Feliz Navidad, feliz refugio
Pensaba en María, la que estaba embarazada un día como hoy, hace miles de años, y no tenía techo para parir dignamente. Pensaba en ella, buscando morada, en tiempos verdaderamente complicados. La historia que nos contaron no dice si María tenía contracciones o pérdidas, porque estar a punto de parir y andar en burro no debe ser muy grato. Pensaba también si se sentiría acompañada en ese momento tan fundamental de su vida porque, más allá de lo que dice la Biblia sobre el nacimiento del Niño Dios, María iba a abrir su cuerpo en dos para dar vida.
A mi la Navidad no me despierta sentimientos demasiado felices y menos esta, con la muerte de mi papá hace una semana muy lejos de aquí, y yo sin poder estar junto a mis hermanas y mamá para abrazarlas.
Sin embargo, esta reflexión sobre María y el nacimiento de su hijito Dios me hizo pensar en la importancia de tener un “refugio” en estas fechas, una zona de confort, un “shelter” o “bunker” donde resguardarnos.
¿Para qué? Para convivir con seres queridos (muchos o pocos, de sangre o no, no importa), para descansar, para dormir plácidamente, para degustar alimentos, para tomar -solos o acompañados- una bebida espirituosa o, como María, para parir.
Hoy agradezco eso: tener mi refugio en esta Navidad rara, medio huérfana, mamá como María y sin papá en este plano terrenal. Hoy celebro mi hogar, mi gente y mi vida. Ojalá ustedes también tengan hoy su refugio feliz.
FELIZ NAVIDAD.- CGO.
(Las imágenes son del director de arte y fotógrafo japonés Tanaka Tatsuya).