El choque que se avecina
Columna: De aquí para allá
Por Roberto Acevedo Acosta
Han pasado más de 30 días desde que inició la administración de Andrés Manuel López Obrador y el primer diagnóstico es que ha sido muy turbulenta, con altibajos y muchos claroscuros.
Comenzó con una consulta “ciudadana” para la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, sin mucho rigor técnico y legal pero sustentada en el bono electoral que le dio el triunfo presidencial y que le permitió implementarla al grado que menos del 1 % de la población total del país participó. Y su resultado, que todos ya sabemos, fue el primer golpe contra los “corruptos de la mafia del poder”.
Esa entidad sin nombre y apellidos que fue, es y será invocada para justificar una narrativa que construyó el candidato para plasmar una meta en su gobierno: la lucha contra la corrupción y que sin duda le hizo ganar muchos adeptos entre los que votaron por él.
El siguiente golpe y ahora de carácter más mediático, fue anunciar la puesta en marcha del “Tren Maya”, obra que desde su visión detonará el desarrollo del sureste mexicano -a partir del turismo- en una de las áreas tradicionalmente señaladas con mayor atraso en todos los niveles.
El Presidente participó en una ceremonia donde la pedía a la “madre tierra” su autorización para llevar al cabo dicha obra y lanzó una nueva consulta para justificar su decisión y que obviamente le fue favorable. No tardó para que voces de muchas índoles y diversas le hicieran observaciones.
Los más críticos señalaron la falta de estudios técnicos que avalarán el éxito del proyecto. Los más ecologistas le reprocharon que el tren iba afectar zonas de la reserva de la biósfera en Calakmul, Campeche, donde el jaguar es amo y señor y la selva su reino. Los políticos, sin importar el color le aplaudieron y se sumaron a su idea.
En estos días estar en contra del presidente no representa mucha ganancia ante los ojos de una gran parte del electorado que sigue viviendo una seudo luna de miel con el Ejecutivo.
Pero dentro de todas las inercias que generó el tren, hubo una que destacó por el tono y las palabras: la postura del EZLN, que tildó la idea de “burla” y lanzó un emplazamiento para combatir la propuesta; lo cual resulta una gran paradoja porque Andrés Manuel se dice gran admirador de Francisco I. Madero, héroe de la Revolución Mexicana que combatió y persiguió a Emiliano Zapata ya en calidad de Presidente de México.
De golpe y porrazo el Tren Maya se volvió un símbolo del gobierno entrante y una apuesta por el desarrollo de la región, concediéndole al presidente que su propuesta es bien intencionada a pesar de la falta de los estudios técnicos que la avalen y que finalmente pudiera representar el desarrollo que tanto se anhela en muchas parte del sureste. Hay un factor del cual no se habla y que al parecer poco se quiere mencionar en estos días.
El trazado del tren por lo menos en lo que respecta a Quintana Roo, Campeche y Chiapas va a impactar en tierras que seguramente pertenecen a personas o grupos que no van acceder de primera instancia a las proyecciones del Gobierno Federal. Estamos hablando de pesos y centavos, o dólares en el caso de Quintana Roo, que poco o nada tienen que ver con la Cuarta Transformación.
Ese primer esbozo de ruta ya tuvo un primer impacto en la mente de todos los involucrados porque muchos ya avizoran un aumento en valor de la tierra o de sacarle el mayor provecho posible, lo que sin duda será un choque entre lo que quiera pagar el gobierno y lo que muchos creen que vale su tierra.
Aquí radica lo que será una gran prueba para la nueva administración y el primero escollo que tendrá que sortear el Gobierno Federal para darle credibilidad a su proyecto de desarrollo, porque no es lo mismo el valor de la tierra en Chiapas que en Quintana Roo donde, por ejemplo, si se quiere montar una estación del tren cerca de Cancún o Playa del Carmen, el precio de pago tendrá que ser cotizado en dólares, tal y como se hace actualmente o en su defecto ajustado a la paridad peso-dólar, lo cual no va ser barato.
Muchos dirán que para eso existe la figura de la expropiación para solventar esa clase de inconvenientes y en un contra sentido para eso existen los amparos para combatir les decisiones del gobierno. No estamos diciendo que el tren nace muerto, sino que para nacer se va a necesitar muchas horas de “trabajo de parto”. Ya en el pasado muchas obras importantes del gobierno fueron paradas o suspendidas cuando la gente se inconformó por el precio en que querían pagar la expropiación.
De allá para acá
Hay que destacar la interlocución que se está generando alrededor del Gobierno Federal. Se agradece que el presidente todas las mañanas esté dispuesto a hablar sobre la agenda nacional, y más se debería agradecer que los medios de comunicación no busquen la simpatía o cofradía que ofrece la convivencia diaria con el primer mandatario y, por el contrario, que lleguen a esa cita mañanera preparados de la mejor manera posible. Porque a partir de una relación profesional y respetuosa el tono y las preguntas pueden encauzar un debate de altura en beneficio de la sociedad mexicana.
(La foto es de Cuartoscuro).
El proyecto (tren maya) no es malo, bajo qué términos se realizará, si realmente respetará la decisión de los pueblos originales, la protección del medio ambiente son las que definirán los años de este gobierno
Gracias, Vero por tu opinión.