Secretos comerciales y nacionalismo de vacunas, obstáculos para curar el covid-19
La fabricación del número de dosis necesarias para cubrir la demanda mundial -de al menos, unos 5,000 millones de dosis-, sólo será posible mediante la colaboración y coordinación de varias compañías por el bien público mundial, opinan expertos. Sin embargo ya hay preacuerdos, reservas anticipadas y demasiadas especulaciones ¿Cómo se hace una vacuna para el bien de todos?
En cuestión de meses el SARS-Cov-2 ha pasado de ser un virus desconocido a tener más de 165 candidatas a vacuna, de las que una treintena ya se halla en fase de ensayo clínico. La investigación avanza a toda velocidad, pero al final de este camino aguardan aún otras etapas igualmente importantes, como la fabricación y distribución a escala mundial de las dosis necesarias.
“La producción masiva y rápida de vacunas para combatir el covid-19 requerirá que las empresas compartan conocimientos técnicos, no sólo sobre qué fabricar, sino también sobre cómo hacerlo”, advierte un grupo de expertos en el último número de la revista Science. “En este sentido, el mantenimiento generalizado de secretos comerciales durante la pandemia podría causar un fracaso dramático”, auguran.
Es habitual que la patente de un producto farmacéutico no revele la información necesaria para su fabricación, por motivos técnicos y comerciales. De hecho, los autores reconocen que incluso con la mejor voluntad, la transferencia de conocimientos entre diferentes grupos puede ser compleja, especialmente en procesos que no han sido estandarizados.
Por eso es importante que la información se comparta y coordine desde las primeras etapas. “Mediante una colaboración mundial entre compañías creo que se podría producir suficiente vacuna para atender a las poblaciones con mayor riesgo primero (personal sanitario, personas mayores, etc.) y, posteriormente, de forma escalonada, al resto”, explica Luis Enjuanes, profesor de Investigación del CSIC y líder de uno de los equipos que trabajan en una vacuna en el Centro Nacional de Biotecnología, en España.
Los autores del texto en Science señalan que organizaciones internacionales, agencias gubernamentales y ONG podrían facilitar esa transferencia de conocimientos. El camino recorrido en la lucha contra otras enfermedades debe servir de modelo: en 2002 se estableció el Fondo Mundial para la lucha contra el SIDA/VIH, la tuberculosis y la malaria (FMSIDA), que hoy coordina más de 1,000 programas en 150 países. El pasado mes de abril la OMS lanzaba el Acelerador del Acceso a las Herramientas contra el covid-19 (ACT), una asociación público/privada para impulsar el desarrollo y la “distribución equitativa” de vacunas, pruebas de diagnóstico y terapias contra el nuevo coronavirus.
“BIEN PÚBLICO MUNDIAL”
“Un aspecto importante de las vacunas es asegurar el acceso en todo el mundo, no sólo a los ciudadanos de los países ricos que se comprometen a comprar las vacunas”, explica Nicholson Price, experto en Derecho de propiedad intelectual y coautor del texto en Science. En este sentido, el ACT presenta un mecanismo específico para garantizar un acceso rápido, justo y equitativo a las vacunas en todo el mundo, llamado Covax. “Covax es un paso en la dirección correcta”, opina Nicholson, “pero estamos viendo una resistencia descorazonadora de muchos países ricos a apoyarlo”.
“Los datos deben ser compartidos y la política debe dejarse de lado”, insistía el Secretario General de la ONU, António Guterres, el pasado abril. Una idea que tuvo eco en los discursos de varios líderes mundiales, que pidieron que la vacuna fuera considerada como “bien público mundial”.
En paralelo varios países han negociado con los principales laboratorios implicados en la carrera la reserva anticipada de dosis. Este tipo de preacuerdos permiten a las empresas farmacéuticas invertir en la preparación de instalaciones de producción antes de tener garantías de que su vacuna se materializará. “Alguien tiene que pagar los costes de I+D a largo plazo, pero la pregunta es ¿cuál es la recompensa razonable para esos actores que hacen que las ruedas de la innovación sigan girando?”, analiza Timo Minssen, profesor de Derecho en la Universidad de Copenhague y coautor del texto en Science. “Hay que equilibrar la necesidad de sancionar precios excesivos con la de evitar políticas restrictivas que obstaculicen el desarrollo de los fármacos. No es un debate fácil, pero hoy es más importante que nunca”.
DESAFÍO LOGÍSTICO
Estados Unidos ha optado por poner en marcha la Operación Warp Speed para acelerar el desarrollo de la vacuna mediante la construcción anticipada de centros de fabricación, además de una financiación parcial de los ensayos clínicos de varias farmacéuticas. Eso podría reducir el tiempo que transcurra entre la aprobación y la disponibilidad de las vacunas, ya que lo habitual es que las compañías tengan que esperar la aprobación de las autoridades federales antes de entrar en la etapa de producción. Pero, incluso con esos atajos, fabricar cientos de millones de dosis continúa siendo un desafío considerable, especialmente para una nueva vacuna.
“Hay que tener en cuenta que se necesitarían al menos 5,000 millones de dosis para proteger a todo el mundo”, señala Luis Enjuanes. “Compañías como Moderna en EE.UU solo pueden producir 500 millones, y eso con una subcontratación de parte de su producción”. Además, algunas de las principales candidatas a vacuna podrían plantear retos logísticos; por ejemplo si requieren el almacenamiento a temperaturas especialmente bajas (hasta -80 grados Cº) o si necesitan dos inyecciones distintas (la primera, para preparar el sistema inmunológico, la segunda para inducir una respuesta reforzada). “Pero si las compañías comparten el conocimiento sobre cómo hacer esas vacunas, será más fácil producirlas eficientemente en grandes cantidades”, resume Price.
Es difícil que una vacuna contra el nuevo coronavirus ofrezca una protección completa. El escenario más probable, advierten los investigadores, es que la actual pandemia termine cuando un porcentaje de la población suficiente se haya infectado o vacunado. Pero el virus seguirá circulando -en niveles más bajos- por todo el mundo. Así que la vacuna, cuando esté disponible, marcará el comienzo de una nueva fase que permita evitar las medidas más restrictivas de confinamiento. El tiempo que tardemos en llegar esa nueva etapa dependerá de la eficacia médica, de la capacidad de entrega de cientos de millones de dosis y de la voluntad de la población para obtenerla.
LA OMS ALERTA POR NACIONALISMO DE VACUNAS
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, alertó ayer del surgimiento de un “nacionalismo de vacunas” por la carrera de hallar un remedio contra la Covid-19. “El exceso de demanda está creando ya un nacionalismo de vacunas y hay riesgo de que suban sus precios”, subrayó Tedros, quien añadió que la OMS quiere evitar que haya especulación con iniciativas como el Acelerador ACT, que no incluye a la vacuna rusa anunciada esta semana, aunque sí es una de las 26 en fase de ensayos clínicos de la lista de la OMS. “Por ahora estamos en conversaciones con Rusia para intentar entender el producto”, concluyó el epidemiólogo de la OMS Bruce Aylward.
(FUENTE: El Mundo.es)