“Dar chuchú es la experiencia más sublime de la maternidad”
Columna escrita por Teresa Chan, mamá, periodista y pro lactancia
Fui mamá por primera vez hace 10 años y por segunda ocasión hace tres y sin duda lo más glorioso de la maternidad es dar chuchú, como decimos en Yucatán.
No sé si las palabras puedan describir las emociones que se viven en esos momentos. Se habla de la conexión física, del instinto del nené de succionar para alimentarse, pero alrededor de todo ello hay un ritual de la mamá de dar amor, protección, cuidados y de forjar el escudo del sistema inmunológico del nené.
Con mis dos hijos, Rubén y Susana practiqué la lactancia materna exclusiva a libre demanda hasta los seis meses, a pesar de la costumbre familiar de que a los bebés a los cuatro meses se les debe de empezar a dar la papilla, a que hay que darles agua de estrella de anís y otras costumbres que van contra dar chuchú, sólo chuchú y a la hora y en las cantidades que el nené lo pida.
A Rubén le di hasta los 10 meses, hasta que un cuadro de salud me obligó a dejar de amamantarlo. A Susana le di un año completo. Al mismo tiempo que a Susana amamanté por un tiempo a una sobrina nieta casi de la misma edad. Támden le llaman cuando se amamanta a dos hijos al mismo tiempo. Con ellas no hubo dolor de ningún tipo, el cuerpo quedó preparado con el primer hijo. Por algo dicen que el primer hijo siempre será el primero en todo.
Y decía que ningún nené es igual y ninguna lactancia es igual, ni siquiera si es exclusiva sobre todo cuando los niños tienen que ir a la guardería a partir de los dos meses y medio. La rutina cambia, pero el amor se incrementa, y más cuando hay que levantarse a llenar las tomas para que les den en la guardería. Con Rubén no hubo complicaciones ya que aceptó la mamila, pero con Susana casi a diario me llamaban de la guardería porque no quería tomar en el biberón, había que salir corriendo a calmarle el hambre.
Ello implicó un cambio en la rutina, llegaba a la guardería y ahí le daba su primera toma, había un lactario precioso que prácticamente era exclusivo para nosotras. Después, en el intermedio, teníamos nuestro fugaz reencuentro que era un alivio para ambas. Al recogerla volvíamos a hacer uso del lactario y nos íbamos a casa. Así nos la pasamos hasta que empezó su proceso de ablactación. Aquí tengo que dar un agradecimiento a todo el personal del CENDI 1 del ISSTEY sobre todo al Dr. Sergio y a la maestra Raquel por la cantidad de veces que me llamaron y estuvieron pendientes de cubrir la necesidad de Susana.
Cuando por fin se acostumbró a la mamila, entramos a otra dinámica, aquella que vivimos todas las mujeres cuando sientes que tus pechos van a explotar en cualquier momento. De nueva cuenta el lactario de mi centro de trabajo fue un remanso de paz, religiosamente a la 1 de la tarde era mi visita diaria, llenaba los botes que dejaría al día siguiente en la guardería.
El cuerpo humano es increíble, es perfecto, al comenzar la ablactación disminuye la cantidad de veces que el bebé demanda hacer chuchú, disminuye la producción y disminuyen las visitas al lactario. Es una maravilla.
Estas son algunas de mis experiencias que quise compartir con los lectores de Sumario Yucatán, un proyecto con el que tengo muchas coincidencias, sobre todo con las ideas de crianza. Definitivamente no es lo mismo contarlo que escribirlo, pero espero con estas líneas motivar a las futuras mamás a dar chuchú, si pueden de manera exclusiva está perfecto, es la base de la salud de esa niña o niño que amaron aún sin conocer. Dar chuchú es la continuidad de ese amor.
Particularmente nunca tuve pena de dar chuchú en donde al bebé le diera hambre, siempre he pensado que el problema lo tienen los que recriminan amamantar en público. Primero está el derecho del bebé, ni siquiera el de la mamá.
Por fortuna me tocó vivir este proceso antes del COVID; ahora con más razón hay que amamantar mucho. Según la UNICEF incluso si la madre ha contraído el virus puede continuar lactando siempre que su condición médica lo permita, por supuesto con mayor higiene y con mayores medidas de protección.
Dar chuchú es darle a tu bebé la mayor dosis de amor en forma de leche materna.