Lo verdaderamente importante de dar chuchú
Columna Viernes Sudaca
Por @Laflacadelamor
Aprendí a dar la teta o dar chuchú en Mérida, Yucatán, hace exactamente 13 años. No fue fácil al principio porque, a pesar de haber llevado adentro mío a mi hija durante casi nueve meses, éramos dos perfectas desconocidas.
Yo la ponía en la teta, ella trataba de chupar y no nos acomodábamos. Era eso, cuestión de “acomodamiento”. Me dolía, ella estaba mal ubicada, chupaba, dejaba de chupar, lloraba. Un desastre. Pero aprendimos juntas y en 15 días ya estaba todo aceitado. Después amamanté a otro hijo, casi un año y cinco meses, en Argentina. Las dos experiencias fueron fabulosas.
Digo que aprendí a dar la teta acá porque hoy no es un tema menor. La diputada Karla Franco acaba de proponer una iniciativa de reforma a la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, a fin de establecer las bases que eviten actos discriminatorios a las mamás lactantes, para que puedan amamantar libremente a su bebé en lugares públicos o privados.
La iniciativa, “políticamente correcta”, fue aceptada por unanimidad y no es de extrañarse ¿Quién se iba a poner en contra a que una mujer alimente a su retoño? Nadie, claro.
Ahora bien ¿Vivimos en una sociedad donde nos prohíben amamantar en forma pública? ¿Pueden llamarnos la atención por sacar un seno en un restaurante o en una institución para darle de comer a nuestr@ hij@?
A mí nunca me pasó. Es cierto, prefería amamantar en privado pero era más por una cuestión de novata que otra cosa. Ahora bien, si tenía que dar chuchú en la calle o en cualquier lugar público, jamás me llamaron la atención por hacerlo. Es cierto, hay países donde la práctica del amamantamiento público es más normal y ver a una mujer dar chuchú en el metro, en un tren, en una sala de espera de una dependencia pública o en un restaurante, jamás sería censurada y así viví el amamantamiento en Buenos Aires, con mi segundo hijo.
¿Aquí sí? ¿Hay casos para una reformar una ley? Apoyo totalmente la premisa y más si existen mujeres que pasaron por situaciones escabrosas en este aspecto. Pero también pienso que hay leyes más urgentes para ver, situaciones cotidianas de vida que nos ponen el agua al cuello y todavía no se hace nada para modificarlas.
Hoy platiqué con dos mujeres yucatecas amamantadoras. Una se llama Aline Cruz, tiene una niña de dos años y todavía le da chuchú. Aline dice que está acostumbrada a amamantar en todos lados y que jamás la trataron mal por hacerlo. “A lo sumo sientes alguna mirada “morbo-social” de algún hombre, pero no me siento censurada de alimentar a mi hija por eso”, dice Aline (esto que le pasa a Aline pasa en todos lados, aclaro. Siempre hay alguien que mira, vivas donde vivas).
Tere Chan amamantó a su hijo que ahora tiene ocho años y amamanta a su nené de un año, en público y en privado. “Nunca viví una situación incómoda al dar chuchú en público. Los yucatecos no son así, quizás que miran porque les llama la atención pero nada más. Jamás me dijeron nada y nunca me sacaron de un lugar por amamantar”, remarca Tere.
Para esta mamá y periodista, donde hay que poner el foco es en promover la lactancia, ahí está la clave de todo. “Hay que darle oportunidades a las mujeres para que den chuchú, horarios flexibles en los trabajos, licencias más extensas… Ayudarlas en esta instancia es clave”, indica.
Y yo concuerdo 100% con estas dos mujeres. Insisto, que no nos haya pasado a nosotras de vivir situaciones que nos generen violencia de género, no quiere decir que no ocurran. Pero sí pienso como Tere que la iniciativa de ley debe estar más centrada en promover la lactancia porque hace bien, cría hijos más sanos, inteligentes y genera un vínculo entre mamá y nené que no se borra más.
Por cierto y de colofón: Hace más de un año yo ya vivía en Mérida y no tenía trabajo. Me dijeron que la funcionaria Karla Franco (en ese momento estaba a cargo de una dependencia del PRI) necesitaba una asistente en comunicación y me entrevisté con ella. Karla ya planeaba ser diputada y quería a alguien que le llevara la comunicación. Le conté de mi currículum, le dije que podía hacer el trabajo pero para ella había un impedimento: “Necesito alguien conmigo las 24 horas”. Le dije que podía trabajar pero que tenía dos hijos chicos, que necesitaba cierta flexibilidad en los horarios. Karla Franco me dijo que no podía emplearme así, que sí o sí necesitaba a alguien con ella todo el tiempo. Ergo, me quedé sin la oportunidad de trabajo.
¿Se puede llamar a esto violencia de género? No sé, díganme ustedes.
Viva la lactancia y a promoverla, mamás. Los cambios comienzan desde ustedes mismas, no lo olviden.