Personaje dela semana: Elsy, la juguera

Brava, guerrera y de una honestidad impredecible, Elsy Pérez, la juguera más famosa del mercado Lucas de Gálvez, sirve los jugos más ricos y frescos mientras habla de la vida y aconseja a sus clientes, quienes la escuchan absortos

Si existiera un medidor de “Honestidad brutal” y se lo conectaran al Elsy Pérez Campos, saltarían números rojos.

Porque Elsy, la juguera más famosa del Mercado Municipal Lucas de Gálvez, no tiene pelos en la lengua y te dice las cosas sin vueltas, al grano, de frente y marche. Y mientras tanto, te sirve un jugo delicioso –del sabor que quieras- hecho con fruta y verdura fresca que corta delante de tus ojos.

Si entras al mercado más concurrido de Mérida, tomas el primer pasillo a tu derecha y ahí está el puesto de Elsy, juguera desde hace 44 años. Te das cuenta que llegaste también porque ya la escuchas parloteando, mientras prepara los jugos. Los clientes se amontonan para comprarle pero también para escucharla, porque sea el tema que sea, ella te habla de frente, sin tapujos, tiene un colorido lenguaje de malas palabras dichas de una forma que te hace soltar la risa y siempre, siempre, suelta verdades.

 Porque además de honesta a la enésima potencia, esta mujer de 68 años es brava y una guerrera. Había abierto el puesto de jugos con su esposo pero enviudó cuando tenía 25 años. Con tres niños de siete, cinco y tres años, tomó las riendas de su familia, por ella y por los suyos.

“Empecé el negocio con mi difunto marido pero él murió en un accidente de moto. Yo tenía los tres chicos y tuve que enfrentar todo sola, por chingona y valiente, sólo diosito me ayudó ¿Qué cómo le hacía? Traía a mis hijos acá y estaba todo el tiempo diciéndoles ‘No se trepen a la escalera’ y se trepaban y se partían su madre. Nadie me ayudaba, mi suegra me dijo que era harina de otro costal porque pensaron que, como estaba joven, me iba a buscar a otro rápido”, relata.

Y sí volvió a conocer el amor en dos oportunidades más en su vida, pero ahora está sola porque así lo prefiere. Y siempre para adelante.

“Es que ahora los hombres, sin ofender a nadie… (hay clientes masculinos que esperan sus jugos mientras ella platica como si estuviera en un escenario con público), puro hijoeputa hay. Yo trabajo y nadie me va a mantener. Cada una debe ver por sí misma y por su familia”, remarca.

Elsy nació en Mérida pero de pequeña regresó con su familia a Sotuta, de donde era oriundo su padre. Como la situación económica estaba complicada, decidieron vivir en Mérida y desde entonces Elsy tiene su casa en Xcalachén, el famoso barrio de la chicharra.

De 7 am a 7pm, esta mujer trabaja los 365 días del año. Dice que nunca más volvió a convivir con un hombre y que su único novio, marido y amante es Dios. “¿Para qué quiero macho si yo trabajo y gano más que ellos?”, pregunta y responde al mismo tiempo.

Mientras atiende a los clientes llegan Javier y Blanca, dos de sus hijos. Todos en la familia son jugueros y aunque Elsy habla fuerte y parece muy brava, cuando se dirige a ellos lo hace con suavidad y diciéndoles “Mi amor” o “Mi cielo”.

Ella sabe que la gente la quiere por su honestidad y por eso vienen a verla y hasta le piden consejos, como Aracely y Alejandra, dos chavas de 25 años que vienen hace tiempo a tomar jugo y a platicar con Elsy.

“Ella nos da otra visión de la vida y hay veces en que necesitas una opinión neutral… Bueno,aquí tenemos a Elsy para escucharla. Ah, y además los jugos están deliciosos”,explica Aracely, después de tomar un “energético”.

Elsy se forjó un destino sola y con cuatro hijos. Le preguntamos si antes era más fácil que ahora para una mujer sola, pero ella no cree en eso.

“Nada es difícil en la vida si tú lo quieres hacer, sólo tienes que ser valiente y audaz y sobretodo debes aprender a reírte de la gente que habla mal de ti”, aconseja.

Así que ya saben, si se les antoja un consejo y un delicioso jugo fresco (los precios van de$15 a $30 y el de chaya con naranja está delicioso), vayan a verla a Elsy. Ah,y si le caes bien, hasta de abrazo te despide.- Cecilia García Olivieri.