Siete avances científicos gracias al estudio de la pandemia
Hemos escuchado las palabras “coronavirus” y “covid-19” tantas veces a lo largo de este 2020 que es posible perder la perspectiva del tiempo. Sin embargo medio año no es nada y expertos opinan que el corto camino recorrido ha dejado acciones positivas que impactan al mundo. Entérate:
En verdad no pasó ni un año desde que en Wuhan, China, se reportaron los primeros casos de una extraña enfermedad infecciosa y apenas van seis meses desde que se declaró la pandemia.
“Aunque parezca una eternidad, es muy poco tiempo para grandes desarrollos en investigación, al menos desde el punto de vista técnico”, señala Gorka Larrinaga y Begoña Sanz, profesores en la Facultad de Medicina y Enfermería de la Universidad del País Vasco, España.
Y, sin embargo, está sucediendo.
“La verdad es que en el campo de la investigación está suponiendo un grandísimo estímulo en diferentes terrenos”, con “muchísimos cambios punteros y revolucionarios”, afirma el doctor en genética y biología celular Miguel Pita.
Las profundas crisis sociales, económicas y sanitarias provocadas por la pandemia han llevado a que la lucha contra el coronavirus SARS-CoV-2 cuente con inversiones millonarias y con el incansable trabajo de miles de científicos de todo el mundo.
Es así que en esta campaña global sin precedentes por encontrar la “cura anti covid-19”, al menos siete aspectos de la ciencia ya han cambiado, según distintos especialistas.
1. Colaboración de equipos
“El coronavirus ha supuesto la colaboración de muchos equipos. Y esa es una muy buena noticia”, dice Pita. “Los investigadores tienden a colaborar mucho”, agrega, “pero la pandemia ha supuesto una llamada adicional y se han colocado los resultados a disposición muy rápidamente de todos los grupos”.
“Lógicamente, la presión ejercida por la gravísima situación sanitaria y socioeconómica mundial ha hecho que la colaboración de muchas facultades, grupos y centros de investigación haya aumentado”, así como también “se hayan creado redes de colaboración”, explica.
2. Secuenciación del virus
Una de estas áreas de colaboración científica internacional es también una de las que registra “grandes progresos”, según Pita.
“De forma somera y para que se entienda, diría que en el terreno de la bioinformática ha habido grandes novedades por cómo se están analizando y estudiando las secuencias del material genético de cada virus que infecta a una persona y que permiten ver cómo evoluciona el virus con el paso de las generaciones”.
Desde que China reportó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) la existencia del nuevo coronavirus a finales de diciembre de 2019 hasta los primeros días de septiembre, investigadores de todo el mundo han registrado 12,000 mutaciones en su genoma, de acuerdo a la revista científica Nature.
Y el número crece cada día.
En palabras de Pita: “La comunidad científica ha puesto sus mejores medios al servicio de esta investigación aumentando mucho la capacidad de cálculo y tenemos revisiones constantes de los cambios genéticos del coronavirus”.
3. Diagnóstico ultrarrápido
Uno de los grandes desafíos del covid-19 ha sido (y aún es) detectar a las personas infectadas para poder aislarlas y así contener mejor el contagio de la enfermedad.
En este aspecto, Pita destaca “el desarrollo de técnicas para el diagnóstico muy potentes utilizando herramientas de edición genética, que es un elemento muy trascendente de la genética hoy en día”.
El investigador da dos ejemplos que ya han demostrado ser eficaces y pronto estarán disponibles para efectuar diagnósticos “ultrarrápidos”.
Por un lado, menciona técnicas de diagnóstico que, si bien son “algo menos sensibles” que la llamada prueba PCR o hisopado, tiene la ventaja de ofrecer resultados inmediatos.
Por otra parte, agrega, están las “técnicas de diagnóstico diferencial para distinguir entre el SARS-CoV-2 y otros virus, algo que tiene notable importancia para el correcto diagnóstico de los pacientes y, por tanto, para la elección del tratamiento”.
4. Vacuna histórica
El hecho de que este coronavirus y la enfermedad que provoca sean nuevos hace que aún existan muchos vacíos de conocimiento a sus alrededores. Pero hay algo que los especialistas tienen claro: la única forma de lograr la inmunidad colectiva es con una vacuna.
“Desde luego, el primer gran avance será la obtención de una vacuna eficaz y segura que pueda administrarse a la población de forma masiva”, afirman Sanz y Larrinaga.
A lo que agregan: “Si, tal como se dijo desde la OMS, esto ocurriera durante el año 2022, aunque pueda parecernos lejano, sería un enorme éxito puesto en el contexto del tiempo que se ha tardado en obtener otras vacunas y poder llevarlas a gran parte de la población mundial”.
En efecto, el plazo habitual de desarrollo de vacunas es de 15 a 20 años. Ahora podría reducirse a 1 año, quizás 1,5.
Así lo afirma un estudio publicado el mes pasado en la Revista de la Asociación Médica Estadounidense (JAMA, por su sigla en inglés) y liderado por Paul Offit, especialista en inmunología estadounidense famoso por haber cocreado una vacuna contra el rotavirus.
En sus palabras, la vacuna contra el SARS-CoV-2 está yendo a una “velocidad endiablada”.
Pero lo novedoso no está solo en los tiempos, sino también en las distintas metodologías empleadas para su diseño, “algunas de ellas con características que nunca se habían considerado”, dice Pita.
“Son vacunas que, si se prueban eficaces, el proceso de producción industrial resultaría más rápido que en las vacunas con diseños clásicos, algo muy útil en una situación como la actual”, agrega.
De acuerdo al estudio liderado por Offit, se están empleando dos metodologías de desarrollo novedosas en el campo de la vacunación.
Por un lado, están las vacunas de ARN mensajero (ARNm), las cuales “nunca se han utilizado comercialmente para prevenir infecciones”, afirma el estudio. Tal es el caso de aquellas que están diseñando las compañías Pfizer y BioNTech juntos, y la de Moderna.
La otra metodología se basa en el uso de una familia de virus del resfriado común modificados genéticamente. Ejemplo de ellos son las vacunas en las que trabajan la Universidad de Oxford con AstraZeneca y la de Johnson & Johnson.
“De manera similar a las vacunas de ARNm, no hay vacunas disponibles comercialmente para prevenir enfermedades humanas usando esta estrategia. Más bien, su uso clínico se ha limitado a una vacuna autorizada contra la rabia animal”, asegura el estudio publicado en JAMA.
Según Offit y los otros autores, distintos factores como “la trágica naturaleza de una pandemia en curso han creado un caldo de cultivo fértil para la innovación”.
Y continúan: “Aunque se desconoce el éxito final de un candidato o candidatos a vacuna, es probable que los cambios en el campo de la vacunación que han traído estas circunstancias exigentes hayan llegado para quedarse”.
5. Otros tipos de tratamientos
Además de ir a contrarreloj para crear una vacuna, hay investigadores trabajando en el desarrollo de tratamientos para los pacientes con covid-19.
Por ejemplo, Sanz y Larrinaga publicaron un artículo en el sitio de divulgación The Conversation donde mencionan “otro tipo de tratamiento que podría ser útil en pacientes covid para evitar llegar a la etapa más crítica de la enfermedad”.
“Se trata de administrar a los pacientes la proteína a la que se une el virus para poder penetrar en la célula. La proteína administrada va disuelta en el plasma y, si el virus se une a esta en vez de a la que se encuentra en las células, entonces no invade más tejidos y prevenimos la gravedad de la enfermedad”, explican.
En otras palabras, la estrategia consiste en “engañar” al coronavirus.
Según Sanz y Larrinaga, “este método, que se encuentra en fase 2 de experimentación, podría abrir un nuevo campo en el tratamiento de otras enfermedades víricas, no solo al covid-19”.
6. Prácticas de higiene
“Otro gran avance, que no está directamente relacionado con la investigación que hacemos en nuestros laboratorios pero que es fundamental para el futuro, es que hayamos conseguido introducir en la cultura de nuestra ciudadanía ciertos hábitos de higiene y prevención que sirvan para contener esta y otras epidemias provocadas por virus”, afirman Sanz y Larrinaga.
Tal es el caso del uso de mascarillas en zonas concurridas en tiempos de epidemia (“algo que es frecuente ver en grandes urbes de países asiáticos”) y “evitar acudir a lugares de concentración de gente y espacios cerrados cuando uno está con una enorme congestión o con síntomas gripales”, dicen.
De hecho, estudios en distintos países ya están demostrando que las medidas tomadas para prevenir el contagio de covid-19 han hecho que la temporada de enfermedades respiratorias y virales sea menos extendida y mortal.
Por ejemplo, una investigación publicada el mes pasado en la Revista Médica Británica (BMJ, por su sigla en inglés) analizó los datos de resfriados, gripes y bronquitis de 500 clínicas en Inglaterra y descubrió que en promedio se registraron nueve veces menos casos que en el mismo periodo de los cinco años anteriores.
7. LA IMPORTANCIA DE LA CIENCIA
Para Mercedes Jiménez Sarmiento, bioquímica del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas de España, “un cambio profundo a raíz de la pandemia es que la sociedad ha comprendido que la solución pasa por la ciencia”, señala.
La ciudadanía, explica, “ha querido saber de salud y de ciencia, y lo ha hecho directamente de los expertos. Estos, a su vez, se han esforzado en querer comunicar mejor la ciencia debido a la demanda de información de calidad por parte de los periodistas y de la sociedad”.
Jiménez Sarmiento destaca que “comunicar ciencia no es fácil”: “Son contenidos complejos con lenguaje específico, y además avanza despacio y sobre evidencias a menudo no obvias, que se van modificando cuando aparecen demostraciones nuevas. Y eso es difícil de aceptar”.
Por eso cree que “ha sido un gran avance mutuo de la ciencia y de la sociedad, porque ahora están más cerca que nunca y deben apoyarse”.
(FUENTE: BBC).