Lo malo se tiene que acabar
Columna: Butaca Alta
Por Roberto Acevedo Acosta
En algún momento de su historia, el fútbol se volvió de una actividad recreativa de alta convocatoria -tanto a nivel amateur como profesional- a un reflejo de las sociedades.
Hoy todo mundo habla de lo que pasó en Argentina pero en el ayer situaciones similares ocurrieron en Inglaterra y la nación europea fue suspendida cinco años de cualquier competencia internacional a nivel de equipos. Tal vez eso necesita pasar para que se pueda rescatar el fútbol de gente que lo último que le importa es el deporte y por el contrario son otras las motivaciones que los lleva a un estadio.
La violencia no es exclusiva de un país o de una liga. Lo que hace la diferencia es la capacidad de respuesta, no de una federación sino del gobierno en turno para reducir en su máxima expresión estos brotes de gente que confunde amor a los colores de una playera con la oportunidad de lastimar a otro ser humano. Inglaterra puso el ejemplo al expulsar de por vida a “hooligans” que hacía de un partido de fútbol una amarga experiencia.
Esto lleva tiempo y mucha voluntad, pero está demostrado que sí se puede erradicar la violencia de los estadios. Lamentablemente habrá muchos que no irán a una cancha pero se esconderán tras una bandera o playera de un equipo para cometer fechorías. Aún en contra de esta clase de sujetos, se puede hacer mucho si se comienzan a cambiar las cosas en los mismos estadios, en la mentalidad de los dirigentes, medios de comunicación y los equipos.
Porque no todo es violencia en el fútbol. Basta recordar que durante el último mundial de fútbol los aficionados japoneses dieron la nota de color cuando una vez concluido el partido que disputó su selección, se organizaban para levantar la basura del estadio.
Quien no recuerda la poderosa imagen de la liga en Holanda cuando aficionados del equipo del ADO Den Haag que visitaban al Feyenoord lanzaron, desde la tribuna, una lluvia de peluches para niños de un hospital que ese día visitaban el estadio. En ese momento el fútbol se reivindicó en un tema tan polémico como las barras bravas.
Pasando a otras cosas
En el mundo del fútbol hay temas prohibidos que tal vez son más comunes de lo que uno pudiera pensar, pero de los que nadie habla aunque afortunadamente en los últimos tiempos las cosas han ido cambiando poco a poco y los medios deportivos son prueba de eso.
Hace unas semanas se dio a conocer en casi todos los medios mexicanos que Bianca Sierra y Stephany Mayor, jugadoras mexicanas que militan con el Thor/Ka de Islandia, se comprometieron en matrimonio para afianzar una relación que nació en el 2013. Ambas fueron seleccionadas nacionales que recientemente perdieron la oportunidad de participar en el Mundial de Francia 2019.
Las jugadoras se tuvieron que ir a radicar a Islandia para poder vivir libremente su amor, ya que cuando fueron dirigidas por Leonardo Cuéllar, hubo una ruptura con el timonel luego de que éste se negara a tener a las dos en el Tricolor y les pidiera que no hubiera muestras de afecto dentro del equipo, lo que motivó que se alejaran de la selección.
Es verdad que falta mucho para que este tipo de temas se vean con más naturalidad, pero el hecho de que los medios deportivos retomen esta información sin mayor escándalo es un paso importante.
Alguna vez se le preguntó al ex portero del América, Moisés Muñoz si sabía de algún caso de homosexualidad dentro del fútbol mexicano masculino y señaló que él no sabía pero que tampoco podía decir que eso no pasara.