Así son ellas y ellos, yucatecos: Amabeles (así, con dos “e”), distantes pero cercanos, respetuosos y orgullosos hasta la médula de sus tradiciones, de muy buen sazón y buen comer.

Les gusta el chisme, son buenos vecinos, pueden tener doble moral, pero también ser desprejuiciados, de clóset y de diversidad sexual, de participación ciudadana y de domingos obligatorios de cochinita.

De veranos en la playa, de feria en vacaciones, de fiestas de pueblos y de bailes en el Campestre y en el Libanés, de kibis en la Alameda, de piedras en el Kukulcán y de lunes de frijol con puerco.

Y esta lista es interminable… Las y los yucatecos son, ante todo, auténticos con ellos mismos y cada vez más diversos en esa autenticidad.

Y si no eres de acá, te abren la puerta cuando llegas, pero tantito… Ahora bien, cuando te quieren de verdad, te lo demuestran con el corazón despanzurrado y te hacen sentir realmente EN CASA.

Yo les agradezco, yucatecas y yucatecos, por hacerme sentir en mi hogar a mí y a mis hijos mexicanos. Y sobre todo les agradezco todo lo que saben compartir de esta tierra maravillosa, porque si Yucatán es un lugar fabuloso, es todito por USTEDES.

Feliz día ayer, hoy y siempre.- CGO.

(Un videito de regalo para las y los yucatecos con amor 🧡, un día después del Día del Yucateco).