“El visitante”, entre lo policial y lo paranormal
Domingo Sudaca
Por @LaFlacadelAmor
Debo ser sincera: no leí ninguna novela de Stephen King. Ni El Resplandor, ni Carrie, ni Misery ni Cujo. Ninguna. Sin embargo hace años me prestaron “Mientras escribo” y me pareció una obra de arte chiquita. Ahí King daba consejos –de forma simple, amena y didáctica, como a mí me gusta- para escribir.
Hace unos días vi que HBO proyectaba la temporada 1 de “The Oustsider” o “El Visitante”, basada en una novela del escritor estadounidense de 2018. No les puedo decir si es fiel o no al libro, pero King la promocionó como la octava maravilla. Y eso hace un poco de ruido.
Todo comienza con un asesinato macabro de un niño torturado, violado, empalado, comido y muchas cosas horribles más. El encargado de investigar el caso es el taciturno detective Ralph Anderson (Ben Mendelsohn) y, en principio, todos los indicios científicos (incluidas pruebas de ADN) apuntan a que el culpable es Terry Maitland (Jason Bateman), entrenador del equipo infantil de béisbol del lugar.
Sin embargo la cosa torna de policial a sobrenatural en un abrir y cerrar de ojos. Porque el supuesto asesino estaba, en el momento del crimen, en otro lugar y los hechos eran totalmente probables ¿Es posible esto? Claro que no y la investigación entra en trance y toma colores inexplicables y de otro universo con la aparición de una investigadora especialista (Cynthia Erivo en el papel de Holly Gibney) en casos raros. El Visitante cambia de atmósfera, se vuelve turbia, con un ritmo extraño y un poco lenta, pero al mismo tiempo no te despegas de la pantalla y aguantas vara: quieres saber qué pasa.
Sin embargo cuando en un policial frío y duro aparecen fenómenos paranormales que no voy a spoilearles, la trama se vuelve compleja y si el desarrollo es lento, dan ganas de buscar otra serie. Digamos todo.
Pero no, seguí viéndola, no sé si por morbo o por masoquismo. O por ver en pantalla a Ben Mendelsohn, un actor australiano sensacional que descubrí en “Bloodline” (se las recomiendo) en un papel que le viene como anillo al dedo: oscuro, con traumas del pasado, un matrimonio que sobrevive a la muerte de un hijo por cáncer y con una carrera policial que se tiene que enfrentar a fenómenos sobrenaturales. Justo él, un escéptico.
Y de repente la historia lenta te mete sin aviso en un universo de miedo. Ese miedo que sentías cuando eras pequeño y te decían: “Si te portas mal viene el coco” (el cuco en mi caso). Porque el miedo de la infancia se va a medias, aunque nos hagamos los valientes y algunas veces miremos debajo de la cama antes de dormirnos. Ese miedo, el que se mantiene hasta la adultez, es el peor de todos, el más cruel.
Y ya no hablamos de un crimen, sino de varios y con móviles casi idénticos y la cosa se complica cada vez más. Y llegamos al capítulo 10 –con algunas lentitudes, diálogos que no van con el contexto de la historia y una continua fragilidad de “no la veo más”- y la serie vale la pena. No se lleva un 10, pero con un siete queda bien. Gracias a Mendelsohn y a Erivo, claro. Y les anticipo que esta chava afroamericana va a dar de qué hablar, no tengo dudas.
Les cuento que habrá temporada 2, estará metido también King en el meollo y ya anticipó que será “Realmente espeluznante”. Eso sí, HBO bajó el pulgar y no la producirá, así que ya buscan hogar para una nueva historia. Y ya les digo que si aparece Mendelsohn de nuevo, yo me la aviento.