Política y deporte no se llevan
Columna: Butaca Alta
Por Roberto Acevedo Acosta
Algo raro está pasando en la política mexicana porque el presidente Andrés Manuel López Obrador en días pasados salió a los medios a manifestar su “preocupación” por la fusión para México entre Disney -dueños de ESPN- y Fox, que ya fue aprobada en los Estados Unidos y empezará en abril de este año. Y es que según el político mexicano afectaría a los aficionados aztecas porque acapararía el mercado futbolero mexicano.
Actualmente Fox tiene en exclusiva a cinco equipos: Monterrey, León, Pachuca, Tijuana y Santos. Estas escuadras reciben una importante suma de dinero por sus derechos de transmisión.
Según entiendo el “temor” del presidente mexicano sería que la fusión arrojaría un monopolio poderoso que afectaría a la afición mexicana porque tendrían que pagar por ver a sus equipos favoritos. Actualmente cada equipo tiene la libertad de negociar sus derechos de transmisión ya sea con televisoras con señal abierta o por medio de cable.
Suena un poco rara la postura de López Obrador porque los equipos profesionales pueden manejar a su conveniencia e intereses sus derechos de transmisión por la sencilla razón que son entidades particulares y no hay ninguna restricción en estos momentos para evitar este tipo de negociaciones. Esa libertad que gozan actualmente los clubes mexicanos es la razón por la que aceptaron los tratos que les propuso en este caso Fox a los equipos con los que tiene en exclusiva.
La Liga Mx se maneja en términos comerciales por la ley de oferta y demanda, y la libre competencia. Lo que omite en su reflexión el mandatario es que al querer restringir a Disney-Fox está favoreciendo a Televisa y TV Azteca. Parece que ignora que Televisa también controla el 60% de la televisión de cable en México, lo que le permite poner muchas condiciones a los equipos de fútbol como es la programación de los partidos de acuerdo a la conveniencia de sus intereses comerciales.
A mi entender se pretende evitar una competencia entre empresas nacionales (Televisa y TV Azteca) y extranjeras ( Disney-Fox), lo cual contradice lo que debe ser un libre mercado.
En ese sentido tanto Disney con su marca ESPN y Fox con su versión de Fox Sport abarcan más del 70% de la barra programática de contenidos deportivos en la televisión mexicana. Tanto abierta como en cable y casualmente mucho de su éxito se debe a que ambas empresas han reclutado al talento: locutores, productores y analistas que las otras televisoras mexicanas han desechado.
El modelo mexicano es perfeccionable pero no es el único en el cual poderosas empresas de comunicación incurren en la obtención de los derechos de transmisión.
Por ejemplo, para los derechos de la Premier League de Inglaterra, la empresa Sky pagó cerca de 8,000 millones de dólares por un paquete de cinco años por la transmisión del fútbol británico. Aquí es importante recalcar que ese dinero que se obtiene se divide y se va a los equipos, de tal manera que la economía de todas las escuadras involucradas mejoran sustancialmente y con lo cual pueden pagar los sueldos a jugadores y por consiguiente es una liga de altísimo nivel que atrae a fanáticos de todo el mundo.
Ese mismo modelo lo tiene la Liga de España. En ambos casos es una sola empresa que compró el paquete y al parecer este modelo de negocios funciona. Y lo más importante es que ningún gobierno europeo sale a decir que le preocupa este tipo de acuerdos.
Aquí lo interesante es saber qué sucederá con los contenidos de ESPN y Fox. No está claro si al fusionarse va a desaparecer alguna de las dos cadenas o qué va a pasar.
En el peor de los casos esta fusión va a obligar a la competencia -entiéndase televisión abierta- a mejorar sustancialmente si lo que pretenden es tener más presencia en el mercado nacional.
Ojalá el presidente saqué este asunto de su agenda porque la posibilidad de una mayor competencia no está afectando al fútbol mexicano, al contrario lo está abriendo más y en beneficio de los equipos y el espectáculo. Nadie quiere esos tiempos en donde el monopolio de Televisa manejaba todo en materia de derechos de transmisión y el consiguiente poder que eso implicaba.
Lo que si debe hacer el estado mexicano es tener reglas claras para que la competencia se dé en buena lid.
Ya existe un antecedente similar en términos de participación del estado en el fútbol cuando en 2009 el gobierno de Argentina se hizo del control de los derechos de transmisión de todos los partidos de su liga profesional bajo el programa “Fútbol para Todos”, mismo que terminó ocho años después de su inicio con un gasto multimillonario que finalmente se hizo a un lado para darle paso a empresas privadas para el manejo y comercialización de los partidos. Pero más allá de que el fútbol estaba a disposición de todos, no se sabe si esta participación gubernamental haya traído una mejora en términos generales al fútbol de ese país.
Lo dicho: Dejemos que entidades privadas busquen la mejor manera de hacer buenos negocios que a su vez se traduzcan en mejores jugadores, estadios y un deporte con una mayor calidad, sin ningún tipo de intromisión gubernamental.