Poderoso caballero
Butaca Alta
Por Roberto Acevedo Acosta
Hace no mucho tiempo, cuando un jugador firmaba un contrato con un equipo profesional, era prácticamente para toda la vida. Y por eso se tenía que someter a las políticas de una organización, en donde muchas veces había abusos en diferentes aspectos -sobretodo en los económicos-. Sin embargo un día llegó la agencia libre y todo cambió.
Entre las muchas cosas que mutaron fue el amor por la camiseta. Ahora, muchos jugadores ya no están en los equipos por el cariño a unos colores, a una ciudad, a una afición, sino por la mejor paga.
Claro que hay excepciones, pero se cuentan con los dedos de las manos.
Esto sin duda abrió una brecha en los sueldos de los jugadores porque un buen elemento se cotiza del tal manera que en los contratos aparecen las cláusulas, donde si alguien se quiere hacer de sus servicios tiene que pagar el valor que el mercado tasa por el desempeño de un jugador.
O bien, al terminarse un contrato, el jugador puede darse el lujo de despreciar un buen arreglo con su actual organización y esperar una mejor oferta.
Claro todo lo anterior va de la mano de qué tan bueno es el jugador. Si hablamos de una súper estrella se puede dar el lujo de negociar contratos con sueldos multimillonarios y rechazar ofertas que no verán muchos jugadores en toda su vida deportiva.
Hace poco se dio a conocer el caso del poste campeón de la NBA con los Lakers de Los Ángeles, Anthony Davis, quien finalizó un millonario contrato con la quinteta californiana por 37 millones de dólares anuales y se declaró agente libre.
Con una carrera que empezó en 2012 con los Pelícanos de Nueva Orleans, el jugador de 2.08 metros, 27 años y campeón colegial con la Universidad de Kentucky, logró en 2015 una extensión de contrato de cinco años por 145 millones de dólares. Pero en 2019 llegó a los Lakers a cambio de varios jugadores y con el compromiso de los angelinos de terminar de pagar el contrato que tenía en Nueva Orleans.
Todo el mundo sabe que la decisión de cambiar de equipo fue porque quería ganar un anillo de NBA, y no lo iba a hacer con los Pelícanos, y ante la oportunidad de jugar junto a Lebron James pidió su transferencia.
Al final la jugada le salió como él quería ya que fue campeón con los Lakers este año y cuando todo mundo hablaba de una dinastía, Anthony Davis anunció que se iba de los Lakers.
Fue de llamar la atención sus argumentos para dejar Los Angeles: “Tengo que pensar en el futuro de mi familia”, dijo a los medios al anunciar su decisión.
¿Es en serio?
Alguien que en su carrera registra más de 150 millones de dólares de ingresos no puede salir a decir que busca un futuro mejor para su familia. Puede ser que a lo mejor no se llevaba bien con Lebron James, pero no por una situación económica, como lo dio a entender.
Si al final se va de Los Lakers -lo que todo indica que así será- lo va a hacer aparentemente por dinero, con lo cual su brillante carrera se verá un poco empañada con la idea de lo que movía a Davis eran los billetes y no lo deportivo.
En los Lakers tenía todo los elementos deportivos para formar una dinastía pero ya quedó claro que ese incentivo no es para éste jugador.
Sin duda habrá equipos que le ofrezcan cifras a lo mejor nunca antes vistas en la NBA.
No hay que olvidar el contrato por 500 millones de dólares por 10 años que firmó este año el mariscal de campo de los Jefes de Kansas City, de la NFL, Patrick Mahomes. Al parecer ese contrato movió todo en el mundo deportivo, por lo menos en los Estados Unidos.
Que paradójico, que en plena pandemia del coronavirus, cuando se habla de la crisis económica de varios deportes profesionales por los ingresos reducidos, pareciera que no todos la sufren, por lo menos no algunos equipos en la NBA y la NFL.
Sin duda lo que queda en evidencia es que poderoso caballero “Don Dinero” lo puede todo.