Buenas historias con buenas rolas, el maridaje perfecto
ColumnaViernes Sudaca
Por @laflacadelamor
Me encanta el término “maridaje”. Ya sé que tiene que ver con las relaciones carnales que se dan entre la comida y la bebida, pero el caso es que también me gusta mucho comer y beber.
A lo que voy es que soy de las personas que usan el término maridaje en otras cosas que no tengan que ver con la gastronomía y los vinos. Para mí marida bien un plato de pastas a la bolognesa con un malbec tanto como una serie con buena música.
Porque si los sabores –en ambos casos- persisten en el tiempo adentro mío, ya lograron su cometido: el de trascender. Quiere decir que disfruté de algo bueno, muy bueno. Me pasa también cuando voy al cine, en el amor, en los viajes, en las relaciones de amistad y en muchas otras cosas.
Y hoy quiero hablar de eso, del maridaje que se logra cuando uno disfruta de una buena serie con excelente música. Soy una melómana empedernida, no demasiado actualizada en tendencias musicales, pero lo que descubro que me gusta, lo disfruto hasta gastarlo. Y si no se gasta, es porque trasciende y así…
Empecé hace poco a ver Peaky Blinders, una serie británica de la BBC que cuenta la historia de unos gánsters que viven en Birmingham después de la Primera Guerra Mundial (1919). La serie la lidera el actor Cilliam Murphy, un tipo con una cara rara –aniñada- y una mirada que atraviesa y destila hombría y buena actuación a más no poder.
El caso es que esta serie, más allá de la historia y las actuaciones, me partió la cabeza desde la banda sonora. El maridaje que lograron es sensacional y ya se nota cuando arranca con la presentación comandada por Nick Cave & The Bad Seeds. Imperdible.
Porque siento que el logro está en traspasar las épocas. Peaky Blinders tiene el desparpajo de mezclar lo antiguo y lo moderno –el siglo XX y el siglo XXI- transita en la posguerra, las apuestas, los barrios sórdidos, grises y enlodados de Birmingham, la violencia extrema, el alcohol, el opio, los ajustes de cuentas… Todo eso con música de Artic Monkeys, David Bowie, Radiohead, Leonard Cohen, Tom Waits, PJHarvey y la lista es interminable y cardíaca.
Cada escena musicalizada transporta, moviliza y estalla en la cabeza. La desfachatez de hacernos viajar en el tiempo entre dos siglos abruma y, sobre todo, no se olvida…
Y ahora estoy clavada con Peaky Blinders, pero este maridaje mágico ya me pasó con la obra maestra de Breaking Bad (les tiro una canción que ahora me viene a la cabeza: “A horse with no name”, de America), Stranger Things (“Should I stay or should I go”, de The Clash), Mad Men (con ese intro maravilloso “A beautiful Mine”,de RJD2), House of Cards (Born Ready, no sé quién canta), Los Sopranos (Con ese intro fabuloso de Alabama 3 “Woke up this morning) y la lista sigue, pero ahora caí en las aguas del Leveo y no me acuerdo ninguna más.
En fin, también me recomendaron que viera “Westworld”, una serie maravillosa de HBO, con una música increíble que convierte clásicos de bandas como Radiohead en pianola, atrevidísimos.
Eso es todo por ahora, amigos. Sigan disfrutando de las series y la música, viajen en el tiempo, dejen que una buena historia maridada con una buena rola les haga el amor. Y que no se les olvide.