mi beneficio y el de los demás, ese es mi objetivo, porque quiero ser un agente de cambio en este tema. De los hombres no recibí ninguna burla ni chascarrillo. Creo que si hubiera tomado el curso hace diez años, inmediatamente hubiera habido etiquetas y tachas sociales, pero no en estos tiempos que vivimos.
¿Cómo viste a tus compañeros de taller?
Éramos más de 20 hombres, de edades variadas. Había desde chicos que están en la universidad, hasta señores casi de la tercera edad. Me sorprendió porque nunca pensé ver tanta variedad no sólo de edades, sino también de oficios y profesiones.
¿Y a los profesionales hombres que dieron el taller?
Se me hizo súper bien que lo dieran hombres y que compartieran esas ganas de que, como hombres, empezáramos a cambiar. Vimos todo desde la perspectiva masculina y eso nos ayudó mucho y se agradece.
¿Cómo fluyó todo durante las sesiones?
El primer día todos teníamos cierta incertidumbre sobre los temas que íbamos a tratar, pero con el paso de las sesiones hubo integración, apertura y sobre todo mucha reflexión. Hablamos mucho de ser hombres y de la masculinidad hegemónica que ejercemos y la necesidad de buscar masculinidades alternativas, sobre todo encaminadas a la prevención de la violencia de género. Se reflexionó mucho también sobre los mandatos sociales como tales y las masculinidades que, desde la infancia, empezamos a conocer. A los hombres se los cría para que sean fuertes, proveedores y no lloren y eso ya se vive en el primer grupo familiar. Así vamos creciendo y arrastrando cómo ser hombres y cumplir con esos mandatos y si no lo haces, se van cerrando tus círculos.
Seguramente lo escuchaste muchas veces: “No soy machista, pero”… Completa la oración
Muchos hombres piensan que no son machistas porque no ejercen acciones de violencia. Son los mismos que le dicen a una mujer: “Si te pasa algo, yo te protejo”, cuando deben empezar en realidad a prevenir la violencia y desde la educación en casa. Por ejemplo, con el movimiento 9M (paro nacional de mujeres #UnDíaSinNosotras): Son los hombres los que le dan el permiso a las mujeres para no ir a trabajar y esa es una forma de no perder la hegemonía de poder. O los que les dicen a las mujeres: “Si quieres igualdad, esfuérzate más”. Hay que tratar de “entender” la desigualdad que siempre han tenido las mujeres para empezar a trabajar en eso.
Los mandatos sociales existen también para las mujeres…
Sí, claro, así fuimos educados. Yo he visto a mi hermanita plancharle las camisas a mi hermano, cuando él podía hacerlo perfectamente. Los mandatos sociales hay que trabajarlos desde los dos lados, sin duda.
¿Alguna actividad que te haya marcado? ¿Por qué?
El último día escribimos una carta a otro hombre –podía ser un amigo o un familiar- para invitarlo a reflexionar sobre las masculinidades. Me gustó mucho esta actividad porque pude plasmar lo que realmente yo sentía y pensar en cuáles son mis amigos a quiénes dedicársela. Voy a cumplir 33 años y me pregunto qué clase de hombre he sido, soy y quiero ser. Ha sido un parteaguas este taller y me permite hacer más cosas por mí y por la sociedad.
¿Alguna actividad que para ti haya sido necesaria y no se hizo o no se profundizó?
Quizás una dinámica para involucrar en el taller a un hombre de afuera. O sea, invitarlo a participar para “sembrarle la semillita” y así quiera continuar. Eso estaría padre.
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Acorde con el nombre del taller: ¿Se apapacharon mucho?
Hubo apapachos y abrazos… Fuimos a reflexionar y nadie desertó. Me gustaron las actividades en las que nos saludábamos, dábamos un abrazo y nos preguntábamos ¿Cómo estás? ¿Cómo estuvo tu día?, todo a conciencia. Fueron dinámicas integradoras muy buenas y para poner en práctica.
¿Para ti quién debe tomar estos talleres?
Las cosas impuestas a nadie les gusta. Hay empresas e instituciones de gobierno que dan estos talleres y esta vez fue la primera en la que, voluntariamente, nos reunimos más de 20 hombres a tomar el taller. Esta actividad debe ser para todos los hombres, sin duda.
Raúl quintal ¿es el mismo de antes de empezar el curso de masculinidades? ¿En qué cambió?
Definitivamente no soy el mismo porque empiezo a cuestionarme mis acciones y a observar más a los demás. El taller cubrió el objetivo que yo tenía y que quiero trabajar en mi círculo cercano personal y laboral para ser un agente de cambio.
Entonces ¿Entre menos machos, más apapachos?
Totalmente y te cuento una anécdota para cerrar: El otro día fui a visitar a mi hermana, saludé de beso a mi sobrinito y cuando fui a saludar a mi cuñado, él me extendió la mano y yo le dije: “Dame un beso, cabrón, no te va a pasar nada, eres mi cuñado…” Y nos saludamos de beso con abrazo y seguimos con nuestras actividades, como siempre, en pleno domingo familiar. Fue una muy buena experiencia.- Cecilia García Olivieri.
La masculinidad en todos los países es diferente. Es notable el deseo de cambiar. Felicitaciones a los hombres por el camino elegido.
Gracias por el comentario, Vale!!! 😀