La nueva “normalidad”
Columna: Butaca Alta
Por Roberto Acevedo Acosta
Todo pintaba para ser un domingo más -como han sido muchos fines de semana en las últimos días-, pero al momento de deambular por los canales de televisión, esa visión cambió de repente.
Era cuestión de buscar y en minutos uno tenía la posibilidad de ver fútbol americano, béisbol, básquetbol y fútbol, todo al mismo tiempo.
Fue mágico sentir de nuevo esa sensación que nos abandonó hace casi 7 meses: ver de nueva cuenta una amplia variedad de deportes en vivo.
Obvio, con la salvedad que no había gente en los estadios, pero eso fue lo de menos, lo importante era que todo era similar a lo que uno hacía antes.
No debo de negar que fue cuestión de “agarrarle sabor” al asunto, porque en un principio fue raro mirar estadios sin gente. Pero una vez que los deportistas pusieron su parte de calidad y entretenimiento, no hubo más melancolía.
Tal vez, a diferencia de otros deportes, el fútbol americano desde que arrancó hace menos de un mes ha presentado muy buenos juegos, al grado que los reportes indican que no han caído los números de aficionados que siguen por los medios de comunicación lo qué pasa en éste deporte.
Incluso en países como Alemania ya están analizando el regreso de los aficionados a los estadios de fútbol, pero esa decisión será tomada por los gobiernos más que por la propia FIFA.
Insisto: tal vez lo más “raro” es ver los estadios vacíos, lo que hace que uno descubra las voces que se dan dentro de la cancha, sonidos que difícilmente se percibían con el ruido de los aficionados.
Y así han pasado muchos más detalles, que antes uno no le ponía tanta atención, como lo que ocurrió al final del último clásico mexicano entre las Chivas del Guadalajara y el América, cuando el rojiblanco Oribe Peralta se acercó a platicar e intercambiar playeras, de manera amena y sonriente, por un rato con jugadores del equipo contrario. Esto ocurrió después de que las águilas vencieran a los tapatíos por la mínima diferencia.
Ese momento desató la ira de los aficionados al rebaño sagrado, quienes recurrieron a las “benditas” redes sociales para reprobar el actuar de su jugador, sin tomar en cuenta que Peralta jugó cinco años con el América. No le perdonaron el gesto y más cuando fue después de una derrota en el clásico.
Muchas veces los aficionados lleva su pasión por los colores de un equipo a actitudes que rayan en el fanatismo.
Ahora resulta que, después de un partido, ya no te puedes saludar con gente que fueron tu compañeros por un largo rato, incluso intercambiar palabras que probablemente no tenían nada que ver con el juego ya finalizado.
¿Qué pensarían estos aficionados de lo que pasa al final de un partido profesional tanto de fútbol americano o básquetbol donde no importando el marcador los jugadores se acercan para saludarse? Y más cuando durante el encuentro dejaron en la cancha constancia del compromiso que tienen con sus respectivos equipos.
Yo estoy de acuerdo con exigir y criticar el accionar de un jugador dentro del terreno de juego, pero una vez finalizadas las acciones, lo que pase después ya no es tan relevante.
Ojalá que en la redes sociales le bajen a sus críticas y aprendan a ser más tolarentes con gestos que no tienen nada que ver con lo qué pasó en la cancha.