Borgen, de vikingos a civilizados políticos al poder
Columna Domingo Sudaca
Por @Laflacadelamor
Quién lo diría. Andaban entre el lodo y la nieve, cubiertos de pieles, sucios y con melenas y barbas largas conquistando a machete y espadazos territorios inhóspitos. Y quien los viera ahora: tan modernos, moderados, ecologistas y pensando siempre en el bienestar de la gente. Así son los daneses del siglo XXI y la serie “Borgen” los pinta a la perfección de una forma que te atrapa desde que arranca y hasta el final de su tercera temporada. Y se viene la cuarta, gracias Dinamarca.
“Borgen” es uno de los grandes éxitos que recordaremos en esta pandemia. Estrenada en Europa en 2010 y con un triunfo arrollador, Netflix la resucita recién ahora y fue un gol de media cancha. No podemos caraturarla como una serie específicamente política, partamos de ahí. Borgen tiene también drama e intriga en el medio de la rivalidad de construcción del poder condimentada con la vida personal y familiar de su protagonista: una mujer política. Y eso es el “touche” que tan bien sabe llevar la serie danesa, entre lucha y empoderamiento femenino.
Borgen es el nombre que recibe el palacio de Christiansborg. Situado casi en el centro geográfico de Copenhague, simboliza el poder en Dinamarca desde el siglo XII hasta la actualidad. Esta ficción -creada por Adam Price- cuenta la vida de Birgitte Nyborg, un personaje con el que sin duda vas a empatizar por su magnetismo, porque es inteligente, amorosa, decidida y con convicciones fuertes que la harán dar batalla en algunas ocasiones hasta las últimas consecuencias. Birgitte vive por y para ser funcionaria, esposa, mujer y madre.
Y cuando se convierte en primera ministra de Dinamarca como funcionaria centrista, Brigitte se enfrenta a un universo lleno de grietas políticas, pero que tampoco cae en la exageración de la suciedad y corrupción que podemos ver en otros países. Y da un poco de envidia –además del frío que amo de los países nórdicos- ver cómo tienen tan superadas muchas cosas que, los que vivimos en países en desarrollo, no les llegamos ni a los talones. Las alianzas que logran los distintos partidos políticos para lograr el bien común son algo realmente envidiable y tan poco visto por estas partes del mundo… Para darte un ejemplo, nomás.
Como mujer, la primera ministra se debate también en un vaivén de prioridades y te lleva a ver cómo se van modificando sus relaciones hasta abarcarle la vida entera. Y Birgitte tiene algo de vikinga, también, a pesar de usar trajecitos sastre, tacones y un gran rodete en el cabello. El impulso constante que la mueve es envidiable y ese empoderamiento sin cinismo, almíbar ni forzamientos abraza una posibilidad real, aunque estemos a años luz de Dinamarca.
La subtrama se la lleva la prensa, así que si te gusta la grilla política, también te vas a entretener. Dale chance, no te vas a arrepentir.