Familias jóvenes mejoran sus casas
En el marco de la entrega de certificados del programa “Vivienda Social 2019” que realiza el Gobierno del Estado como parte de 17 mil acciones de vivienda, platicamos con tres parejas de Celestún y Kinchil que hoy tienen chance de hacer, poquito a poco, de sus casas un mejor hogar para vivir
Son jóvenes, tienen hijos y casas muy chiquitas. De un sólo cuarto o de dos, pero con baño compartido. Trabajan para sostener a sus familias y la situación no es fácil, pero no se dan por vencidos.
Sin embargo, tener terreno propio -aunque la vivienda que los cobija sea pequeña- hoy les permite acceder a la entrega de certificados del programa “Vivienda Social 2019”, que promueve el Gobierno del Estado en los municipios y que hoy beneficia a 40 viviendas de Celestún y 70 de Kinchil, con inversiones de 3.08 MDP en el puerto pesquero y de 4.9 MDP en el municipio de mayor cultivo de pitahaya.
Luego de un censo que realizó el Gobierno del Estado, se relevó información de casas que necesitan piso, techo, una nueva habitación o baño. Así fue como llegaron al hogar de Gabriela y Asael -ella de 25 y él de 27 años-, quienes comparten terreno con su familia y también el baño. Ahora tendrán el suyo propio.
La pareja tiene un hijo de 10 años que se llama Frank y no piensan por ahora en agrandar la familia. Gabriela es ama de casa y Asael es pescador como su familia desde hace más de tres generaciones. Viven en una habitación de material de 4 x 5 metros cercad del Puerto de Abrigo de Celestún.
“Ahora hay mal tiempo y se complica salir a pescar pero trabajo hay. Acá el que no quiere trabajar es porque es flojo”, asegura Asael.
En Kinchil nos encontramos con Felipa de Jesús y Roberto, acompañados por Andrea de 10 años, la más chiquita de la familia (falta otro hijo de 14). Ellos viven en una casa de una habitación también pero sí cuentan con baño propio. Las acciones de vivienda les permitirá tener una habitación nueva en la casa.
Roberto trabaja como albañil y Andrea se ocupa de la casa y de los chicos y además arregla casas en Mérida. “Con un solo sueldo no se puede vivir”, remarca ella.
Natalia y José (en la imagen principal de la nota) también son de Kinchil y tendrá baño en su casa. Tienen a Ana, su hijita de cinco meses y otro nené de tres años. José trabaja en una planta de Crío y Natalia es ama de casa. “Lo que gano alcanza para lo indispensable para vivir”, señala José, con una sonrisa de resignación.- Cecilia García Olivieri.