¿Lo valen?
Columna Butaca Alta
Por Roberto Acevedo Acosta
Se aproxima el 31 de enero y con esa fecha el límite para las altas y bajas en el fútbol europeo. Esto significa que los equipos que van mal en la presente temporada tiene una opción para tratar de mejorar, y los que pelean los primeros puestos para reforzarse y aspirar a cosas importantes.
Lejos de ser un asunto local el cierre de fichajes, en esta parte del mundo mueve muchas cosas pero sobretodo moviliza el mercado de jugadores de otras ligas de fuera de Europa, porque los cazatalentos salen a buscar a la próxima figura que llene estadios en el viejo continente.
Una de las consignas es ver al jugador de moda de las ligas en el continente americano, principalmente en Sudamérica. O seguir a la “joya del club” de equipos pequeños en la que están depositadas todas las esperanzas para cuando sean vendidos a un equipo “importante” y mejore la economía de la institución que lo descubrió o formó. Ejemplos hay muchos, pero hoy ese no es el tema.
Lo deportivo es y será muy importante para los equipos, pero es más importante la proyección que se le hace a un jugador con talento. Se da por descontado su calidad deportiva. Ahora, hay que ver qué tanto jugo se le puede sacar en términos de dólares y euros y para eso existen ligas como la portuguesa y la holandesa, además de promotores que manejan a más de 50 jugadores, que se pintan solos para tener ese “ojo clínico” para comprar bien y revender mejor.
Una de las consecuencias del llamado mercado invernal son los altos precios de jugadores, que gracias a los jeques árabes -dueños de equipos como el Paris Sant German (PSG) y el Manchester City- han inflado los precios con cifras jamás vistas en la historia del fútbol.
Basta con ver los datos del sitio “Transfermarkt” para observar qué Mbappé vale 200 millones de euros y que Neymar vale 180 millones, ambos jugadores del PSG. Y en el caso del City han invertido millones de millones de euros para intentar hacer de un equipo históricamente mediano, en uno grande.
Se dice que el City se acercó al Barcelona para ofrecer más de 250 millones de dólares por Leonel Messi a lo que el club catalan dijo: No, gracias. Y créanme que no es tanto el amor por el jugador argentino, considerado el mejor del mundo, sino lo que representa para la economía del Barcelona porque el impacto que tiene el 10 de la selección de Argentina traspasa España, Europa y es un fenómeno mundial. Sin duda es el mayor activo en la economía del club porque se cuentan por millones las personas que con tal de verlo pagan el servicio de cable, pagan por la camiseta oficial o el souvenir que represente los colores del equipo culé.
Bajo esa misma idea los demás equipos buscan tener a ese jugador que mueva a las masas y al hacerlo les llene los bolsillos de dinero por los derechos de televisión y la comercialización. Por cierto hay un fenómeno que va de la mano con los altos precios de los jugadores. Cada día es más difícil ver partidos gratis por televisión. Hay tanta afición por los equipos que para poder ver a tu jugador estrella o tu equipo favorito tienes que contratar el servicio de cable y además pagar un tanto extra por ver ciertos partidos de alto nivel de convocatoria como son los clásicos.
Es muy común que los juegos donde se puede ver al equipo local son restringidos para la afición de la misma ciudad, lo que obliga a contratar un servicio especial para disfrutarlos. Es cierto que miles compran el partido pero también es verdad que la gente busca alternativas al grado que la radio tiene un segundo aire porque mucha gente recurre a ella por ser un servicio gratis y de calidad.
Esta combinación de oferta y demanda ha producido un fenómeno: comprar jugadores cada día más jóvenes. Existen casos de deportistas que jamás jugaron en sus países de origen porque a temprana edad fueron llevados a equipos que se hicieron cargo de ellos, jóvenes promesas que aún no están al 100% pero los equipos asumen el riesgo ya que pudieran ser la pieza que genere mucha afición y mucho dinero.
Hoy en día pagar entre ocho a 14 millones de dólares por la “joya” de un equipo es lo normal, aunque el perfil exige jugadores con talento, carismáticos y dispuestos a entender como se mueve el mercado. Si no estás dentro de esos parámetros y eres un jugador promedio, tu carrera siempre será en el fútbol local sin aspiraciones de ir a otros países.
Hay excepciones pero son los menos. Olvídense de aquellos tiempos donde un jugador se moría con una sola camiseta para toda su carrera. Es horrible la palabra pero al final del día son “mercancías” al servicio del mejor postor. Eres famoso, logras cosas importantes y al final cuando ya no tienes la velocidad o sencillamente ya no puedes competir con los jóvenes usas tu fama para irte al fútbol de Asia o la MLS en los Estados Unidos y recibir dinero que asegure tu retiro sin ningún problema. Pareciera que la edad para jugar fútbol a tope es de los 20 a los 30. Después de eso toda va de salida.
En México tenemos el caso de Diego Lainez, quien con tan solo 18 años fue comprado del América al Betis de Sevilla, equipo de media tabla que pagó 17 millones de dólares con la esperanza de que el jugador aporte calidad y triunfos. Lo relevante es que Lainez tan solo tenía 40 partidos jugados como profesional.
También está el caso del norteamericano Christian Pulisic, de 20 años, qué pasó del Borussia Dortmund al Chelsea por 64 millones de dólares, conviertiéndolo en el jugador más caro de la CONCACAF.
Estos dos jugadores tienen calidad y un futuro brillante pero no pueden ser a estos precios. ¿Lo valen? Yo creo que los costos deberían tener otra lógica porque de lo contrario la próxima joya de la zona de CONCACAF va estar cotizada en más de ¿100 millones de dólares? Espero que no. Ya es hora que FIFA ponga un tope salarial a los equipos, porque de lo contrario se van a empezar a ver operaciones de jugadores con precios inauditos y eso no es bueno para el fútbol.