Crónica de dos “Titanes en Acción”
En el Día del Niño nos topamos con dos chicos meridanos de 11 años con algunas cosas en común pero también con realidades distintas. Ellos habitan nuestra ciudad y los dos son el futuro de Yucatán y del país, conócelos:
Tienen cosas en común, aunque no se conocen. Nacieron el mismo año y en la misma ciudad (Mérida), a los dos les gustan las matemáticas y disfrutan de la caricatura “Los Jóvenes Titanes en Acción”, aunque a Rodrigo le gusta el personaje de Robin y a Marcelino el de Chico Bestia.
Tienen once años y hoy, cada uno a su manera, celebra el “Día del Niño”. Rodrigo Barón Euán fue, por un ratito, alcalde de Mérida en la sesión ordinaria del Cabildo Infantil “Infancia por la Paz 2019”. Marcelino Escalante Brito salió de la escuela y vino a ayudar a su mamá Trinidad en su puesto del Mercado Municipal Lucas de Gálvez, donde venden baterías, pomadas, rasuradoras, veneno para ratas y peines, entre otras cosas.
Los dos son nenés tranquilos y parecen chicos honestos y nobles, aunque sus vidas sean diametralmente opuestas. De impecable camisa blanca -cerrada hasta el último botón del cuello- del Centro Educativo Latino (CEL), Rodrigo tomó hoy el lugar del alcalde Renán Barrera Concha y legisló sobre el “Club del Diálogo”, un proyecto que se implementará en las escuelas para fomentar el respeto, la mediación y la empatía. A unas pocas cuadras, Marcelino cuidaba el puesto de su mamá, despachaba productos y ayudaba a embolsar chiles y recados en otros puestos.
Rodrigo es fanático de los legos y, en su tiempo libre, no pierde oportunidad de armar distintas cosas. Los transportes son sus preferidos y si son fáciles, dice que le toma pocos minutos darle forma a alguno. También le gusta jugar básquetbol pero hace poco comenzó a usar lentes y le cuesta un poco volver a la pelota.
Marcelino no le dedica mucho tiempo al juego. Lo que más le gusta hacer es jugar a Pókemon o a Dragon Ball en el celular que le presta su mamá, mientras la ayuda en el puesto del mercado. Cuando regresan a la casa –a la tardecita- tiene que hacer la tarea y ya no queda mucho tiempo de juego. Al otro día hay que madrugar para ir a la escuela.
El hijo de Trinidad creció en el mercado. Desde los dos años su mamá lo lleva a su trabajo y él conoce el lugar y a las personas que lo habitan como la palma de su mano. Cuando puede, ayuda en otros puestos y se gana un dinero para él.
Los dos chicos coinciden en que el bullying es algo muy malo. Rodrigo nos cuenta que él ha visto hacer bullying por el color de la piel o la religión en su escuela. Marcelino, por ser grandote, ha sido él mismo víctima de bullying.
A los dos los pone contentos el juego –Rodri con legos y Marcelino con el celu de su mamá- y se ponen tristes cuando viven peleas familiares y cuando algunas personas lastiman a los animales. Rodrigo dice que no tiene preocupaciones, sin embargo a Marcelino le quita un poquito el sueño saber si pasará o no de grado.
Ni Marcelino ni Rodrigo dudan en contestar qué les gustaría ser cuando sean grandes. “Policía, para ayudar a la gente. Igual todavía no me imagino muy bien cómo sería mi trabajo”, explica Marcelino. Por su parte, Rodrigo quiere ser ingeniero. “Voy a construir un hotel de seis pisos”, dice el constructor de legos.
Ninguno de los dos recuerda el nombre del presidente Andrés Manuel López Obrador y se confiesan poco interesados en la política. Sin embargo coinciden en que un mejor México sería un país donde la gente se respete más, se aprendan y enseñen valores y se resuelvan los conflictos hablando con los demás, sin peleas.
Rodrigo recibió regalos para el Día del Niño hoy. Marcelino no, sin embargo el día no termina y él no pierde las esperanzas.- Cecilia García Olivieri.
(En la imagen de portada, Marcelino con su mamá Trinidad y Rodrigo con su amigo Marco).
Excelente entrega! Dos realidades muy muy diferentes … al final un retrato escrito de la realidad en México, como en muchas partes del mundo.
Mil gracias, Abril… Tan cercanos los dos!!!