Playa Incluyente, fundamental y necesaria para el disfrute de todas y todos
Emanuel llegó con sus papás Martha y Mario. Gracias a las rampas de madera y a las cómodas palapas, pudo ingresar a la playa sin problemas y ahora está mirando el mar, absorto. Emanuel es un chavo con una discapacidad neuromotora y, gracias a la Playa Incluyente que está al final el Malecón Internacional de Progreso, vino desde Mérida con su familia a disfrutar del mar. Aquí te cuento de qué se trata este maravilloso espacio que cada vez se vuelve más importante y necesario en nuestra costa.
Porque venir a la playa puede ser algo tan común para todas y todos, que ni nos damos cuenta de que podemos disfrutar de esta costa preciosa sin necesidad de rampas, por ejemplo. Sin embargo, si anduviéramos en sillas de ruedas, el acceso a la playa y al mar sería casi imposible.
La Playa Incluyente de Progreso existe hace dos años gracias al DIF y al Ayuntamiento de Progreso. Y lo maravilloso es que cada vez se acercan más personas discapacitadas o de la tercera edad a disfrutar de sus servicios TOTALMENTE GRATUITOS.
“Tenemos rampas de acceso, lugar para convivir en las palapas y con las sillas anfibias pueden meterse al mar. También les ofrecemos paseos por la orilla y clases de acuaterapia, todo gratuito”, nos cuenta William Hidalgo Chi, guardavidas y coordinador de este espacio junto a su colega Roger Gómez Molina.
William nos comparte que, a través del DIF Progreso, también hacen eventos con niñas y niños con discapacidades de albergues y escuelas. “Todos los que vienen aquí pasan momentos lindos y disfrutan el día, de la playa y el mar”, explica.
Mientras tanto, Emanuel y su mamá y papá Martha y Mario están comiendo en el espacio de la Playa Incluyente, cómodamente a la sombra y mirando el mar.
“Es la segunda vez que venimos desde Mérida a la Playa Incluyente. A Emanuel le hace muy bien la playa y me parece genial que existan lugares como este… Es más, deberían existir más porque es imposible mover la silla de ruedas en la arena y aquí tenemos todas las comodidades”, relata mamá Martha, mientras su hijo la acaricia.
Justo ayer, por la presencia de mantarrayas en la orilla de mar debido a la marea roja, Emanuel no pudo ingresar al mar en la silla anfibia, pero ya habrá una próxima vez. “Todavía no probamos estas sillas, pero volveremos pronto porque aquí la pasamos muy bien en familia”, concluye Martha, abrazada a su hijo.
No dejen de ir y cuéntenle a otras personas sobre la Playa Incluyente. Ojalá existan más lugares así en nuestra costa.- Cecilia García Olivieri.