“Lo más difícil es el estigma y tabú que la gente siente sobre el suicidio”
Lo inimaginable, contranatura y tremendo es la muerte de una hija o hijo. Y si es por suicidio todo se paraliza, se pone negro, inexplicable, mudo, en carne viva. Mañana el mundo celebra el Día del Sobreviviente por la Pérdida de un Ser Querido y Marilú Ancona nos deja entrar hoy en una parte de su duelo y vida y nos invita a ir mañana a la Caminata de Sobrevivientes. Visibilizar el tema del suicidio nos urge, pasen y lean:
Marilú Ancona encuentra su “lugar feliz” con su hijo Jorge en abrazos y besos junto al mar. “Mi hijo era muy alto y a mi me encantaba colgarme de su cuello”, me cuenta. Cuando le pido que me hable de él me comparte que es su hijo mayor (porque lo sigue siendo) y que era una persona muy responsable, trabajadora, cumplido, cariñoso y amoroso, aunque a veces un poco berrinchudo.
Nada ni nadie le avisó a Marilú que su hijo Jorge un día iba a quitarse la vida hace nueve años, cuando tenía 37. “Nunca dio síntomas y por eso me costó tanto trabajo entenderlo”, cuenta. Y vuelve al recuerdo feliz: “Jorge era un chico sano, amaba la música y siempre quería conocer cosas nuevas, leía muchísimo, tenía una gran cultura general y era muy inteligente. Lo más lindo que me viene ahora a la mente es su sonrisa y su cariño”, me comparte.
En Yucatán la gente se suicida más que en otras partes del país, pero no hablamos del tema. Lo mantenemos como “pibil”, cocinándose bajo tierra, pero el suicidio está, es un hecho, una realidad que nos lacera.
“Hay mucho por hacer todavía”, me dice Marilú sobre políticas públicas que traten el suicidio y sobre aprender a visibilizarlo todo el tiempo, a cada hora, minuto y segundo. Marilú coordina la agrupación “Ancla de la Esperanza” que está aquí en Mérida (Teléfono 9991 588903) y da apoyo a familiares que perdieron a un ser querido por suicidio. Mañana, en el marco del Día Internacional del Sobreviviente por la Pérdida de un Ser Querido por Suicidio”, harán la “Caminata de Sobrevivientes” a las 9 am en el Parque de la Colonia Alemán. Por favor, lee esta nota y compártela, seguramente sea de ayuda para mucha gente. Y gracias Marilú por abrirnos tu corazón.
La vida después de la pérdida por suicidio de un ser querido no es la misma, es nueva y por ende desconocida ¿Cómo se aprende a transitarla?
Perder a una persona bajo cualquier circunstancia y sobre todo a un hijo, te cambia la vida… Pero por suicidio te pone la vida patas para arriba. Al principio me hundí en la tristeza, el dolor y el sufrimiento, pero como a los tres meses me levanté y dije “No quiero seguir viviendo así de aquí en adelante”. Y comencé a leer muchos libros que me regalaron y estudié un diplomado en Tanatología. Así comprendí muchas cosas y en unas de las lecturas encontré que existía un grupo de Argentina que se llama “Renacer” y es de padres que perdieron a un hijo, independientemente de la causa de la muerte. Me gustaba cómo manejaban el duelo después de vivir la situación límite de la muerte de un hijo. Al año comencé a organizar reuniones de este grupo en Mérida, pero me fui a España a estudiar una maestría y el grupo siguió, pero yo ya no podía ir. A mi regreso, me focalicé en otra idea de grupo.
¿Qué hiciste?
Cuando regresé yo ya había encontrado un sentido porqué vivir después de la muerte de Jorge y me di cuenta que el duelo por suicidio es diferente a otros duelos y así empecé a trabajar con un grupo de sobrevivientes de suicidio. Arrancamos antes de pandemia en forma presencial y continuamos en forma virtual. Ahora estamos regresando otra vez en forma presencial. Se llama “Ancla de la Esperanza” y es para esposas y esposos, hermanas y hermanos, padres, hijos y otros que perdieron a un ser querido por suicidio. Somos actualmente 18 personas y organizamos la marcha de mañana domingo junto con la Asociación Yucateca de Suicidología.
¿Qué es lo más difícil de todo después de perder a un ser querido por suicidio?
Para mí en particular lo más difícil es el estigma y el tabú que la gente que te rodea siente sobre la muerte por suicidio. Esto hace que las personas no sientan empatía ni acompañamiento y pasa por la ignorancia y el desconocimiento que hay del tema. Entonces, por temor, se alejan. Yo fui docente más de 20 años y cuando regresé a la escuela después de la muerte de mi hijo Jorge, nadie me hablaba en el trabajo… Nadie se acercó a decirme ni preguntarme nada. Recuerdo que eso me impactó muchísimo porque sentí que me volví invisible para los demás… En el afán de “protegerme”, la directora había dado instrucciones de que no me hablaran y eso fue durísimo para mí.
¿Qué decimos “los de afuera” que no ayuda a entender y superar la situación?
A mí me llegaron a decir “Esto pasó porque tu no vas a misa y por eso tu hijo…” o “Ya está condenado”…. O peor, las cosas que nunca te dicen. Son muy duros los juicios de la gente y te hacen sentir que esa persona no existió nunca o pasó por esta vida sin dejar huella. Hay mucha ignorancia para entender el suicidio.
Quedan mil preguntas después del suicidio de un ser querido… ¿Queda alguna certeza?
Me queda la certeza de que mi hijo ya está en paz porque con el tiempo aprendí que una persona que se quita la vida es una persona que quiere estar en otro lugar, en un mejor lugar. Tengo la certeza de que está en paz porque el ser humano es energía y se transforma. Eso me ayudó, además de una lectura en particular de Elisabeth Kübler Ross (psiquiatra y escritora suizo-estadounidense) que decía: “Nadie muere solo” y eso también me dio mucha paz. En el momento del suicidio, Jorge no era el Jorge que yo conocía, era una persona sufriente y que no sabía cómo aliviar su dolor ni entenderlo. Yo nunca voy a tener respuestas y lo que hay que evitar son las preguntas.
Hay una frase del grupo Empesares –de familias que perdieron a un ser querido por suicidio- que dice: “Que el amor nos oriente” ¿Sientes que sirve? ¿Qué sostiene?
Se parece mucho a “Renacer”… No elegimos lo que nos pasa pero sí cómo podemos reaccionar ante lo que nos pasa. Podemos lamentarnos toda la vida en lugar de reaccionar ante lo que tenemos y usarlo para darle un nuevo sentido a la vida. Una amiga me decía: “¿Cuándo vas a volver a ser la persona de siempre?” Y eso no ocurrirá más, porque soy diferente y el tema es ser positivo porque la vida continúa.
Somos uno de los estados del país con índice más alto de suicidios ¿Hablamos del tema? ¿Te parece que hay políticas públicas orientadas a prevenirlo?
Hay mucho por hacer todavía. Se hacen campañas de prevención del suicidio como si fueran campañas de vacunación y no son permanentes. Se debe atender el suicidio siempre y no debe ser un tema sólo de campañas políticas. Falta atención médica y servicios de salud mental y está el miedo de la gente a acudir a un psicólogo o psiquiatra y así no buscan ayuda. Hay que quitar esa vergüenza que existe para tratar la salud mental.
¿Qué pasará mañana en el Parque de la Colonia Alemán a las 9 am? Invita a la gente a acudir
Será la primera vez que en Mérida conmemoramos con la “Caminata de Sobrevivientes” en el marco del Día Internacional del Sobreviviente por la Pérdida de un Ser Querido por Suicidio. El objetivo de esta manifestación mañana en el Parque de la Colonia Alemán es visibilizar a este enorme grupo de personas que quedan después de la muerte de un familiar por suicidio. Transitan el dolor que es tan difícil y queremos hacer énfasis en que no están solas y solos y que Ancla de la Esperanza es una herramienta para seguir este camino acompañados.- Cecilia García Olivieri.
(En la imagen de portada, Marilú con Jorge y al lado el flyer del evento de mañana).