Logic, el rapero que “Siempre había odiado leer”, transita de la canción a la literatura
“Hago canciones y escribo porque con las drogas no voy a solucionar mis problemas”, afirma Bobby Hall, el rapero blanco con más éxito desde Eminem, quien debuta en la novela con una fantasía esquizofrénica que aborda con humor sus demonios. De cómo hacer rap puede convertirse en un aliciente para escribir
Bobby Hall empezó a escribir su primera novela hace cinco años después de lo que podríamos describir como un ataque de bulimia literaria. “Siempre había odiado leer”, explica. “Me aburría, incluso me producía enojo. Muchos libros me hacían sentir tonto y otros me provocaban sueño”. Cuenta también que esa reacción le resultaba incómoda porque, a pesar de querer leer, nadie -ni sus padres ni el sistema educativo- le había enseñado a manejarse a través de las páginas, ni a detectar los libros que podían engancharle. “Estaba obsesionado con los cómics”, confiesa, “pero no podía comprarlos, y los libros aún menos, y esa es la razón por la que no empecé a leer de verdad hasta que cumplí los 25”.
Cuando tuvo un cuarto de siglo, Bobby Hall empezó a ganar dinero, tras abrirse camino en la escena musical de Estados Unidos como el rapero blanco de más éxito después de Eminem. Lo hizo con el nombre artístico de “Logic” y lleva ya ocho discos en su cuenta, publicados a un ritmo frenético entre 2014 y 2019 que quizá entre ahora en letargo.
DESPEDIDA ¿TEMPORAL?
Su último disco, Under pressure, llegó a los escaparates la semana pasada con la vitola de significar su despedida (¿temporal?) de la música. Lo que importa ahora es que, mientras otros artistas de hip hop han aprovechado el éxito para comprarse una mansión y un descapotable, a él le dio por acaparar novelas. No comenzó por Harry Potter, pero casi. “Empecé con La máquina del tiempo, de H.G. Wells, con las novelas de Indiana Jones, con Blade Runner y todo lo de Michael Crichton. Mi libro favorito es Ready player one [de Ernest Cline, uno de sus padrinos]”. Y tras la emoción de descubrir ese mundo antes vedado, y en pleno subidón, decidió que no era suficiente con el empacho de lecturas, y que él también quería escribir.
Técnicamente, Bobby Hall ya era escritor: como autor de sus propias letras -versos confesionales plagados de referencias a los videojuegos, el manga, la cultura pop y sus problemas con la depresión-, se cuenta entre los letristas más honestos del hip hop independiente y no ha tenido problemas en conectar con las emociones y los miedos de los chicos de su generación, que le siguen por millones en las redes sociales. Ahora bien, aunque hay raperos que han dado el salto al libro -desde Chuck D, de Public Enemy, a nuestro Tote King-, la transición de la canción a la novela no es habitual ni fácil.
ESTILO VELOZ, DIRECTO Y CONTUNDENTE
“Mientras leía aquellos libros me dije: ‘si esta gente ha podido hacerlo, yo también’. Mi novela es la de un tipo normal que explica una historia a su manera. Me dije que quería pasármelo bien, y así lo hice”. El resultado de su empeño es Supermercado (Temas de Hoy, 2020), una novela que entró en el circuito norteamericano de 2019 como un superventas y que, pese a su flagrante inexperiencia, conquistó al público que, por generalizar, gusta de los thrillers y del estilo veloz, directo y contundente de los best sellers. Que el autor fuera una joven estrella del rap le daba al proyecto un toque de márketing nada despreciable, como también lo hacían las comparaciones que recibió con el popular El club de la lucha de Chuck Palahniuk.
¿Les suena? Supermercado es la historia de Flynn, un alter ego del autor, que entra a trabajar en un supermercado para documentarse en vista a una novela que quiere escribir. Allí conoce a varios personajes singulares: Mia, la chica con la que intentará ligar, y Frank, un tipo entrometido que le da malos consejos.
La comparación con El club de la lucha es pertinente porque Frank, como era de esperar, no existe: está en la cabeza del narrador, es un impostor, un desdoblamiento esquizofrénico que desencadena la parte más conflictiva del drama. Bobby Hall no rechaza los parecidos -“me gusta El club de la lucha, ¿a quién no?”-, pero también quiere evitar una comparación directa: “El hecho de que pase algo que luego sabemos que es otra cosa forma parte de la literatura desde siempre, ya está en la Biblia”.
El punto fuerte de la novela de Hall está en que, siendo una obra primeriza, es también un trabajo sincero que trata sobre sus problemas emocionales, fundamentalmente su tendencia a la depresión. “Me atreví a hacerlo porque estoy curtido. En mi carrera musical he tenido que sufrir el estigma de la salud mental. Plasmarla en un libro era otra manera de abordar el tema y curarme, pues así transformo mi dolor en algo de lo que me pueda reír y seguir adelante”. Cuenta que ha dejado al margen sus problemas de ansiedad -“nunca lo he querido tratar en mi música, no quiero hacer canciones sobre el suicidio, pero afectó al libro: a veces no quería escribir más, o no acabar un capítulo”-, pero ha querido mirar de frente a la depresión y el trastorno bipolar.
LITERATURA: ACTO TERAPÉUTICO
“Hago canciones y escribo porque con las drogas no voy a solucionar mis problemas”, confiesa. “Mi madre tomaba pastillas para evadirse, y comprendí que eso no te ayuda, sólo pospone lo inevitable, que sería tratarte para conseguir estar sobrio, o morir a causa del veneno que te metes para no resolver tus problemas”. Así que, de ese modo, ha enfocado la literatura como un acto terapéutico, no tanto para que al público le guste el libro -aunque la respuesta haya sido inmejorable-, sino para explorar su lado oscuro.
“He podido profundizar, Sigo peleando, la ansiedad y la depresión vienen y van. Aunque ya no son como antes. Con cada obra que termino, consigo contener una versión oscura de mi personalidad en un lugar cerrado para siempre”. Y vistos los resultados, lo tiene claro: seguirá escribiendo canciones, novelas y hasta guiones de cine. Afirma que tiene listo el texto para una película, Everything must go, en la que piensa actuar y que tiene el apoyo de J.J. Abrams como productor ejecutivo. Y que no discurrirá en un supermercado, pero sí en un sitio parecido: una tienda de discos.
(FUENTE: El Mundo.es)