“El punto de cruz está en peligro pero no está extinto”
En Tecoh están pasando cosas maravillosas. Es que hay mujeres grandes y chiquitas que hacen matemáticas y magia con las manos ´para lograr que surjan dibujos preciosos con la ayuda de una agujita, hilos de colores, mucha precisión y grandes dosis de creatividad. Pero lo mejor de todo es que estas 30 mujeres le enseñan a otras más chicas para que el bordado artesanal del punto de cruz siga vigente en el tiempo, prospere e innove. Entérate:
Explicarlo no es fácil, hacerlo mucho menos, pero vamos a intentarlo. Para bordar o costurar (como dicen ellas) el punto de cruz se necesita el canevá, que es una pieza o tablero de tela de cuadritos chiquititos. Después una aguja y muchos hilos de colores.
La aguja entra y sale de los agujeritos del canevá para darle forma a una flor –por ejemplo- que tiene distintos tonos de verde, azul, rojo y amarillo. Pero el dibujo no está en el canevá impreso, sino que sale de la cabeza y las manos de la bordadora quien, con una precisión matemática, sabe dónde poner el ojo e introducir la aguja con hilos de colores para ir dándole forma, estilo y profundidad a esa flor sin patrón, que sale de la imaginación.
“Por eso es ‘hilo contado’, porque matemáticamente van contando los colores hilo por hilo, cruz por cruz y ahí está la magia… Le van dando forma al dibujo sobre la marcha y si hay un error hay que desbaratar el punto y volver a empezar”.
Las que me cuentan con palabras y hechos cómo se borda a mano el punto de cruz son dos mujeres que admiro mucho y tienen varias cosas en común: las dos son oriundas de Tecoh, aman la costura y el bordado y tienen el corazón y el alma puestos en que el punto de cruz tan tradicional de Yucatán siga haciéndose en nuestro estado e innovando en manos jóvenes y prendas innovadoras.
Y para eso se están moviendo en grande. Genny Caamal Cocom es bordadora y Aremy Alcocer González es –además de docente de profesión- diseñadora y creadora de la marca Arte Al Coser. Y aquí te las presento, la iniciativa que tienen es maravillosa.
Empecemos por Aremy a quien, sin duda, le sale por los poros la onda emprendedora pero también docente. Como coordinadora del Programa para la Atención al Rezago en Educación Básica, Aremy comenzó a dedicarle sus tiempos libres hace seis años a un empredimiento de costura y bordado de punto de cruz con mujeres de su tierra, Tecoh.
Empezaron poquitas, pero ahora son 30. Y digo que le sale la docencia a Aremy hasta de los poros porque no sólo comercializan los bordados a distintos lugares de Yucatán y del país a través de la marca en línea @ArteAlcoser (en Facebook, Instagram y en un showroom en Mérida), sino que también les “enseña” a estas mujeres a emprender, las motiva a ganar más dinero para independizarse y sobre todo promueve que se capaciten y que las más chiquitas aprendan el oficio.
“Mi abuela Yolanda Gómez borda de toda su vida. Con ella empecé este emprendimiento al que se sumó Genny y ahora somos 30 bordadoras de 93 a 15 años –además de gente que confecciona las prendas de Tecoh y Kanasín-. Y hay jóvenes de 15 a 18 años (hijas de bordadoras) que ya saben el oficio y ganan dinero. Ellas estudian en la prepa y en los primeros años de la facultad y se sienten muy atraídas por no sólo tener su emprendimiento, sino también por innovar en la moda”, nos cuenta.
Y, sobre todo, Aremy motiva a estas mujeres a que hagan del bordado que tan bien realizan una forma de empoderarse para prosperar en la vida.
“Por eso les damos talleres de moda y emprendedurismo y la idea es salirnos de la ropa cuadrada tradicional que tiene bordados de punto de cruz y poder innovar en prendas nuevas, distintas, más contemporáneas, sin perder esta hermosa tradición”, relata.
Y nos pone un ejemplo muy claro como punto de comparación: “En una fábrica trabajando ocho horas seis días a la semana, las mujeres de Tecoh pueden ganar 900 pesos semanales. Con el bordado y según la pieza que quieran hacer, pueden ganar entre 300 y más de mil pesos por “trama” (pieza de bordado) y todo lo hacen desde su casa”, detalla.
Aremy nos cuenta que en pandemia fue difícil trabajar, sobre todo cuando arrancó la epidemia del covid-19 porque Tecoh cerró sus puertas en Yucatán. “No podía entrar a dejarles trabajo ni a pagarles, así que me las ingeniaba por ingresar por otros caminos. Cuando todo se estabilizó un poco, la marca comenzó a crecer y te puedo decir que estamos ahorita mejor que en 2019”, cuenta, contenta.
Las prendas que hacen son variadísimas, distintas, personalizadas y con ese toque tan nuestro, pero en una blusa, vestido, camisa, rebozo o hipil que se ajusta a todas tus necesidades. El target es femenino, pero también realizan prendas para hombres.
BORDAR COMO TERAPIA
Y Genny es una de las 30 mujeres que hace la magia con sus manos, una agujita de costura N° 16 bien pequeña y muchos hilos de colores. Tiene puesto un vestido bordado divino y me explica el arte del punto de cruz sobre su mismo cuerpo, lleno de flores sobre un fondo azul y blanco.
“Yo aprendí a costurar (bordar) en la escuela primaria. Después seguí con mi abuelita y mi mamá que me decían “Ven, vamos a hacer un hipilito” y yo las seguía y aprendía. Sé bordar, coser y tejer y hace cuatro años me acerqué al emprendimiento de Aremy y desde entonces no paro de trabajar y de aprender cosas nuevas”, relata.
Genny dice que comenzó a bordar para Arte Al Coser por una cuestión de terapia, de distracción, pero hace un año se separó de su esposo y hoy es sostén de su casa, donde viven actualmente una hija de 21 años quien también borda y un hijo de 31 con discapacidad. Sus otras dos hijas ya están casadas y una de ellas también borda.
Genny me muestra cómo borda y no puedo creer la precisión y a la vez la creatividad de hacer el dibujo con la aguja y sin patrón. Veo cómo la aguja se mete en los cuadraditos y van mezclando distintas tonalidades de azules –oscuro, más claro, turquesa- para darle a la flor una profundidad única. Si se equivoca, “desbarata” como dice ella el punto y vuelve a empezar.
¿Qué te provoca bordar? Le pregunto. “A veces me provoca llanto. He pasado muchos problemas con mi esposo y por eso el bordado es una terapia en mi vida. Me aferro a bordar y me ayuda a concentrarme y alejarme de todos los problemas. Pongo música y me olvido de todo. Sin embargo, a veces cuando costuro, me vienen recuerdos y eso me provoca llorar, pero son casi siempre recuerdos lindos de seres queridos que ya no están”, me cuenta.
Un bordado le puede llevar a Genny una semana, quince días y hasta meses si hablamos de un hipil con terno y todo. “Se va bordando en tramas o partes de la prenda con un ancho y largo definidos. El trabajo final es la satisfacción plena”, asegura Genny.
CONTINUAR, CONTINUAR Y CONTINUAR
Para Aremy y Genny es fundamental que las chicas más jóvenes sigan interesadas y activas en este emprendimiento porque son el presente y futuro del punto de cruz. “En las más chicas, el bordado les despertó el chip de emprender y eso es maravilloso”, cuenta Aremy.
La pregunta es inevitable: ¿Creen que prosperará este bordado en Yucatán? Y la respuesta no tarda y llega al unísono: “¡Ojala que sí!”, me dicen. “Nosotros les enseñamos a nuestras hijas y nietas y a las generaciones que vayan surgiendo y no dejaremos de hacerlo”, asegura Genny.
“El punto de cruz está en peligro, pero no está extinto y estas acciones que hacemos son precisamente para fomentar que continúe. Pero sobre todo que se use en ropa moderna, nueva, distinta, casual o de fiesta. Y vamos a continuar para que el emprendimiento crezca y siga siendo un sostén para la economía de estas familias”, augura Aremy.
Todas estas mujeres se unieron además para participar en el proyecto nacional “Somos el Cambio” el cual, como te contamos, busca iniciativas que motiven un cambio positivo en la sociedad. Con el nombre “Bordando sueño” ya presentaron su proyecto y en junio próximo nos enteramos si ganamos. Estoy segura que así será, por ellas, por el punto de cruz y por Yucatán.- Cecilia García Olivieri.
Isela Tuz paz borda desde su casa. Tiene 35 años