Llantos de Patria
Jueves Patrio y Sudaca
Por @LaFlacadelAmor
Yo tengo un temita con las celebraciones patrias. Cuando escucho el Himno Nacional lo empiezo a cantar y siempre, absolutamente siempre, se me quiebra la voz de la emoción. Y lloro. Y digo que tengo un temita con esto porque me pasa desde niña cuando cantaba el Himno Nacional Argentino, pero también me pasa cuando entono el Himno Nacional Mexicano.
Todo lo que tenga que ver con Patria y celebraciones me hincha el pecho, me da un toque de taquicardia y me hace llorar. Y me pregunto cuánto tiene de patológico y de sentimental todo esto, porque francamente no lo puedo controlar. Lo que sí tengo clarísimo es que es hereditario. Mi papá es igual que yo. De él lo aprendí.
Arranqué la escuela primaria en Argentina en un país en dictadura y en plena efervescencia del Mundial 78. Mientras ganábamos la copa, se mataba y secuestraba gente en mi país porque esas cosas horribles pasan en un “Proceso de Reorganización Nacional”. Cuando estaba en cuarto grado estalló la guerra de Malvinas y los militares seguían en el poder. Un año después llegó la democracia y, desde entonces, la remamos y la siguen remando en mi país. Nada es fácil, todo es contracorriente siempre.
Y mi papá, que en los años 70’s parecía Charles Bronson con sus anteojos RayBan y unos bigotes negros que le colgaban casi hasta la pera, de rudo no tenía nada. Ese hombre trabajador, esposo y papá de tres hijas mujeres, cada vez que iba a un acto escolar y se entonaba el himno, él empezaba cantando, después se le quebraba la voz, seguía cantando, se le empañaban los ojos, seguía cantando y terminaba las estrofas cantando, llorando y moqueando, todo junto.
Me acuerdo que una vez, en un acto escolar de mi hermana, me quedé mirándolo y me respondió sin vergüenza: “¿Qué querés, hija? Me emociono…”.
Hace más de cuatro años que no veo a mi papá y hoy, desde estas líneas le digo: Papi, yo también me emociono como vos y también me salen llantos de Patria. Cuando vivía en mi país me emocionaba durante la entonación del himno lo que decía la letra, el ritmo de las estrofas que van tomando fuerza, ver a todos cantando al unísono y sentirnos uno, juntos, iguales, sin distinciones y aunque sea por un ratito nomás o hasta que termina la canción. Eso ahora mismo, mientras escribo, me da un vuelco en el corazón como a vos, papá.
Ahora bien ¿Por qué llorar Patria en un país que no es el mío? Lisa y sencillamente porque el Himno Nacional Mexicano es precioso –desde su música hasta su letra-, porque cuando lo canto siento que retiembla en sus centros la tierra y porque, en su tragedia de sangre y guerra, también hay “Patria querida”, “Unión” y “Libertad”. Porque empieza al son de una marchita militar y después me mece con su música más suave para llevarme otra vez a esa música belicosa que me hace hundir la mano en mi pecho.
Y porque también siento que, en ese momento que todos lo cantamos, somos uno. Es un instante fugaz, pero me da orgullo y esperanza, puros sentimientos alejados de la tristeza, la nostalgia o la angustia. Me da pilas.
Y porque este país me abrió las puertas dos veces y en esta segunda ocasión le da también casa a mis dos hijos, que son mexicanos. Y porque a pesar de que no estamos en un lecho de rosas, le ponemos toda la garra a diario –como todos ustedes- para salir adelante. Eso tenemos en común, aunque no hayamos nacido en la misma tierra. Y eso valoro enormemente de este pueblo querido y la agradezco infinitamente, hasta el cielo y más allá…
¡Felices Fiestas Patrias, mexicanos y gracias!