Okupas, relato de una historia que se hizo eterna
Sábado Sudaca
Por @LaFlacadelAmor
A finales de 2000, ni pensábamos en el formato de series a las que hoy estamos acostumbrados. Excepto por Los Sopranos que ya iba por su segunda temporada, todavía faltaba mucho para esa nueva etapa de la tele con guiones atrapantes, personajes reales y complejos, realismo contra todo las vicisitudes y una continuidad en las historias a prueba de balas.
Y en Argentina –donde todo esto era desconocido hasta entonces- a Bruno Stagnaro se le ocurrió escribir y dirigir “Okupas” y esta miniserie que ya puedes ver en Netflix, anticipó todo lo que vendría después. Sentó sin duda precedente en una nueva forma de contar historias. Yo no tuve chance de verla en Argentina en 2000 (vivía en México en aquel entonces), pero acabo de devorar los 11 episodios por Netflix y me quedé con ganas de más. Pero siempre no. Okupas es una gran historia con final y a dos décadas de su estreno sabemos que no tendrá continuidad. Aunque en la vida real los okupas siguen existiendo, aquí, allá y en todos lados.
Ricardo (Rodrigo de la Serna) es el protagonista, un chico de clase media que abandonó la carrera de Medicina y anda un poco perdido en la vida, sin rumbo. Su prima le pide que cuide una casona que había sido “tomada” y acababan de desalojar en el barrio porteño de Congreso y Ricardo -sin demasiadas metas en el horizonte- le dice que sí. Y convoca a El Pollo (Diego Alonso), un amigo de la primaria de origen humilde y quien acaba de romper relaciones con una banda de ocupantes y delincuentes del Dock Sud (zona marginal del Gran Buenos Aires). A esta dupla se le suman Walter (Ariel Staltari), un paseador de perros “rollinga” y El Chiqui (Franco Tirri), un grandote que vive en la calle y pide monedas.
Y ocupan la casa, con todo lo que eso implica. De deambular y vivir en la calle, estos “pibes” se hacen de esta propiedad como “okupas” y ahí arranca todo. Durante 11 episodios, las historias se hacen cada vez más densas y el eje principal es el enfrentamiento que tienen con la banda del Dock Sud, liderada por el “Negro Pablo” (Dante Mastropierro), un chaparro con mucho poder que te pondrá los pelos de punta.
Okupas es cruda y descarnada. No hay maquillaje, es directa y fluye con una honestidad brutal. Una de las cosas para destacar del guion de Stagnaro y que me logró incomodar en varias ocasiones, fue el nivel de tensión que manejan las escenas. Algunas veces dices: “que acabe esto”, “que haga algo”, “que se vaya o que lo mate”, porque los segundos pasan y la cabeza te vuela en mil pedazos en posibles desenlaces. Stagnaro juega con los límites y lo hace bien. Eso habla de un buen guion, de buen “time”.
Y esa crudeza en la historia de Okupas viene, también, del cruce de clases sociales, sin duda. De una mirada clasemediera sobre un mundo marginal, hostil, violento, de fierros (armas) y mucha dureza… Pero a la vez vulnerable, de mucho cariño, desalojos y hambre. Y el vínculo que se generan entre los personajes es fuerte, fiel y afianzado en medio de tanta locura.
Okupas tiene, además, excelente música. Sin embargo, lo que vas a ver en Netfilx no es totalmente la banda de sonido original, ya que por derechos de autor bajaron muchos temas, sobre todo extranjeros. Igual vas a escuchar rock argentino y de hace décadas, clásicos sudacas muy disfrutables de Pescado Rabioso, Sui Géneris, Almendra, Vox Dei, Sumo y Manal, entre otros.
Y como te decía, no esperen segunda temporada…Se estrenó hace 20 años y fue pensada en todo momento por Stagnaro como una miniserie de 11 capítulos y ya. En una entrevista dijo: “Era un programa hecho con muy poca plata (dinero) que se concretó en base a compromiso y afecto de los que lo hicieron. Y siempre sentí que la historia esa había terminado. Intentar sacarle un jugo adicional me parecía –y me parece– bastardear un poco el proceso y a los personajes”.
Y está bien, el creador y director sabe lo que hizo. Véanla, debo confesar que el cierre no fue mi preferido, pero Okupas vale la pena toda, no sólo por el último episodio. Y seguro se les pegan miles de frases argentas de pibes okupas y diálogos inolvidables. Después de todo, gente como estos pibes hay en todos lados y esta es una mirada muy bien contada, profunda, sin piel y directa de un punto del planeta que se perpetua, queramos o no.