“Era hermoso que los pacientes te reconozcan por tu nombre y te reciban con una sonrisa”
Hace seis años que Daniel Solís ejerce la enfermería pero es la primera vez que le toca vivir una pandemia. Y allí puso el cuerpo y el corazón para atender a pacientes en el Hospital Temporal del Centro de Convenciones Siglo XXI durante tres meses y en lo más arduo de la contingencia. En esta entrevista nos cuenta su experiencia y cuánto aprendió de todo esto
Cuando le avisaron en julio pasado que iría a trabajar al Hospital Temporal del Centro de Convenciones Siglo XXI, Daniel Solís no tenía la más remota idea de lo que le tocaría vivir. En plena pandemia por el covid-19 y en el momento de mayor cantidad de contagios, muertos y ocupación hospitalaria, este joven de 29 años -con seis de experiencia en enfermería- cambió su puesto de trabajo en el Centro de Salud de Kanasín por un covidario, con traje protector incluido y la vida le dio un giro de 180 grados. Y nunca pensó que hoy, a unos días de abandonar su trabajo en el Siglo XXI, extrañaría tanto…
Porque la pandemia nos atraviesa a todos y algunos aprenden algo de lo que viven. Este es el caso de este enfermero que, en tres meses, cambió incertidumbres por certezas, aprendió mucho del nuevo coronavirus, hizo amigos colegas y pacientes y, sobre todo, entendió que había que darles apoyo anímico a este tipo de pacientes, quienes viven en un estado de angustia absoluta lejos de sus seres queridos y sin saber si saldrán adelante o no.
¿Que si fue fácil el trabajo? Claro que no, pero para Daniel y a pesar de las complicaciones, tuvo puras cosas buenas y aquí nos lo cuenta todo:
¿Cuándo tiempo estuviste trabajando allí y cuál es el balance ?
Estuve tres meses, de julio a octubre pasado. Fue una experiencia de sorpresa muy grata realmente. Hace seis años que me titulé como enfermero y siento que viví todo lo que implica mi trabajo, sobre todo en lo que respecta a protegerme para cuidar a los demás, ver por los pacientes sin descuidarme como profesional de la salud. Fue una experiencia inolvidable y muy complaciente en la cual conocí a nuevos compañeros, pacientes que me necesitaban, hice amigos y fue una vivencia sobre todo inédita y distinta de lo que es mi profesión.
¿Cómo era un día de trabajo?
Trabajaba un día sí y otro no. Llegaba a las 11 pm, esperara en la puerta a los compañeros y ya pasábamos al baño para hacer nuestras necesidades (porque no puedes ir al baño una vez que te pones el traje de protección). Luego nos cambiábamos con todo el protocolo que corresponde en estos casos y empezaba el turno de seis horas, hasta las 6 am.
¿Cómo eran los casos que trataban en el hospital temporal?
Había de todo… Pacientes que estaban estables, otros más delicados y algunos casos graves que había que intubar. Hacíamos todas las funciones de un hospital normal en un covidario. Tuvimos pacientes de entre los 20 y más de 70 años y más o menos mitad hombres y mujeres. Nunca estuvimos llenos, lo máximo que atendimos fueron 60 pacientes y muchos tenían comorbilidades como diabetes, hipertensión y obesidad.
¿En algún momento te sentiste ansioso o preocupado por lo que vivías en el hospital temporal?
Creo que no, estaba más concentrado en hacer las cosas bien que en preocuparme por lo que podría pasar. Siempre nos enfocábamos o mentalizábamos en poder ayudar a los que estaban allá, vivíamos el presente como tal. Y si había situaciones complicadas, siempre las afronté con la mentalidad de que, de mi parte, hacía todo lo posible porque las cosas salieran bien y los pacientes salieran adelante. Nunca me quedé con el remordimiento de “Chin, pude hacer más”, porque siempre di todo de mí.
¿Tuviste miedo de enfermarte? ¿Te enfermaste?
No me enfermé gracias a Dios, pero tampoco canto victoria. En algún momento del principio de la pandemia, llegué a sentirme temeroso de la situación, pero sentirme profesional en todo esto es lo que nos ayuda a salir ilesos y no enfermarnos.
Cuéntanos cómo vivían los pacientes el hecho de estar internados ahí
Es muy difícil para los pacientes y muchos están anímicamente devastados. Por eso, como profesional de la salud, hay que tener calidez con ellos y no sólo cuidarlos para que se curen. Hay que brindarles atención anímica porque eso realmente les falta. Imagínate estar alejado de tu familia, no tener con quién hablar o mirar el techo y las luces blancas todo el día… Ellos nos necesitan también anímicamente para curarse.
Más allá de que no habrá vacuna como mínimo hasta el año que viene… Desde tu experiencia y profesión ¿Qué podemos hacer para cuidarnos?
Yo creo que acatar todas las normas de seguridad que están establecidas es la clave para cuidarnos. En lo personal mantengo una higiene frecuente y evito tocarme la cara, nariz y boca y siempre me lavo las manos. Y si se van a juntar, háganlo siguiendo estos protocolos, con sana distancia, uso correcto de cubrebocas y no como hamaca de papada. Mucha gente no cree en el covid y eso es lo que enferma.
¿Por qué dejaste de trabajar en el Siglo XXI? ¿Extrañas?
Ahora hay cero pacientes y los pocos que había se derivaron al Hospital O’Horán porque ya hay lugar para atenderlos. Por eso terminó mi trabajo ahí y volvieron a asignarme al Centro de Salud de Kanasín, donde trabajaba. Y sí, extraño muchísimo porque fue una muy grata experiencia donde conocí excelentes personas que me hicieron sentir en armonía y me brindaron su amistad. Me gustaba mi turno, el trabajo que hacía, sentirme útil en la pandemia, poder ayudar… Y era hermoso llegar y que los pacientes te reconozcan por tu nombre y te reciban con una sonrisa. Eso era muy grato.
Danos un mensaje
Cuiden mucho a sus familias porque si se enferman, los ponen a todos en un aprieto. Y cuiden también a la gente del sector salud y entiendan que si ustedes se enferman, nosotros no podremos estar con nuestras familias. Hagamos las cosas bien todos por todos.- Cecilia García Olivieri.
(En la imagen de portada, Daniel (centro) con sus colegas Karen e Isa).