“Aprendes a respetarlos y conocerlos y eso nos permite salvarles la vida”
Vocación, dedicación y cariño se conjugan maravillosamente para que un trabajo te apasione. Y eso les sucede a los guardianimales del Parque Bicentenario “Animaya”, quienes nos comparten en esta nota sus vivencias en la labor diaria, llena de desafíos pero también con grandes recompensas. Hoy, en vísperas del Día del Cuidador del Zoológico, te los presentamos:
La chamba arranca con el alba y no termina hasta llegada la noche… Y muchas veces las emergencias -que no tienen horario- hacen de las suyas y si es madrugada, ahí hay que estar. Sin embargo la vocación, pasión, gusto y cariño por los animales son las principales cualidades de quienes a diario dedican su vida al cuidado de los huéspedes de los zoológicos de Mérida y ellos sienten que el tiempo pasa volando cuando se dedican a este trabajo ¿No te pasa eso cuando haces lo que realmente te gusta?
Se llaman guardanimales y son los veterinarios, biólogos y entrenadores del Parque Bicentenario “Animaya”, quienes dedican su vida al cuidado de los animales del lugar. Por este motivo, y en conmemoración del Día del Cuidador del Zoológico que se celebra mañana 4 de octubre, el Ayuntamiento de Mérida hace un reconocimiento al personal cuya dedicación está enfocada al bienestar animal.
Y te contamos quiénes son: Claudia Ham Vega es coordinadora del área técnica y educativa de “Animaya”, y cuenta que el zoológico exige trabajo en conjunto, empezando con los guardanimales, que son el primer y último contacto con los animales, hasta los biólogos, veterinarios y entrenadores.
Gaspar Cetina Sánchez, guardanimal desde hace 11 años en Animaya, cuenta que llegó a ese trabajo gracias a una oportunidad, pero que a pesar de los riesgos que implica, decidió aceptarlo.
“Sé que mi trabajo es peligroso porque estoy al cuidado de animales letales como serpientes y felinos, pero al mismo tiempo es gratificante porque aprendes a respetarlos y a conocerlos y eso muchas veces nos permite salvarles la vida porque si notamos algún cambio en su conducta o en su alimentación, pedimos inmediatamente a los veterinarios que los chequen”, comparte.
También nos cuenta que su trabajo es muy importante y no se limita a la limpieza de las áreas de los animales, a alimentarlos y a ayudar a los veterinarios con el manejo de los mismos. También aprenden técnicas de acondicionamiento operante con refuerzo positivo, lo que permite atender medicamente al animal sin tener que sedarlo.
Jesús Moreno Canché, guardanimal desde hace siete años, dijo que el destino lo llevó a trabajar en esa área del zoológico, donde inició como jardinero.
“Pero yo me veía trabajando con animales y cuando pude hacerlo fue algo increíble. Se necesita mucho gusto y respeto por ellos, sobre todo para prevenir accidentes”, detalla.
Contrario a lo que pueda creerse, el arduo esfuerzo que requiere este trabajo no es lo más difícil para los entrevistados, quienes coinciden en que la parte más dura de su labor es ver morir a alguno de los animales, sobre todo si desde pequeños los han cuidado.
La bióloga Claudia Ham Vega cuenta que para ella lo más triste es ver cómo llegan las crías de tráfico de animales, como por ejemplo primates, quienes son separadas con violencia. “Llegan con tanto miedo y confusión en sus caritas, que me parte el corazón”, dice con emoción.
Al respecto, Shantal Carrillo May, encargada de animales rescatados y neonatos del Hospital Veterinario de Animaya, señala que se requiere de mucho amor para sacarlos adelante, pues la gran mayoría -especialmente los que son rescatados-, llegan siendo bebés, por lo que hay que alimentarlos cada tres horas, cambiarles el pañal, bañarlos y darles su medicamento.
“Es como tener un hijo. Exige mucha dedicación y mucha pasión, así que no cualquiera puede dedicarse a esto”, realata la veterinaria que inició en el zoológico como servicio social.
Fernando Victoria Arceo es coordinador del Parque Zoológico Bicentenario “Animaya” y explica que para todo el equipo que trabaja día con día con más de 400 animales, es muy satisfactorio verlos crecer, reproducirse, rehabilitarse, pero sobre todo conocer especies nuevas y seguir aprendiendo de ellos, porque así la atención que les brinden será mucho mejor.