“Antes a la gente le valía y tiraba la basura donde sea, ahora buscan un bote”
MUJERONES, así con mayúsculas. Andan por las calles con palas, carretillas, escobas y rastrillos y levantan la basura que todos tiramos en la vía pública. Son cuatro mujeres barrenderas que trabajan desde hace años en la Dirección de Aseo Urbano del Ayuntamiento de Mérida y en esta nota nos cuentan cómo y porqué se dedican a esta chamba, que les permite vivir dignamente y salir adelante. Porque aseguran que “Sí se puede”
Llegué a la esquina de la calle 8 y la Avenida Quetzalcoatl temprano y pensé: “Es imposible que limpien estas calles tan anchas y transitadas a esta hora, hay demasiada gente y tráfico”. Pero me equivoqué. Eran las 10 am y allí las divisé a lo lejos, con sus playeras color azul rabioso del Ayuntamiento de Mérida.
Karla, Aracely, Elizabeth y Narcisa trabajan coordinadas como un relojito suizo. Son barrenderas desde hace años en la Dirección de Aseo Urbano Oriente del Ayuntamiento de Mérida y, en plena chamba, se sincronizan para que dos de ellas vayan arrastrando la basura de las calles hacia las otras dos compañeras. Mientras tanto, la tercera sube la basura recolectada a una pala y la deposita en la carretilla que lleva la cuarta. Y así avanzan cuadras y cuadras. Laboran bien pegaditas al borde de la calle porque los autos pasan sin cesar. Parece peligroso, pero ellas ya están acostumbradas y saben evadir el peligro. El sol y el calor no les hace mella, lo importante ahorita es hacer la chamba.
Las veo moverse y luego las escucho platicar y pienso en la canción de Molotov “Gimme the power”, justo en la estrofa que dice: “Porque no nacimos donde no hay que comer, no hay porqué preguntarnos ¿Cómo le vamos a hacer”, si nos pintan como a unos huevones, no lo somos ¡Viva México, cabrones!”.
Y es que el rasgo que más define a estas cuatro mujeres es la fuerza y el empuje que tienen. Ya sea para barrer las calles de una ciudad a diario –laboran de 6 am a 1 pm, cinco días a la semana-, como para desempeñar este trabajo que les permite llevar una vida digna y mantener a sus hijos y también nietos. Excepto Narcisa que está casada, Aracely, Karla y Elizabeth son madres que mantienen totalmente a sus hijos, son el sostén absoluto de sus familias.
Karla cuenta que es barrendera desde hace ocho años y es la que menos antigüedad tiene en el grupo. “Necesitaba sacar adelante a mi familia, soy separada y mantengo solita a mis hijos. Así que fui a las oficinas del Ayuntamiento y pedí trabajo. Esto me permite salir adelante y luchar para que mis hijos crezcan dignamente”, explica.
Aracely “La Güera” ya hace 20 años que barre las calles meridanas. “Necesitaba trabajar para sacar adelante a mis hijos y ahora a mis nietos. El trabajo al principio me resultaba peligroso porque los autos te pasan a majar, pero cuando le agarras la mano al trabajo, ya sabes cuidarte”, señala.
Narcisa trabaja de barrendera hace dos décadas y comenzó en una cooperativa. Sin embargo, hace 18 años le pasaron dos desgracias: su hijo se accidentó y se quemó su casa. “Estaba desesperada y pedí trabajo en el Ayuntamiento y me lo dieron. Desde que comencé a trabajar, logré mi casita. Me gusta mucho mi trabajo”, cuenta.
A Elizabeth le queda una semana de trabajo como barrendera y se jubila después de 30 años de servicio. “Mi misión terminó” y asegura que trabajar de barrendera le permitió como mujer viuda mantener a sus hijos. “Este es un trabajo como cualquier otro, tiene cosas buenas y malas. Yo siento que tiene más beneficios y aunque algunas personas te digan ‘No barres bien, recuerda que yo te pago el sueldo con el pago de mis impuestos’, hay otras que te tratan muy bien y si te ven en la calle te dan agua. Hay de todo en la viña del Señor”, asegura.
Les pregunté qué zonas de Mérida prefieren barrer y, aunque no le hacen el visto feo a nada, consideran que el norte de la ciudad es mejor para hacer la chamba porque la gente cuida más las calles y está más limpio todo. Aseguran que en tantos años de trabajo nunca encontraron nada raro tirado en la calle y que hoy día la gente tiene más conciencia de no ensuciar. “Antes a la gente la valía y tiraba la basura donde sea, ahora buscan un bote”, detalla Elizabeth.
Estas cuatro mujeres coinciden en algo y lo tienen bien en claro: El trabajo dignifica, aseguran y les dan un mensaje a todas las mujeres: “No se dejen, valemos como seres humanos que somos y siempre hay que buscar la forma de salir adelante en la vida. No hay que conformarse porque mientras tengamos vida y salud, todos tenemos facultades para prosperar”, asegura Elizabeth.
Y Karla agrega: “Hay que echarle ganas siempre, por nosotras mismas y por nuestros hijos. Que nadie las intimide porque siempre se puede, sí se puede”.
Y ahí les dejamos haciendo su chamba, contentas y platicadoras, mientras le agarraban otra vez el ritmo al trabajo sincronizado, como relojito suizo.
En el Ayuntamiento de Mérida hay 46 mujeres barrenderas que limpian a diario nuestras calles en la capital del estado y en comisarías.- Cecilia García Olivieri.