“Matar a la madre”
Columna Jueves Sudaca
Por @LaFlacadelAmor
Ayer -primer miércoles de mayo- arrancó en el mundo entero la Semana de la Salud Mental Materna. Y si la salud mental es la “hermanita incomprendida” hasta el momento del sistema de salud, ni les cuento lo que le toca a la salud mental materna.
El objetivo de esta semana que acaba de empezar es la de elevar la conciencia acerca de los problemas de salud mental materna a fin de que las mujeres busquemos ayuda, recibamos tratamiento adecuado y reduzcamos el sufrimiento, el estrés y la angustia que muchas veces –más de las que te imaginas- nos hace transitar la maternidad.
Esta semana pretende sensibilizar y visibilizar la importancia de mejorar, además, los recursos de los gobiernos destinados a la prevención, detección y tratamiento de trastornos mentales, sobre todo en el embarazo y tras el primer año de nacimiento.
¿Se termina ahí el tema? ¿Dejamos de ser madres cuando los hijos pasan el año? No señora, no señor… Si necesitamos salud mental como mamás, nos urge más aún cuando los chicos crecen y nos dedicamos a criarlos, trabajar, ocuparnos de la casa, de las tareas, de que si se enferman, si estudian, si comen bien, si se bañan, si están tristes o contentos. O sea, si la salud mental materna es importante en los períodos prenatal y postnatal, ni te cuento cuando los chicos son “toodlers”, transitan la primaria o se vuelven adolescentes. Un profesional de la psicología para mí “rait nau”, por favor.
El otro día leía que la salud debe ser un estado de equilibrio biológico, emocional, social y económico y es acertadísima la definición. Como mamás, la remamos todo el tiempo y si estamos sanas, pero emocionalmente quebradas o sin trabajo o sin dinero, la salud vale madres porque tienes quemada la cabeza. No hay, no existe salud mental, brilla por su ausencia. Pero hay que seguir maternando, eso está, es un hecho. Los hijos son radicales en su permanencia.
Y meterle para adelante en un universo que te exige ser “multitasking”, que te obliga a ocuparte de mil cosas a la vez con los hijos a cuestas, que muchas veces te juzga por el solo hecho de criar a tu manera y que además te grita en la cara que tienes “bendis” cuando los hijos no son bendiciones, son hijos que nos envuelven en una intensidad que nos desarma de amor, pero también a veces nos ahoga. Si todo esto pasa, ahí vamos por mal camino. Así, la salud mental de las mamis se va al carajo.
Demasiada presión, gente… Y la salud mental materna sigue siendo un tabú porque la misma sociedad la deshumaniza, no le da su espacio, “no le cree nada”. Urge visibilizar la invisible, urge que la hermanita incomprendida sea escuchada: primero por nosotras mismas (escúchate), después por nuestros seres queridos y así ir escalando en nuestro entorno hasta llegar a los gobiernos, escuelas, instituciones… Al todo. Porque todos tienen una mamá y todos saben lo que implica ser madre, te haya tocado o no.
Voy a decir algo fuerte. Bah, no lo dije yo, lo dijo la psicoanalista argentina Nancy Gil y me pareció fabuloso: “Hace mucho digo que hay que matar a la madre. Matar a “la madre” (en su sentido sacralizado, estereotipado e ideal) sería lo mejor que podríamos hacer por su salud mental. Sacarla del encorsetamiento, descentralizar y socializar los cuidados a los que fue empujada, incluso desde los discursos más progres y nacidos desde la contra hegemonía”.
Gracias Nancy, estoy totalmente de acuerdo contigo. Porque si nos ponemos a pensar un momento en que la madre no existe y que en realidad estamos hablando de una persona como cualquier otra que ejerce una función, vamos a descomprimir y entender mucho, más y mejor todo. Sacralizar a la mamá, celebrarla con bombos y platillos el 10 de mayo y el resto del año que siga invisible, no suma, más bien es una patada en el medio de las encías.
Como dije el año pasado: a mí que no me celebren el 10 de mayo. A mí que me celebren todos los días con respeto, amor, compresión, empatía y compasión. Yo haré de mi parte todo para merecerlo. Quien te dice que esta es una forma de empezar a visibilizar lo invisible.
Si eres mamá y necesitas ayuda, no dejes de pedirla. Acude a tu entorno de confianza o a un profesional de la salud. Nuestra salud mental materna debe ser cuidada como oro porque estamos criando humanos. Hazla valer.