El uso masivo y habitual del cubrebocas frenará una nueva ola de coronavirus
Todavía no hay cura contra el covid-19 y para batallar hoy día contra este nuevo coronavirus no queda otra que la sana distancia, higiene extrema y el uso del cubrebocas. Científicos europeos nos cuentan porqué es importante la mascarilla actualmente y cuánto puede hacer para prevenir contagios. No te lo pierdas:
No es novedad y ya lo sabemos todos: sin vacuna y sin tratamientos efectivos seguros contra el nuevo coronavirus covid-19, lo único que sirve para romper la circulación del virus son los cubrebocas, la distancia social y extremar las medidas de higiene.
Tras ser objeto de debate clínico y en la calle una y otra vez, un estudio certifica que el empleo regular de las mascarillas en espacios públicos es lo único que puede frenar el virus. El trabajo conjunto de las universidades británicas de Cambridge y Greenwich establece que ayuda a mantener bajo el número de reproducción del coronavirus (R) y evitar nuevos brotes de la enfermedad. De hecho, si la población la emplea de forma profiláctica resulta dos veces más efectiva para reducir la ‘R’, es decir, la libre circulación del virus -su transmisión- que si sólo se usan después de que aparecen los síntomas.
José Jonay, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, explica que “el número básico de reproducción R0, que se calcula a partir del promedio de casos secundarios producidos a partir un caso, sirve para valorar cómo de transmisible es un patógeno el SARS-CoV-2”. Si este número se mantiene por debajo de 0, la cadena de transmisión es casi nula.
“Si el uso generalizado de máscaras faciales por parte del público se combina con distanciamiento físico y cierto bloqueo, puede ofrecer una forma aceptable de manejar la pandemia y reabrir la actividad económica mucho antes de que haya una vacuna que funcione”, insiste Richard Stutt, integrante de un equipo que generalmente modela la propagación de enfermedades de los cultivos en el Departamento de Ciencias Vegetales de Cambridge.
Con contundencia, la investigación recoge que cuanto antes se defina una política de adopción total de cubrebocas, se puede evitar una segunda ola, incluso si no se instiga a su empleo hasta 120 días después de que comience una epidemia (definida como los primeros 100 casos).
La investigación apunta que los confinamientos por sí solos no detendrán el resurgimiento del SARS-CoV-2. Y subrayan que incluso las máscaras caseras con eficacia limitada pueden reducir drásticamente las tasas de transmisión si las usan suficientes personas, independientemente de si muestran síntomas. “Mi mascarilla te protege, la tuya me protege a mí”, este es el lema que desde la Royal Society quieren difundir a todas las naciones del mundo.
Como explica uno de los responsables del trabajo, John Colvin, coautor de la Universidad de Greenwich, “existe la percepción común de que usar una mascarilla significa que se considera a los demás como un peligro. De hecho, al usarla proteges principalmente a los demás de ti mismo”.
¿CUALQUIER TIPO DE CUBREBOCAS?
Como apuntan en la investigación publicada en “Proceedings of the Royal Society”, se trata de un uso masivo que sirva para limitar la difusión de partículas. El modelo que usaron los científicos incluyó etapas de infección y transmisión a través de superficies y aire. También consideraron los aspectos negativos del uso de máscaras, como el aumento del contacto con la cara.
En todos los escenarios estudiados, el uso rutinario de mascarillas en un 50% o más de la población redujo la propagación de COVID-19 a una R menor a 1.0, allanando las olas de enfermedades futuras y permitiendo bloqueos menos estrictos. Además, la propagación fue aún menor a medida que más personas adoptaron este hábito cuando estaban en público.
La adopción del 100% de la misma combinada con aislamientos intermitentes impidió cualquier resurgimiento de la enfermedad durante los 18 meses requeridos para una posible vacuna. Tiempo actual estimado para la llegada de la misma.
El equipo investigó la efectividad variable de las diferentes mascarillas existentes. Investigaciones anteriores muestran que incluso las caseras hechas de camisetas de algodón o paños de cocina pueden ser 90% efectivas para prevenir la transmisión. El estudio sugiere que una población entera con dispositivos con sólo el 75% de efectividad, puede conseguir reducir un número muy alto de ‘R’ de 4.0 (el Reino Unido estuvo cerca de esto antes del cierre) hasta llegar a menos de 1.0, incluso sin la ayuda de los aislamientos.
De hecho, las mascarillas que sólo capturan el 50% de las gotitas exhaladas, aún proporcionarían un “beneficio a nivel de población”, incluso si cuadruplicaran el riesgo de contaminación del usuario a través del toque frecuente de la cara y el ajuste de la máscara (un escenario altamente improbable).
Los investigadores señalan que los cubrebocas caseros reducen principalmente la propagación de enfermedades al atrapar las partículas virales del usuario, que se respiran directamente en la tela, mientras que el aire inhalado a menudo se absorbe alrededor de los lados expuestos de la misma.
FUENTE: Diario El Mundo.