“Coronasomnia”, trastorno que afecta a 1 de cada 3 personas
Casi el 30% de la población en México duerme menos de siete horas, principalmente los que viven en zonas urbanas. En tiempos de covid-19, el insomnio es un factor de riesgo para la diabetes mellitus, la hipertensión y la obesidad, comorbilidades del coronavirus. En esta nota, especialistas brindan consejos para un sueño saludable
Una de cada tres personas que viven en aislamiento social sufren de insomnio, que es un factor de riesgo importante para el desarrollo de alteraciones mentales como trastornos de ansiedad, depresión y estrés postraumático a consecuencia de la pandemia por COVID-19, según estudios científicos.
Durante el Foro Sanofi: “Que la pandemia no te quite el sueño”, expertos en trastornos del sueño explicaron que la pandemia ha generado preocupaciones y cambios en las actividades diarias que pueden hacer que cada vez más personas experimenten interrupciones en su horario de dormir. Existe un aumento significativo de síntomas relacionados al estrés, ansiedad, depresión, insomnio, irritabilidad y miedo e incluso se ha implementado el término “coronasomnia” para esta alteración de la calidad y cantidad del sueño, secundario a esta crisis sanitaria.
El insomnio es la dificultad para iniciar el sueño, para mantenerlo, despertarse muy temprano o tener un sueño de mala calidad. Esta condición, que es motivo de consulta común en la atención primaria, tiene consecuencias graves en la salud a corto y largo plazo, por lo que se considera un problema de salud pública que se puede presentar con otros trastornos médicos o psiquiátricos.
De acuerdo con María Elena Sañudo, Directora Médica de Sanofi General Medicines en México, existen factores como la falta de actividad física en el día, la depresión, el confinamiento obligatorio, así como altos niveles estrés, que sobrecargan el ejercicio intenso nocturno que afectan de forma negativa el patrón de sueño. Además, destacó que el insomnio está asociado a ideas suicidas y es un factor de riesgo potencialmente modificable que se agrava en condiciones de aislamiento social y confinamiento obligatorio.
“Es importante prestar atención a este trastorno, pues la mayoría de las veces se ve como algo común en las personas, pero es una enfermedad que trae consecuencias a la calidad de vida de quienes lo padecen y por ello es necesario buscar el diagnóstico de un médico”, advirtió la experta.
En el estudio Prevalencia de síntomas de sueño y riesgo de apnea obstructiva del sueño en México, se encontró que un 28.4% de la población estudiada duerme menos de 7 horas, afectando más a los hombres que viven en zonas urbanas y en Ciudad de México. Además de que un 18.8% reportaron insomnio.
Al respecto la médica Sañudo, agregó que “el trastorno de sueño se considera factor de riesgo para enfermedades como diabetes mellitus tipo 2 (DM2), hipertensión arterial sistémica (HAS), obesidad y se relaciona con la mala respuesta al tratamiento de estas enfermedades crónico-degenerativas.”
Según la Organización Mundial de la Salud, 40% de la población presenta insomnio en algún momento de su vida, así como 40-60% presentan alguna comorbilidad. Algunos estudios recientes han demostrado que cuando el insomnio se suma a otra enfermedad, se obtienen mejores resultados con tratamiento específico para ambas condiciones.
Existen actividades que contribuyen a tener una correcta higiene del sueño incluso durante el confinamiento, entre los cuales destacan:
· ? Tener una exposición a la luz solar de al menos 30 minutos durante el día.
· ? Evitar el tomar café o té con cafeína en la noche.
· ? Reducir la ingesta de alcohol.
· ? Evitar hacer ejercicio antes de acostarse.
· ? Evitar estar en la cama si no es para dormir.
· ? Mantener un horario para despertar y dirigirse a la cama.
“Llevar una buena alimentación, practicar actividad física y contar con el tratamiento adecuado ayuda a mejorar la calidad de vida del paciente. El tratamiento estándar para el insomnio son los hipnóticos no benzodiacepínicos, recomendados como el tratamiento farmacológico, según la Guía de Práctica Clínica de la Secretaría de Salud“, explicó la especialista.