La novela terminó
Columna: De aquí para allá
Por Roberto Acevedo Acosta
Existe una película norteamericana llamada “ The Manchurian Candidate” basada en en libro del autor Richard Condon, que básicamente maneja la tesis de cómo la manipulación sofisticada puede estar presente en los círculos de poder e inducir a la gente.
En México tuvimos nuestra propia versión, real y con sus debidas proporciones, representada en el “matrimonio” del ex presidente Enrique Peña Nieto y la actriz Angélica Rivera.
Digna de una tesis universitaria, la construcción de la imagen de Peña Nieto de cara a la elección presidencial de 2012 tiene muchos aspectos que no empezaron en ese año, sino mucho antes, cuando era gobernador del Estado de México ( 2006-2012) y se le veía como presidenciable por parte del PRI, por no decir que desde ese momento ya era el candidato de ese partido.
En términos de imagen, Peña Nieto cumplía con el hecho de ser un imán, principalmente para las mujeres, a partir de que lo calificaban como un hombre “guapo”, lo que traía como consecuencia una calificación positiva. En 2007 enviudó tras el fallecimiento de su esposa Mónica Pretelini Sáenz.
Me imagino que en ese momento en su grupo de asesores y políticos que lo ayudaban para construir una imagen presidencial no bastaba con ser guapo, con cierto nivel de carisma para poder ser un candidato fuerte.
Para llegar al electorado mexicano se tiene que ser un hombre de valores y más si te asocian con un partido históricamente señalado como corrupto como lo es el revolucionario institucional, por lo cual no hay mejor vitrina para limpiar y proyectar una imagen positiva que una familia.
Creo que ese fue el primer argumento. Ahora bien, para cerrar el círculo el ex mandatario se tenía que volver a casar y ahí surgía la pregunta ¿Con quién?
Si se quería llegar a esa parte de la sociedad que no analizan mucho las propuestas de los candidatos sino más bien su calificación se reduce a un: me gusta o no, con base en la imagen. Entonces la tarea era ligar a la marca Peña Nieto con alguien que gozara del reconocimiento popular y qué mejor perfil para llenar es requisito que la actriz del momento, famosa por su interpretación del personaje que llevaba por nombre “La Gaviota”, encarnado por Angélica Rivera.
“La Gaviota” en 2007 era la actriz más popular de la novelas mexicanas y “coincidentemente” fue elegida por el Gobierno del Estado de México para ser la imagen de la campaña de obras de Peña Nieto. Obviamente esto no sería posible sin el visto bueno de la empresa Televisa. En ese año, la actriz se divorcia del productor de novelas José Alberto Castro, con quien se casó 2004.
La versión oficial dice que a raíz de los spots que hizo la actriz para el Estado de México le permitió tener un contacto frecuente con el entonces gobernador Peña Nieto, al grado que en 2008 empezaron a salir.
La versión no oficial dice que en ese año (2008) Televisa fue parte de la estrategia para reforzar la marca Peña Nieto y la relación con Angélica Rivera ya está pactada para pasar de una relación de noviazgo a un matrimonio, pero había un problema. Rivera ya se había casado anteriormente por la iglesia, por lo cual se tuvieron que mover las influencias necesarias ante la Arquidiócesis Mexicana para pedir la anulación de la unión religiosa. Y el pretexto de la anulación fue que la ceremonia se realizó fuera de una iglesia, en una playa, por lo cual no cumplió los requisitos y procedió la solicitud.
El matrimonio llegó en 2010 y ya como pareja presidencial fueron objetos de portadas de las revistas de sociales mas importantes del país, más ella que él. Para ese entonces ya había rumores de una crisis de pareja, pero siempre encontraban la manera para desmentir cualquier indicio de rompimiento y toda iba más o menos bien hasta 2014, cuando estalló el escándalo de la “Casa Blanca”, producto de una investigación de la periodista Carmen Aristegui.
El golpe fue demoledor para la imagen de Peña Nieto ya que se dio a conocer que una propiedad con un costo de siete millones de dólares a nombre de la actriz fue adquirida a una empresa (Grupo Higa), contratista del gobierno de Peña Nieto, tanto en su gestión de gobernador como de Presidente de la República.
Fue de tal impacto la noticia y en un hecho inédito, Angélica Rivera emitió un vídeo en el que decía que el dinero que se usó para la compra del predio era producto de su trabajo en la novelas. Nadie le creyó que tenía ahorrados 140 millones de pesos y que los usó para comprarse una casa.
Desde ese momento hubo varios incidentes durante actos protocolarios donde se evidenciaba el distanciamiento de los involucrados. A pesar de intentar vender la idea de una relación fuerte, hay vídeos y fotos que reflejan distintos desplantes de uno hacia otro que confirmaban lo que finalmente después se daría a conocer. Una vez terminada la administración de Peña Nieto, en diciembre pasado, empezaron los rumores de una separación.
Esta semana fue anunciado por la actriz el trámite del divorcio en contra del ex presidente. Lo que volvió a sacar el tema si este matrimonio fue parte de una estrategia o algún tipo de arreglo, acompañada de una manipulación sutil como parte del objetivo de venderle al electorado mexicano una idea que ahora podemos señalar que nunca lo fue: Un matrimonio estable compuesto por gente bonita y popular.
Totalmente de acuerdo, fue la novela mexicana en la política, pero ahora pregunto, no será la nueva versión del sexenio con una nueva primera dama que representa todo el reverso a Angelica Rivera, igualmente un mandatario proveniente de un partido político contrario al PRI, y ambos representando la versión contraria a la anterior pareja presidencial?
Muy buen análisis, Abril!!!! 😀