Almodóvar, entre la maternidad y la memoria histórica
Columna Sábado Sudaca
Por @LaFlacadelAmor
Admiro y sigo a rajatabla la filmografía de Pedro Almodóvar desde hace décadas. Y me encanta. Ojo, los años y la vida nos hicieron cambiar a Pedro y a mí, claro, y hoy día me identifico con algunas historias, pero con otras no. Y aunque “Madres Paralelas” –estrenada ayer en Netflix- no me voló la cabeza, no deja de ser una peli bien almodovariana y mis respetos por eso.
Lo que tiene Almodóvar (y prometo no ponerme intensa con el tema) es que logra que te identifiques con sus historias y por eso saca un film y ahí estoy yo, disfrutándolo. Porque sé de antemano que algo hablará de mí, de nosotras las mujeres. Seguro aparezco en un personaje, me alucina un diálogo, me enamora una canción, habla de mi en una toma, en un color, en la iluminación, en un decorado, en algo… Lo que sea.
Y aunque “Madres paralelas” no es de mis preferidas y la crítica le pegó duro al querido Pedro, igual aluciné con las actuaciones, la estética tremenda de sus tomas y fotografía y ese lenguaje que se me hace tan familiar, aunque no seamos de la misma generación, ni país, ni nada. Yo creo, sin temor a equivocarme, que soy un poquito “una chica Almodóvar”.
Basta de intensidad y vamos a la peli. “Madres Paralelas” cuenta dos historias –en paralelo, claro- que hablan de identidad. Por un lado aborda el tema de la memoria histórica y la entrelaza con la historia de dos madres a punto de parir (las dos mamás solteras, Janis a punto de cumplir 40 y feliz con el nacimiento; y Ana, adolescente, nada contenta con su maternidad). Se conocen en el hospital y, a punto de dar a luz, entrelazan en todo un melodrama sus historias, que serán para toda la vida.
La peli arranca con Janis (una Penélope Cruz hermosa y actoraza), mujer independiente y fotógrafa, que busca conocer más sobre la identidad de sus ancestros, asesinados en su pueblo natal por el franquismo. Para ello contacta a un forense con el que termina teniendo un amorío y queda embarazada.
Janis busca la tumba de su abuelo, maestro republicano asesinado durante la Guerra Civil Española y la peli comparte esa parte de la historia que, para muchos, no es tan conocida y está bien, suma. “En España hay todavía cien mil desaparecidos”, nos recuerda.
Paralelamente las madres dan a luz pero algo sucede en medio de las vivencias personales de cada una en sus maternidades que desatan melodramas tremendos y poco y nada te puedo adelantar del tema porque sería spoiler. Lo importante aquí es que, en un ejercicio de sororidad absoluta y aunque el tiempo pudo jugar en contra, la situación fluye y para bien.
Lo que muchos le reprochan a Almodóvar en Madres Paralelas es que él, tan diestro para contar historias entrelazadas que dan un plus de dramatismo a sus narrativas, en esta ocasión no fluye como esperábamos, no tiene ese “timing” tan especial que maneja el manchego y lo paralelo se esfuma hacia el final. Sentí eso, personalmente.
El relato en general no deja de ser auténtico, coherente y catártico, como siempre, pero lo “paralelo” se separa en algún punto y esa sensación me dejó… Igual me conmovió y si sentí eso, no tengo dudas que sigo admirando a Almodóvar y este fin de semana y gracias a Netflix me dedicaré a ver de nuevo alguna de sus pelis… Aunque todavía no se me decido entre “La flor de mi secreto” o “Hable con ella”. Veremos, veremos, después lo sabremos.