Diciembre de pérdidas y de amor depués del amor
Columna “Mínimas Sudacas”
Por @LaFlacaDelAmor
Los diciembres de mi vida son un poco complicados.
Todo comenzó allá por septiembre de 1980, cuando yo tenía ocho años y murió mi abuelo materno Carlos, el “pater familias”. Tuvo un infarto fulminante y se murió en el acto. A los tres meses y con menos de una década de vida, pasé la Navidad y el Año Nuevo más tristes del universo. Y así fue siempre, recordando a los muertos cuando nacían el Niño Dios y un año nuevo.
O sea, soy Grinch, como dicen ustedes. No disfruto ni me dan ilusión las fiestas decembrinas. Mientras mis hijos fueron chiquitos, compartí con ellos la felicidad adrenalínica de creer en Santa Claus y en los Reyes Magos, pero creo que me apuré en que descubrieran que “Santa y los Reyes son mamá y papá”, así yo volvía a mi modo Grinch.
Diciembre siguió en mi vida con muertos y ayer prendí una velita blanca en honor de mi papá Guillermo, quien murió hace un año y lo extraño.
También diciembre es un mes que me marcó en pérdidas amorosas. Finalicé dos parejas muy importantes en mi vida en diciembres de distintos años, pero diciembre al fin.
Y hoy, como para no perder la costumbre decembrina, amanecí con la noticia de que se murió Marisa Paredes, la ENORME Marisa Paredes. A ella, como a mi abuelo Carlos, también le falló el corazón.
Actriz española, chica Almodóvar por excelencia, Leo y Amanda Gris en “La Flor de mi Secreto”, Becky de Páramo en “Tacones Lejanos”, actriz que les voló la cabeza a directores mexicanos como Arturo Ripstein y Guillermo del Toro y mujer con un compromiso político y social tremendo e indiscutible.
“Es una mujer capaz de llenar la pantalla con un solo gesto”, había dicho de ella el mismísimo Pedro Almódovar y no pudo ser más preciso. Intensa, de voz rota, mirada verde transparente, sanguínea, melodramática… Sólo ella podía decir desesperada y para llenarnos de congoja: “No sé escribir novela rosa, me sale negra. Lo intento, pero cada página me sale más negra”, en la voz de Amanda Gris.
Así era Marisa, quien se metió en mi piel un diciembre del siglo pasado (exactamente cuando terminaba 1999) y yo me sentí un poco ella, yo fui Leo Macías, yo fui Amanda Gris.
La historia de desamor y amor de “La Flor de mi Secreto” que ella protagonizó magistralmente, fue “literal” un momento de mi vida. Y hoy le agradezco a Marisa por darle drama a ese tiempo tan personal, le doy gracias por hacerme emocionar y desgarrar en llanto con Chavela Vargas, por mostrarme que es válido pedir ayuda para que te quiten las botas, por enseñarme que la escritura -aunque sea negra- nos salva y porque es bueno volver al pueblo para tirar un cable a tierra… Y también por demostrarme que el amor después del amor sí existe. Ayer y siempre. Y este diciembre de 2024, también.
Gracias, Marisa por tu arte y tu sororidad. Gracias por descubrirme LA FLOR DE TU SECRETO.