Presión
Columna Butaca Alta
Por Roberto Acevedo
Hace algunas semanas fue noticia mundial el abandono de Naomi Osaka de Roland Garros, uno de los torneos de tenis más importantes del mundo, clasificado Gran Slam, que se celebra en París, Francia.
La jugadora de origen japonés y haitiano y una de las favoritas para ganar ese torneo, señaló vía Twitter que no asistiría a una rueda de prensa después de ganar su respectivo partido, lo que le provocó una multa de 15,000 euros por parte del comité organizador.
En su defensa, Osaka manifestó que es una persona introvertida, con episodios depresivos y de ansiedad, provocada ésta última por la posibilidad de presentarse ante la prensa.
Si bien explicó que su problema no es con la prensa ni con el contenido de sus preguntas, sino es un asunto de salud mental, al final la número 2 del mundo decidió abandonar el torneo ante el revuelo de sus palabras.
Muchos jugadores de tenis profesional le expresaron su apoyo y otros tantos señalaron que debió comunicar al comité organizador su situación.
Lo que es una realidad es que probablemente Naomi, por más que quiera, no puede controlar sus emociones. Tal vez pueda controlar sus habilidades deportivas pero no las emotivas, y así de complejo es el cerebro humano.
Puede parecer un tema menor pero no lo es, ya que la salud mental es algo que no se aborda mucho en el mundo deportivo.
A todos nos enseñan que el deporte es una base para adquirir personalidad, valores y sobretodo una mentalidad que nos ayuda siempre a salir adelante.
¿Qué pasa cuándo no es así?
Siempre esperamos que los jugadores profesionales sean personas que no tienen derecho a equivocarse, cuando una de las principales condiciones humanas es el error.
Pensamos que por el perfil deportivo que desarrollan no tienen derecho a tener un mal día, un mal mes o un mal año.
Debe ser muy fuerte la presión de tener que ser en todo momento un ejemplo ante los aficionados, tanto en su vida personal como profesional. Esto sin tomar en cuenta alguna condición emocional no controlada como puede ser la presión, depresión o la ansiedad, que pueden surgir en cualquier momento.
En un mundo donde pedimos mucha tolerancia y respeto a quienes no piensan o sienten como nosotros, resulta absurdo que pidamos que los deportistas sean casi, casi perfectos, sin derecho a equivocarse y mucho menos a no tener problemas de salud mental.
Cuántas veces no se ha sabido de los linchamientos públicos sobre deportistas en la redes sociales por una mala actuación en su deporte, al grado que muchos prefieren cerrar estos espacios que deberían ser un puente de comunicación y no una plataforma de odio.
Muchos dirán que para eso se preparan toda su carrera deportiva: para saber lidiar con la presión o cualquier otra situación emocional, pero eso no quiere decir que todos están listos para eso.
Deberíamos valorar que a la par de carreras deportivas, también es importante la salud mental, y si en algún momento algún deportista señala tener algún problema de ésta índole, lejos de exigirle resultados y actitud positiva para salir adelante, se le debería canalizar con algún especialista que le ayude.
Es un gran avance que este tipo de temas salgan a la luz pública para que se hable de sus consecuencias y la manera de abordarlos.
Espero que Osaka no se vaya a retirar de torneos por su condición de salud mental, por el contrario ojalá que encuentre en la prensa, organizadores y los aficionados, la paciencia, aliados y empatía para entender su situación.
Sin duda en el mundo deportivo no hay sólo una Naomi Osaka con problemas, lo más seguro es que existen muchos más, en muchos deportes que no se atreven a hablar de su salud mental por la reacción de la gente.
Dejemos de ser muy severos con ellos y entendamos que necesitan ayuda para ser mejores deportistas, pero sobre todo mejores personas.