Ya vendrán tiempos y mates mejores…
Columna Domingo Sudaca
Por @LaFlacadelamor
Sin querer queriendo, cada año desde que regresé a vivir a Yucatán, escribo sobre el mate. Sí, ya saben, esa infusión que tomamos en Sudamérica que es como un té, se comparte y significa un momento de encuentro. El 30 de noviembre pasado fue el Día Nacional del Mate en Argentina, mi tierra, y hoy siento más que nunca el mate lejos de mis paisanos.
Claro, en pandemia, compartir el mate es como un “Vade retro satán”. Y es que se ingiere por una bombilla (popote de metal) y todos chupan del mismo lugar. La dinámica es así: Se sirve o “ceba” un mate, se pasa a un invitado/a, lo termina, lo devuelve, se vuelve a servir agua caliente (en algunos lugares de Argentina y en Paraguay se toma “tereré”, que es mate con agua o jugo frío), se pasa a otro tomador/a, lo termina lo regresa al cebador/a y así pasa la vida, entre pláticas, momentos compartidos y otras cosas lindas que ahora se han esfumado como por arte de magia.
He leído miles de notas argentinas sobre cómo pasar la pandemia sin el mate compartido. Hay millones de consejos de cómo mantener los protocolos de limpieza en épocas de covid-19 y cosas que me ponen feliz como confirmar lo buena que es esta infusión, sobre todo en estos tiempos: El mate es un potente antioxidante, fuente de vitaminas, minerales y también un aliado en la prevención de ciertas enfermedades como la diabetes tipo II, la obesidad, enfermedades cardiovasculares y el colesterol y los triglicéridos altos.
Pero más allá de todo eso –con o sin pandemia- el mate para mí sigue siendo desde aquí soledad y nostalgia. Ya desde antes del covid-19 y en Yucatán, nadie toma conmigo y uno nunca se acostumbra a esta tremenda lejanía con el otro, con cebar y dar, con recibir y volver a servir, con el “cambiá la yerba porque está medio lavado”, “Qué rico que te salió el mate” y lo mejor: “Prepará el mate que voy para tu casa”.
El mate jamás de los jamases será como el café o el té de las “five o’ clock”. Todos se pueden compartir (aunque el café y el té no se toman de la misma taza, claro), pero sólo el mate te permite leer el alma de la persona que te acompaña. Pensarán que exagero (¿Qué tiene esa yerbita que toma esta mujer sudaca?) pero no, ese efecto hace el mate entre dos o más personas.
No se puede tomar mate con alguien que odias, a mí por lo menos no me pasó jamás. El compartir una mateada sólo se da entre gente querida, de confianza, aunque no sea familia. Hay cariño en el ejercicio de mate compartido: te permite contar cosas, escuchar y ser escuchado.
Ya sé, pensarán que hago un mundo con este rollo del mate, pero también parte de esta pinche pandemia que nos toca vivir es la de clavarse quizás en nimiedades, cuando lo importante es que estamos sanos y podemos comer todos los días. Ya vendrán tiempos y mates mejores… Y si acá no hay mate compartido, ya vendrán abrazos y pláticas con café.
Ya habrá oportunidad de probar el mate con alguien especial como tú y adentrarnos a una nueva y rica cultura si tú lo permites.
Todos los momentos compartidos con alguien aunque sea con agua, saben a gloria. Gracias por compartir.
Prometido!!! Pasa la pandemia y mateamos!!! ABRAZOS APRETADOS, PATY!!!
Cuántos domingos de mates y vida, “pone la pava”,”cobré,llevo facturas…”
El mate es escucha, es sincerarse, es compañía, es una declaración de principios! Es nuestro mejor amigo…
Te extraño mateando Ceci, ya vendrán litros de palabras para compartir. ?
Me emocionaste… Así será, Andre querida. Te mando un abrazo apretadísimo con mucho mate y facturas!!! Te quieroooo!!!!
Ojalá algún día pueda probar esa bebida contigo. ?
Ojalá, Landy querida, será un gusto para mí!!!! 🙂