A tres décadas de su estreno, “Thelma y Louise” es liberadora y de culto
Columna Sábado Sudaca
Por @LaFlacadelAmor
Apenas transcurren unos pocos minutos de película, ya te das cuenta que estás frente a una historia “sin punto de retorno”. “Thelma y Louise” es un viaje de ida que transcurre en un “road movie” de paisajes hermosos y sórdidos, con una música cansina llena de acordes largos y bien del lejano oeste. Y claro, entre “red necks” con acento aporreado y piel curtida por un sol que quema y no se va nunca. Ni aunque llueva.
Hace unos días se cumplieron tres décadas del estreno de esta película protagonizada de cabo a rabo por dos mujeres y maestras de la actuación –Susan Sarandon y Geena Davis-, quienes nos mostraron que la adversidad muchas veces empodera. Y cómo, mamita querida…
Thelma y Louise se toman dos días de descanso en sus vidas, se van a las montañas, dejan atrás sus realidades (Thelma es ama de casa y su esposo Darryl es un reverendo idiota y Louise es camarera y tiene una relación un tanto tóxica con Jimmy: de amor, odio, celos y un toque de violencia). Y allí, en el lejano oeste, les pasa de todo. Y ellas sacan algo de adentro que siempre tuvieron, pero que estaba como entumido, adormecido ¿Son las mismas de antes? Definitivamente no pero sí, aunque les tuvo que pasar de todo para que se dieran cuenta.
En un precioso T-Bird de 1966, las chicas emprenden un viaje a unas cortas vacaciones y a los pocos minutos de película ya te late fuerte el corazón. Entran a un bar, beben margaritas, Thelma se pone a bailar con un tipo que le coqueteó antes, Louise se descuida un minuto y Thelma ya no está en la mesa esperándola para seguir viaje, ni bailando con Harlan (el vaquero en cuestión).
Afuera del bar “Silver Bullet” Thelma es víctima de un Harlan violador y sólo se lo quita de encima la pistola calibre 38 que Louise le apunta al cuello. Todo hubiese terminado relativamente bien si Harlan, encabronadísimo, no le hubiese gritado a Louise en la cara “Suck my dick” mientras lo apuntaba con el arma. Y sí, tiro directo al corazón y Harlan muerto.
¿Cómo explicar que Thelma no provocó a Harlan? ¿Cómo hacerle entender a la policía que ella no quería tener sexo con el tipo, aunque salió con él afuera del bar? ¿Cómo demostrar que la golpeó, la volteó de espaldas sobre un auto y le bajó los calzones violentamente pero sin pruebas físicas de que la haya violado? ¿Cómo declarar que estaba a punto de penetrarla sin preámbulos y la amiga la defendió? ¿Qué le disparó a Louise en la cabeza el “Suck my dick” para que matara a Harlan? ¿Cómo dilucidar los fantasmas de Louise quien, por lo que da a entender, pudo ser víctima de violación en un pasado incierto?
Y como no tienen respuestas que las ampare, empiezan a huir y arranca la transformación de capullos a mariposas de Thelma y Louise. Y lo loco es que entiendes que no son asesinas, aunque la policía las persigue por un crimen que sí cometieron y además robaron, encañonaron a un policía y lo metieron –vivo- en la cajuela de la patrulla y explotaron a balazos el tráiler de un chofer libidinoso y acosador.
Causa y efecto, le dicen y la bola de nieve –de fuego en este caso por el calor de Arkansas- cada vez se hace más grande. Y aunque quieran llegar a México para sentirse “sanas y salvas” sabes, muy en tu interior, que no lo lograrán.
El tango “Volver” dice “Que 20 años no es nada”…. ¿Y 30? Para algunas cosas, situaciones o personas puede ser un tiempo efímero, pero para otras tres décadas pueden ser una eternidad. Y lo digo porque en mayo de 1991 cuando se estrenó esta peli escrita por una mujer –el guion es de Callie Khouri- y dirigida por Ridley Scott, no revolucionó tanto la pantalla grande como lo hizo, con el paso del tiempo, en la pantalla chica (por vídeo) para convertirse en un filme de culto.
Y lo más triste es que 30 años también son nada y se nos escurren de los dedos. Porque en tiempos de feminismo mejor parado y teóricamente más formado e informado que en los 90’s y ante un discurso constante y mundial de no violencia de género, equidad y paridad, “Las leyes son una mierda retorcida”. Así dice en la película Louise cuando trata de explicarle a Thelma que es en vano ir a la policía y explicar lo que pasó. “Dirán que te lo buscaste”, agrega. Y hoy estamos un poco así, todavía. Y da rabia, vergüenza y mucha impotencia.
Pero veamos el vaso medio lleno. Thelma y Louise va un poquito más allá en una película “libre”. Empieza con la decisión de dos mujeres de irse solas y sin dar explicaciones, se plantan ante el abuso y la injusticia, avanzan con rebeldía y seguridad, poniéndole el pecho a las incertidumbres y miedos que se les cruzan en el camino, ya no se dejan humillar por nada ni nadie y tienen la certeza de que, en ese punto sin regreso al que llegaron, sólo la amistad y la muerte las puede liberar. Y ellas eligen qué hacer.
“Estoy contenta de haber venido contigo, eres una buena amiga”, le dice Thelma a Louise y agrega: “Let’s keep going” (“Sigamos adelante”). Acorraladas por policías a punto de dispararles, Louise -con esos ojotes tan expresivos- le da un beso en la boca a Thelma (dicen que fue idea de la actriz y Scott aceptó), la toma de la mano y acelera con todo, rumbo a las profundidades del Gran Cañón del Colorado.
Thelma y Louise la puedes ver en HBO Prime. También está online en Cuevana, gratis.