Billy, Billy…
Columna Butaca Alta
Por Roberto Acevedo Acosta
El fútbol mexicano tiene particularidades que lo hacen único, muchas de ellas sumamente negativas y cuando piensas que no puede haber una peor, sucede todo lo contrario.
Desde hace tiempo se sabía de la pugna o lucha al interior de la Cooperativa La Cruz Azul, empresa dedicada a la fabricación de cemento y dueña del equipo de fútbol del mismo nombre, que por cuestiones administrativas, quien encabeza esta organización también lo hace en lo deportivo.
El apellido Álvarez es parte de la historia de la cementera que desde 1931 es una cooperativa en la que en teoría todos los empleados son dueños de la misma, pero quien controla prácticamente los destinos de la empresa es quien sea nombrado director general.
Guillermo Álvarez Macías fue su director general de 1953 a 1976 y posteriormente su hijo: Guillermo Álvarez Cuevas lo fue de 1988 hasta hace poco.
Para nadie es un secreto que la salud económica del equipo de fútbol Cruz Azul es por la conexión y dependencia que tiene con la cementera. De ahí que se sepa que en la “Máquina” se pagan buenos sueldos, que nunca han tenido problemas de liquidez y por el contrario son tan “sanas” sus finanzas que se pueden dar el lujo de comprar jugadores por varios millones de dólares, a pesar de que en los últimos años han pasado por sus filas muchos jugadores que no rindieron como se esperaba.
No en balde son más de 20 años que el equipo no logra un campeonato del fútbol y a pesar de estar considerado uno de los cuatros grandes de México, muchos de sus aficionados viven de la época dorada de la institución en los años 70’s, cuando lograron cinco campeonatos.
Pero el tema, hasta el momento, es extra cancha cuando hace poco se supo que Guillermo “Billy” Álvarez era investigado por lavado de dinero, en perjuicio de la cementera de Cruz Azul, denunciado por miembros de la propia cooperativa. Esto derivó en una orden de aprehensión girada por un juez que consideró que había los elementos para la detención del hombre más fuerte en Cruz Azul, quien hasta el momento está prófugo de la justicia y en espera que se equipo de abogados logren cambiar su situación jurídica.
Hasta ahora no hay una conexión entre esta acusación y lo que compete al equipo de fútbol, pero todo puede pasar y no sería algo raro que se haya utilizado la compra de jugadores para incurrir en algún tipo de actividad ilícita.
Mientras este caso está abierto, existe la posibilidad de que pueda salir a la luz algún delito relacionado con la actividad deportiva pero de igual modo, al no haber una sentencia alguna y solo acusaciones, la Federación Mexicana de Fútbol y la Liga MX no se han pronunciado por desafilar al equipo ni a “Billy” Álvarez. Dejando toda la responsabilidad a otro tipo de autoridades.
Tal vez en otras ligas del mundo la mera sospecha fuera razón suficiente para tomar cartas en el asunto, pero una vez más la Liga MX prefiere actual en contra de la lógica.
La situación de Álvarez Cuevas me recuerda al caso del Tampico-Madero, un equipo de primera división en los años ochenta que fue comprado por el poderoso y millonario Sindicato de Petroleos Mexicanos, encabezados por su líder, Joaquín “La Quina” Hernández, quien años después fue acusado de corrupción y metido a la cárcel, lo que a la postre originó la venta y desaparición del equipo.
Que paradójico sería que Cruz Azul, que en estos momentos está jugando muy bien, por fin logre el ansiado título y al mismo tiempo esté viviendo tiempos de incertidumbre en caso de que a “Billy” se lo compruebe lo que presuntamente se le imputa.
Hasta el momento los nuevos “encargados” de la cooperativa no se han metido con el equipo y esto crea un ambiente de tranquilidad que le permite a Robert Dante Siboldi trabajar sin algún tipo de presión, pero todo eso puede cambiar en un futuro próximo.
Que tenga lo que tenga que pasar, si de por medio va la limpieza y transparencia en la historia de un equipo como Cruz Azul.